En busca del arte
Aunque en ella haya ideas narrativas relacionadas con el cine de espionaje e incluso con cierto cine pol¨ªtico, el destinatario final es el amante del ballet
Gabinete de crisis en una g¨¦lida oficina de Mosc¨² tras la deserci¨®n en Francia de un formidable bailar¨ªn del m¨ªtico K¨ªrov de Leningrado (hoy, San Petersburgo), el posteriormente convertido en leyenda Rudolf Nur¨¦yev. Hay sudores fr¨ªos, b¨²squeda de culpables, temblores de purga. Pero el interrogado, que no es un cualquiera sino una figura de la disciplina, el maestro Alex¨¢nder Pushkin, responde con firmeza: ¡°Esto no es pol¨ªtica. Esto es ballet¡±.
EL BAILAR?N
Direcci¨®n: Ralph Fiennes.
Int¨¦rpretes: Oleg Ivenko, Ad¨¨le Exarchopoulos, Ralph Fiennes, Chulpan Khamatova.
G¨¦nero: drama. Reino Unido, 2018.
Duraci¨®n: 127 minutos.
Son los primeros minutos de El bailar¨ªn y su director, Ralph Fiennes, pone en boca propia, pues tambi¨¦n interpreta a Pushkin, su idea de la pel¨ªcula: una obra sobre el arte. Y aunque en ella haya ideas narrativas relacionadas con el cine de espionaje e incluso con cierto cine pol¨ªtico, el destinatario final es, sin duda, el amante del arte en general, y del ballet en particular (y hay mucho metraje sobre ello). De hecho, para interpretar a Nur¨¦yev han contratado a un bailar¨ªn profesional, Oleg Ivenko, sin experiencia cinematogr¨¢fica alguna. Como debe ser: a un bailar¨ªn se le puede guiar en la actuaci¨®n para que d¨¦ el pego medianamente, y lo hace; a un actor es imposible ense?arle a bailar para que parezca una estrella cre¨ªble.
Al igual que en sus dos trabajos anteriores como director, Fiennes se agarra al guion de un reputado escritor: John Logan, en Coriolanus (2011); Abi Morgan, en The invisible woman (2013), y aqu¨ª el dramaturgo, director y guionista David Hare (Plenty, Herida, Las horas), inspirado por la biograf¨ªa de Julie Kavanagh. Y Hare, de enorme experiencia y habitual solidez, ha compuesto un relato alejado de lo cronol¨®gico, roto en mil pedazos, al que quiz¨¢ le sobren las secuencias del Nur¨¦yev ni?o, que poco aportan en lo emocional, y que solo le sirven para intentar apuntalar uno de los subtextos alrededor de la figura del bailar¨ªn.
Ese subtexto es el del complejo de campesino de Nur¨¦yev, que no acaba de plasmarse con cohesi¨®n entre lo que se dice y lo que se muestra. Y la fallida secuencia de la discusi¨®n en el restaurante nunca llega a ejemplarizar ese estigma de (falta de) clase. Sin embargo, el resto de la estructura, que se mueve en hasta cuatro tiempos distintos (la gira parisiense de la compa?¨ªa, que desemboca en la huida; sus consecuencias; su formaci¨®n y estancia en casa de Pushkin, y su ni?ez) es muy atractiva.
M¨¢s que correcta en su descripci¨®n de los tent¨¢culos de la KGB, El bailar¨ªn es finalmente un relato de amor al arte. Como el que busca el propio Nur¨¦yev a cada paso, ya sea una pintura o una partitura. Fuente de inspiraci¨®n para su imparable explosividad f¨ªsica y su b¨²squeda de lo sublime.
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