Metallica hermana a todas las Espa?as en Madrid
El cuarteto californiano consigue que 68.000 personas se olviden de sus diferencias por una causa com¨²n: liberar adrenalina
Ah¨ª estaban, los de "con Rivera s¨ª" y los de "con Rivera no"; los feministas y los que quieren derogar la ley de violencia de g¨¦nero; los dialogantes y los que imploran por el 155... Todos haciendo un bloque por una causa com¨²n: una gloriosa descarga de adrenalina, dos horas olvid¨¢ndose del freno de mano, dispuestos a ser aplastados por una apisonadora. Porque por las v¨ªsceras todos somos iguales. Y la mayor¨ªa, claro, vestidos de negro.
Lo de anoche de Metallica en el madrile?o recinto de Ifema tiene m¨¦rito. Es un grupo que descarga un rock quincallero sin sutilezas, una propuesta radical y unidireccional de complicada digesti¨®n para todos los p¨²blicos. Pero de eso nada. Anoche estaba la sociedad polarizada celebrando junta y sin insultos cruzados. Si alguien busca un d¨ªa un pacto de Estado entre gente irreconciliable, que monte un concierto de Metallica.
El primer rostro que vieron los 68.000 espectadores que llenaron (todo vendido desde hace meses) el recinto fue el de Eli Wallach. ?Perd¨®n? Una cara ruda, de mirada turbia, ansiona, un tipo desesperado buscando entre los ata¨²des de un cementerio un pu?ado de monedas de oro escondidas. Nadie m¨¢s heavy que Wallach nos encontraremos en toda la noche. Como siempre desde hace muchas giras, Metallica abri¨® su espect¨¢culo con la m¨²sica que Ennio Morricone compuso para esa joya del spaghetti western que es El bueno, el feo y el malo. Se trata del pasaje El ¨¦xtasis del oro (coreado por todo el recinto y eso result¨® estremecedor). La composici¨®n del maestro Morricone fue acompa?ada por las im¨¢genes de la pel¨ªcula. Y ah¨ª estaba El Feo, Eli Wallach, anunciando que la noche solo era para valientes.
La pasi¨®n por Metallica se ha desbordado en Espa?a. No existe en la actualidad ninguna banda capaz de igualar sus n¨²meros, ni siquiera valores tan seguros como los Rolling Stones o AC/DC. Hace un a?o el cuarteto reventaba dos d¨ªas el WiZink Center capitalino con 30.000 personas. Anoche otras 68.000 entradas despachadas.
El grupo californiano demostr¨® que es hoy tan transversal como Queen. Y eso escuece a algunos, a esos que estuvieron all¨ª desde el principio, a los que ya eran heavies en 1983, cuando el grupo public¨® su primer disco, Kill 'em all. Anoche hab¨ªa muchos de esos, deambulando por el inmenso recinto con gesto ce?udo y con la certeza de que compart¨ªan aquelarre metalero con consejeros delegados de empresas. Y estos ¨²ltimos les aguantaban el gesto con media sonrisa y con el objetivo cumplido: llenar sus vidas con un poco de autenticidad. Porque es peligroso y emocionante cantar esto aunque sea una vez en la vida: "Estamos recorriendo la ciudad esta noche/ Te estamos buscando para pelear... Busca y destruye" (de la canci¨®n Seek and destroy, que son¨® en el tramo final del concierto).
Ah¨ª estaban, los de "con Rivera s¨ª" y los de "con Rivera no"; los feministas y los que quieres derogar la ley de la violencia de g¨¦nero; los dialogantes y los que imploran por el 155... Todos haciendo un bloque por una causa com¨²n
Los cuatro vestidos de negro, estos millonarios cincuentones a¨²n estilizados que acumulan diez hijos entre todos, ofrecieron un concierto demoledor. La escenograf¨ªa consist¨ªa en cinco enormes paneles colocados en forma de biombo a las espaldas de los m¨²sicos. Fue en esas megapantallas donde vimos las caras esforzadas de los cuatro rockeros tocando sus instrumentos y berreando, adem¨¢s de im¨¢genes grabadas inspiradas en las letras de las canciones, a modo de videoclip. Las ya habituales pirot¨¦cnicas explotaron sin avisar.
Uno de los potenciales de la banda es que crea un ambiente brumoso y decib¨¦lico que si logras colarte en las primeras filas la experiencia resulta absolutamente salvaje. A Metallica se les disfruta bien cerquita del escenario, cuando su ob¨²s te alcanza de lleno en la cabeza y sientes las sienes palpitar. Este viernes, sin embargo, hab¨ªa gente a cientos de metros. En un recinto m¨¢s peque?o la experiencia hubiera sido mucho mejor.
James Hetfield (con un ojo morado "por la picadura de una avispa", dijo: algo ciertamente poco heavy) fue acumulando canciones (Sad but true, The unforgiven, Master of puppets, One...) pegado siempre a su guitarra. Otra particularidad del cuarteto: no tiene un l¨ªder en el escenario, un cantante sin instrumento que pueda capitalizar el escenario y dirigirse al p¨²blico con libertad, como s¨ª lo tienen otras bandas capaces de llenar estadios, como Iron Maiden, U2 o Coldplay. Y tampoco es que el discurso de Hetfield cuando se dirige al p¨²blico tenga mucho calado ("?somos la familia Metallica!" "?lo est¨¢is pasando bien?", y esas cosas).
Hubo un momento especialmente pat¨¦tico. Cuando el bajista Robert Trujillo y el guitarrista Kirk Hammett interpretaron 'Brutus', de los madrile?os Los Nikis. Si llega a ser una gracieta hubiera sido breve, pero no: la tocaron enterita
Hubo un momento especialmente pat¨¦tico. Cuando el bajista Robert Trujillo (a la voz) y el guitarrista Kirk Hammett interpretaron el tema Brutus, de los madrile?os Los Nikis. Si llega a ser una gracieta hubiera sido breve, pero no: la tocaron enterita. El p¨²blico se qued¨® estupefacto con este supuesto gui?o malote. Pero demostrando una vez m¨¢s que esto es transversal, al lado de este cronista hab¨ªa una mujer que se sab¨ªa Brutus y la cant¨® a voz en cuello. Al menos no eligieron El imperio contraataca.
En el tramo final sonaron Nothing else matters y Enter sandman. ?Alguien se acordaba de la canci¨®n de Los Nikis por entonces? Bah, una gamberrada en un concierto que dej¨® a todo el mundo como quer¨ªa cuando compr¨® la entrada: para el arrastre. Ma?ana ya, a discutir sobre lo del 155 y tal...
Babelia
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