Sarah Maldoror, la cineasta que cont¨® la liberaci¨®n de ?frica
Una retrospectiva mostrar¨¢ por vez primera en Espa?a la filmograf¨ªa de la directora, que recorri¨® un continente marcado en el siglo XX por el colonialismo y las revoluciones
Sarah Maldoror (de origen antillano, Francia, 1929) tiene ya mucha vida vivida tras su cuerpo oscuro, sus manos siempre en movimiento, su hermoso pelo blanco afro, sus ojos inquietos que ya no pueden ver por culpa de la progresiva ceguera. Esta mujer de 90 a?os, considerada la primera gran cineasta africana, hizo historia dram¨¢tica, feminista, guerrera y cinematogr¨¢fica desde bien joven. Y lo hizo, aseguran desde Documenta Madrid, el festival que ahora la trae a Espa?a, en su ¡°b¨²squeda de una identidad alternativa y la promesa de sociedad futura que ofrec¨ªa la nueva cultura negra surgida del anticolonialismo y del panafricanismo durante los a?os sesenta¡±.
Desde su condici¨®n de pionera, Maldoror, se ha zampado casi todo el siglo XX, con sus revoluciones y avances; con sus colonizaciones, liberaciones, esclavitudes y progresos. Un mundo cambiante por el que ella rod¨® (literalmente, y siempre desde el terreno, por peligroso que este fuera) con total libertad, asegura, entre Par¨ªs, Mosc¨², Rabat, Conakry, Argel, Congo¡ Y film¨® con su propio lenguaje, fraguado de compromiso y conciencia pol¨ªtica (pocas mujeres cineastas lo lograron, y ella se lamenta ahora de que las realizadoras africanas no consiguieran unirse para tener m¨¢s fuerza). Una lucha desde el arte por la liberaci¨®n colonial, ante el hecho de ser negro (hu¨¦rfana, negra y mujer, en su caso) e inspirada por el movimiento cultural de la negritud (N¨¦gritude) que fundaron en los a?os treinta del siglo XX, y desde su condici¨®n de hijos de la ¨¦lite, pero discriminados, los escritores Aim¨¦ C¨¦saire, Leopold Senghor y Leon G. Damas. Maldoror incorpor¨® su obra casi como propia. Y de la l¨ªrica tom¨® su nombre art¨ªstico, Maldoror, por Los cantos de Maldoror, de Lautreamont, el renovador de la poes¨ªa francesa del siglo XIX.
Casi 40 pel¨ªculas quedan en su haber (la ¨²ltima, escrita pero nunca realizada, data de 2011, seg¨²n afirma) en una obra hilvanada a su personal¨ªsimo modo, al ritmo de la m¨²sica y la poes¨ªa, en un tiempo duro. Par¨ªs andaba a rebosar de militantes africanos exiliados, entre ellos el que fuera su marido, Mario de Andrade, intelectual, fundador y primer presidente del Movimiento Popular de Liberaci¨®n de Angola (MPLA). ¡°Mis ancestros fueron esclavos¡ ?Qui¨¦n iba a contar mejor la historia africana que nosotros mismos?¡±, repite en las entrevistas.
Moverse ahora le resulta costoso a Sarah Maldoror. Llega con dificultad hasta el Caf¨¦ de la Mairie, en Stains, al norte de Par¨ªs, lugar donde reside desde hace tres a?os (y desde hace 40 est¨¢ en Francia, adonde regres¨® tras ser expulsada de Argelia por conflicto con una de sus pel¨ªculas), guiada con ternura por una de sus dos hijas, Annouchka de Andrade, directora del Festival de Cine de Amiens, y art¨ªfice de la recuperaci¨®n de su obra; tarea que est¨¢ realizando t¨ªtulo a t¨ªtulo. En el bar, atestado de paisanos, todos gritan ajenos a su figura.
Ignoran que Maldoror fue inicialmente actriz y fund¨® en 1956 en Par¨ªs Les Griots, el primer grupo de teatro del pa¨ªs integrado por actores africanos y afrocaribe?os, quienes crearon con Jean Genet la obra Los negros. Un puro atrevimiento en aquel tiempo, que abandon¨® para irse a estudiar cine a la Uni¨®n Sovi¨¦tica (otra osad¨ªa), donde se encontrar¨ªa con figuras fundamentales que como ella consideraban el cine como ¡°una herramienta de la revoluci¨®n y que ¡°marcaron el devenir del cine africano, su apertura¡±, seg¨²n afirma, como el senegal¨¦s Ousmane Semb¨¨ne a qui¨¦n admira.
Esta experiencia la marc¨®, al igual que lo hizo su estancia en Argelia cuando se convirti¨® en asistente de Gillo Pontecorvo durante la grabaci¨®n de La batalla de Argel (1966, pel¨ªcula que se proyectar¨¢ dentro del ciclo dedicado a Maldoror en el Museo Reina Sof¨ªa), cine militante por antonomasia, "de las emociones", afirma, y que plasma el alt¨ªsimo coste en vidas humanas que Argelia pag¨® por su independencia en 1962.
Un antes y un despu¨¦s que le sirvi¨® para rodar all¨ª una de sus grandes creaciones a pesar de ser un cortometraje (20 minutos, en blanco y negro), Monangambee, con actores no profesionales (salvo uno, Mohamed Zinet), basada en una obra del pol¨ªtico y escritor angole?o Luandino Vieira, condenado a trabajos forzados por los portugueses en Cabo Verde. "Es mi preferida, por la ilusi¨®n del primer trabajo", confiesa. Fue seleccionada para la Quincena de Realizadores en Cannes en 1971 y se ha pasado en 2017 en la Berlinale.
Estos d¨ªas Sarah Maldoror visitar¨¢ Espa?a para participar en la retrospectiva que le organizan el festival DocumentaMadrid y el Museo Reina Sof¨ªa, que se celebra en la capital hasta el 19 de mayo. ¡°Conozco Espa?a, s¨ª¡±, dice en una charla que transcurre, como su cine, a su propio ritmo; pespunteando recuerdos, filmes, situaciones¡ Estuvo en Sevilla, durante el tiempo en que su hija fue all¨ª directora del Instituto Franc¨¦s. ¡°Ha perdido un poco la memoria, pero no su sentido del humor¡±, nos avisa esta, mientras Maldoror lo demuestra, mencionando toreros y casta?uelas y afirmando que los espa?oles son m¨¢s cercanos a su obra y a su mirada y menos pretenciosos que los franceses: ¡°Ah, los franceses, ellos tocan la Luna¡±, ironiza. De Madrid le interesan los museos, asegura. Cuando llegue se ir¨¢ directa hasta Mir¨®.
Un fest¨ªn de cine hist¨®rico
Autora de casi cuarenta t¨ªtulos, Sarah Maldoror ha rodado las guerras por la liberaci¨®n en ?frica y se ha centrado en la labor de las mujeres en tales circunstancias, en un tiempo en que el cine estaba dominado por hombres. Como ella, otras africanas y afrodescendientes intentaron poner en distinto momento hist¨®rico su mirada al servicio de la realidad africana: Safi Faye, en Senegal; Assia Djebar, en Argelia; Denise Salazar, Maria Jo?o Ganga, en Angola; Isabel Moura Mendes, Claire Andrade Watkins, en Cabo Verde; Babetida Sadjo, Vanessa Fernandes, en Guinea-Bissau; Moira Forjaz, Fatima Albuquerque, en Mozambique. Una realidad casi siempre dram¨¢tica pero muchas veces narrada sin tanques ni bombas. Maldoror fij¨® su mirada po¨¦tica no solo en la lucha anticolonial sino tambi¨¦n en fiestas y tradiciones africanas, carnavales o bios de sus admirados artistas... He aqu¨ª algunos de sus t¨ªtulos
- Monangambee, 35 mm, blanco y negro, 20 min., 1970.
- Des Fusils pour Banta, 35 mm, blanco y negro, 105 min., 1971.
- Saint-Denis-sur-Avenir, color, 13 min., 1971.
- Sambizanga, 16/35 mm, color, 102 min., 1972.
- Un Homme, une terre: Aime Cesaire, 16 mm, color, 51 min., 1977.
- Un Masque ¨¤ Paris: Louis Aragon, 16mm, color, 13 min., 1978.
- Un Dessert pour Constance, 16 mm, color, 51 min., 1980.
- L' Hopital de Leningrad, 16 mm, color, 51 min., 1982.
- Le Passager du Tassili, 16 mm, color, 90 min., 1986.
- Portrait de Madame Diop, 16 mm, color, 10 min., 1986.
- Aim¨¦ C¨¨saire, le masque des mots, documental, 1987.
- L¨¦on G. Damas. 16mm, BW, 26 min., documental, 1995.
Corr¨ªan ya los a?os noventa cuando pis¨® ?frica por ¨²ltima vez pero est¨¢ al tanto de c¨®mo han cambiado los distintos pa¨ªses africanos: ¡°Ya no est¨¢n acomplejados por la colonizaci¨®n¡±. Y ella, dentro de sus limitaciones, especialmente en lo relacionado con el cine o el arte que ya no puede ver, sigue en contacto con la di¨¢spora: ¡°Todos los que me buscan, me encuentran¡±. Afirma que a¨²n ahora se conoce ?frica ¡°mal y sin simpat¨ªa¡±. Y a?ade: ¡°Pero nosotros, los africanos, aceptamos ya el hecho de ser negros; salvo el color de piel, todo ya es algo del pasado¡±.
En 1971 se fue hasta la selva de Guinea Bisseau a rodar Des fusils pour Banta, con apoyo del gobierno argelino y un elenco compuesto por los luchadores de la resistencia que interpretaban su propio papel y donde la falta de comida y medicinas y hasta las bombas eran ciertas. Tres meses de pura odisea. ¡°Hasta este momento la guerra hab¨ªa sido algo muy abstracto para m¨ª¡±, confes¨® a la revista Jeune Afrique en 1971.
Tan enorme documento fue confiscado por el gobierno revolucionario de Argelia y no lleg¨® a montarse siquiera: "Las mujeres guerrilleras estaban demasiado presentes en la pel¨ªcula". El material bruto sigue extraviado. ¡°Entre mis planes est¨¢ ir a Argel y recuperarla¡±, cuenta Annouchka, quien se?ala como valor a?adido de la obra de Maldoror el haber conseguido mantenerse alejada de la propaganda. En Madrid se podr¨¢ ver ahora Pr¨¦face ¨¤ des fusils pour Banta (2011), obra de Mathieu Kleyebe, en la que imagina c¨®mo ser¨ªa el filme original a trav¨¦s de fotos del rodaje de la pel¨ªcula original y testimonios de la propia cineasta y otros testigos.
Maldoror asegura con iron¨ªa que film¨® Sambizanga (1972), su otra gran obra, porque era necesario ¡°conocer la guerra, no solo las bananas que comemos¡¡±. Rompedora es en este filme, Mar¨ªa, su protagonista femenina y el rol que plantea: ¡°El hecho de que eligiera a esa mujer tan hermosa fue muy criticado¡±. La lucha era la lucha. Tambi¨¦n lo fue que no usara armas o tanques para contar el movimiento de resistencia. Narra la historia de una esposa que busca desesperadamente a su marido tras ser encarcelado por su relaci¨®n con el movimiento de liberaci¨®n en Angola.
¡°Poeta y cineasta de la negritud¡±, la definen en Documenta Madrid, festival que mostrar¨¢ por vez primera en Espa?a su obra, la mayor¨ªa in¨¦dita, cine panafricanista con aproximaci¨®n feminista y anticolonial. Ella estar¨¢ presente en la proyecci¨®n de estas dos pel¨ªculas, Monangambee (1971) y Sambizanga (1972), y en una mesa redonda para poner contexto a su obra con especialistas como el artista Mathieu Kleyebe Abonnenc, el escritor Olivier Hadouchi y Annouchka de Andrade.
De poder filmar de nuevo, ?qu¨¦ pel¨ªcula le gustar¨ªa rodar?, le preguntamos. Y ella, que siempre odi¨® escribir, afirma que primero necesita una buena historia y una vez conseguida har¨ªa algo sobre o de Mal¨ª, porque tiene actores y p¨²blico estupendo. ?A qu¨¦ director admira? "A mi misma", bromea antes de se?alar que los realizadores africanos a pesar de estar dispersos, "siempre andan juntos". Ese sentido de comunidad, tan africano. Y juntas van a estar en Madrid por primera vez en un acto de Maldoror las tres generaciones de mujeres de la familia (el padre, Andrade, muri¨® en 1990): madre, dos hijas y nieta. Un gran acontecimiento.
¡°Querida Sarah Maldoror¡±, le dijo el ministro de Cultura, Fr¨¦deric Mitterrand, en 2011 al nombrarla Caballero de la Orden Nacional del M¨¦rito franc¨¦s, ¡°francamente, usted es una rebelde, una luchadora contra las injusticias, una humanista resuelta. A lo largo de su carrera no ha cesado de insistir, informar y mostrar las realidades m¨¢s dif¨ªciles a trav¨¦s de la lente de su c¨¢mara de un modo a la vez realista y po¨¦tico. Su mirada sobre la memoria de la esclavitud y del colonialismo es para todos nosotros de un valor ¨²nico¡±. Un documento, que como sus obras, la familia atesora.
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