Goliat en la librer¨ªa
La concentraci¨®n editorial no amenaza la diversidad pero debilita la competencia
Este a?o se cumple medio siglo del nacimiento de dos sellos clave para la edici¨®n espa?ola de la democracia ¡ªAnagrama y Tusquets¡ª, y ninguno de ellos es ya independiente. El primero pertenece al grupo italiano Feltrinelli. El segundo, a Planeta. Ninguno, adem¨¢s, tiene ya al frente a sus fundadores: Jorge Herralde dio el relevo a Silvia Ses¨¦; Beatriz de Moura, a Juan Cerezo. Independiente es, por cierto, una palabra fetiche que no pone de acuerdo a los editores. Para unos se trata de un concepto econ¨®mico ¡ªpublicar con tu propio dinero¡ª; para otros, est¨¦tico ¡ªcon tu propio criterio¡ª. Unos crear¨ªan lectores (es decir, clientes); los otros buscar¨ªan a los que ya existen.
La convivencia entre concentraci¨®n y dispersi¨®n es tal que los grandes grupos terminan teniendo sitio incluso para crear marcas ¡°independientes¡± en su propio seno. Lo hizo Penguin Random House fundando Caballo de Troya ¡ªel nombre lo dice todo¡ª para tratar de descubrir nuevos autores y acaba de hacerlo Planeta refundando Temas de Hoy para ¡ªcomo reza su propio lema¡ª descubrir nuevos lectores (o para llamar la atenci¨®n de los descubiertos por indies como Blackie Books).
Salamandra s¨ª era competencia de marcas mayores. ?Lo ser¨¢n los sellos que quedan fuera de las murallas de Random y Planeta?
El nueve parece un n¨²mero m¨¢gico. En 1999, cuando Anagrama y Tusquets celebraban sus primeras tres d¨¦cadas, nac¨ªan sellos como Min¨²scula, P¨¢ginas de Espuma o Acantilado (melliza en castellano de la catalana Quaderns Crema, surgida en 1979). Fueron las primeras de una erupci¨®n que a¨²n no ha parado y que en lo que va de siglo ha visto consolidarse empresas con una media de cuatro trabajadores ¡ªdos de ellos suelen ser los propietarios¡ª como Impedimenta, Libros del Asteroide, Sexto Piso, N¨®rdica, Errata Naturae, Capit¨¢n Swing, F¨®rcola o Alpha Decay. Que el fen¨®meno tenga adem¨¢s su equivalente al otro lado del Atl¨¢ntico se explica por dos razones. Por un lado, la tecnolog¨ªa permite que sea m¨¢s f¨¢cil, r¨¢pido y barato imprimir un libro. Por otro, el crecimiento de los grandes conglomerados deja huecos que una empresa peque?a puede arriesgarse a llenar. Vender 1.000 ejemplares puede ser un ¨¦xito para David y un fracaso para Goliat. A esto habr¨ªa que a?adir otra clave en la pervivencia de los davides: su profesionalizaci¨®n. Siempre hubo temerarios dispuestos a publicar sus dos t¨ªtulos favoritos antes de declararse en quiebra, pero ahora consultan con sus distribuidores sobre la mejor estrategia de lanzamiento.
Junto a la independencia, el otro gran mantra del gremio es la diversidad. ?Est¨¢ amenazada por la creciente polarizaci¨®n? Basta entrar en cualquier librer¨ªa ¡ªo en sus p¨¢ginas web¡ª para comprobar que no. Junto a best sellers nacidos para caducar se traduce del ruso, se rescatan cl¨¢sicos de la poes¨ªa japonesa y se apuesta por la filosof¨ªa del arte. Pero una cosa es la diversidad y otra la competencia. Si un sello peque?o puede permitirse arriesgar por un autor desconocido ¡ªvaya a vender mucho o poco¡ª, una multinacional puede hacerlo para ¡ªjustifique o no el adelanto¡ª contratar a uno conocido que d¨¦ lustre a cualquiera de sus cat¨¢logos. Salamandra s¨ª era competencia de marcas mayores. ?Lo ser¨¢n las que quedan fuera de las murallas de Random y Planeta? Seix Barral (Planeta) se llev¨® a un autor tan vinculado a Anagrama como Paul Auster pero no pudo ¡ªo no quiso¡ª retener a Jonathan Franzen, que termin¨® triunfando, precisamente, en Salamandra.
A?os despu¨¦s de que Esther Tusquets vendiera Lumen a Random House, su hija fund¨® la ef¨ªmera RqueR. Su madre dijo entonces que de haberlo sabido no se habr¨ªa desprendido de un cat¨¢logo en el que Mafalda reinaba junto a El nombre de la rosa. Algo ha desaparecido: la continuidad familiar. En una industria moldeada por los barrales, grijalbos y jan¨¦s, las editoriales ya no llevan el nombre de sus due?os.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.