?Silencio, un torero!
Una ruinosa corrida de Juan Pedro Domecq desluce uno de los carteles de la feria
El reloj de la plaza marcaba las siete y seis minutos de la tarde. Corr¨ªa una ligera brisa. De pronto, se hace el silencio en la Maestranza. ?Qu¨¦ pasa? Pues que un torero se dispone a torear. Expectaci¨®n. Casi 11.000 personas fijan su mirada y su alma y guardan el absoluto silencio que merece la esperanza de un destello de arte.
DOMECQ / MORANTE, URDIALES, MANZANARES
Toros de Juan Pedro Domecq -el cuarto como sobrero-, justos de presentaci¨®n, inv¨¢lidos, nobil¨ªsimos y descastados.
Morante de la Puebla: pinchazo y casi entera baja (silencio); -aviso-, dos pinchazos, estocada atravesada, un descabello y el toro se echa (ovaci¨®n).
Diego Urdiales: estocada baja y un descabello (vuelta al ruedo); dos pinchazos -aviso- y dos descabellos (silencio).
Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares: cuatro pinchazos y estocada (silencio); pinchazo y estocada (ovaci¨®n).
Plaza de La Maestranza. 6 de mayo. S¨¦ptima corrida de la Feria de Abril. Lleno de 'no hay billetes'.
Era Diego Urdiales quien, capote en mano, en el tercio de varas, trataba de enga?ar al viento para abrir de par en par su condici¨®n de artista. Y sucedi¨® que, con despaciosidad, elegancia y buen gusto, dibuj¨® tres ver¨®nicas excelsas que cerr¨® con una media de cartel. Y el disfrute se desparram¨® por los tendidos.
Hac¨ªa pocos minutos que el mismo torero hab¨ªa recibido a este primero con otro ramillete de preciosas ver¨®nicas, y tras saludar Pirri en banderillas, la Maestranza entera de dispon¨ªa a?descubrir a ese artista con carnet de La Rioja.
Naturalidad, elegancia, prestancia¡ desprende este torero en sus andares por el albero. Y todo lo ejecuta con regodeo interior y pasmosa lentitud que no es la antesala del aburrimiento sino del pretendido ¨¦xtasis.
Pero no hab¨ªa toro. Bueno, no lo hubo en toda la tarde. Se anunciaron seis de Juan Pedro Domecq y salieron seis ruinosas masas de carne, nobil¨ªsimas, eso s¨ª, pero inv¨¢lidas o enfermas.
Pero hab¨ªa torero, afortunadamente. Y Urdiales tom¨® el pincel de la muleta, sabore¨® el marco sevillano y trat¨® de pintar una obra con un motivo inexistente. A pesar de ello, de su inspiraci¨®n surgieron llamativos colores en gotas de torer¨ªa, con trazos largos y hermosos por ambas manos, intermitentes todos, aislados, tambi¨¦n, pero suficientes, a veces, para saciar el alma. Tres naturales fueron largos y hermosos; elegantes los derechazos, y una armoniosa tanda final con la izquierda a pies juntos fue la firma de lo que debi¨® ser una gran obra. Pero no hubo lugar al entusiasmo ni faena grande. Hubo rel¨¢mpagos de toreo, buen gusto, aroma¡ Y no pudo reeditar su loable intento ante el insufrible quinto.
No quiso Morante que un riojano le ense?ara los secretos de la pintura. Excelente fue el toreo de capote con el que salud¨® a su primero, un toro con cara de becerrote y aire cansino y apagado, y no hubo m¨¢s. Se arrebat¨®, despu¨¦s, ante el sobrero cuarto, astifino y de l¨¢nguida condici¨®n. En actitud muy voluntariosa y arropado por un p¨²blico fidel¨ªsimo, Morante combin¨® muletazos enjundiosos con otros atropellados y enganchados. La faena fue larga y no consigui¨® alcanzar el vuelo que los tendidos so?aron. Tanto fue as¨ª que muchos recriminaron a la banda de m¨²sica su silencio, cuando fue el director de los pocos que entendi¨® con acierto que aquellos detalles no merec¨ªan el acompa?amiento del pasodoble.
Manzanares pretendi¨® justificar ante el ¨²ltimo, el ¨²nico que se movi¨®, su supuesta inhibici¨®n ante el tercero. Despegado y triste se mostr¨® ante este, sin mensaje alguno en su toreo.
Y sali¨® ante el sexto con deseos de ganar para s¨ª una tarde que parec¨ªa perdida. Se luci¨® el picador Chocolate en la ejecuci¨®n de dos buenas varas, salud¨® el banderillero Daniel Duarte, y el jefe de filas lo intent¨® de veras, dio muchos pases, algunos de elegante factura, pero a toda su labor le falt¨® hondura y fondo.
La corrida de hoy
Toros de El Pilar-Mosi¨¦s Fraile, para Pepe Moral, ?lvaro Lorenzo y Gin¨¦s Mar¨ªn.
Babelia
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