La ONG de los trenes antiguos
Una asociaci¨®n de amigos del ferrocarril de Zaragoza compra desde hace 40 a?os vagones hist¨®ricos y lucha por exponerlos en un museo
Para viajar en el tiempo no hace falta la velocidad de la luz. Uno puede saltar al pasado a menos de 100 km/h, camino de Canfranc, en una curva cerrada, con un solo gesto: bajar la ventanilla del compartimento del vag¨®n y asomarte para ver la cabeza del convoy de 200 metros de largo y una docena de coches. Esta m¨¢quina del tiempo en la que circulamos est¨¢ forrada de madera y en la habitaci¨®n principal tiene un orinal bajo el lavabo, que se guarda inclinado, para que el pis del dictador caiga sobre el suelo de balasto que sujeta la v¨ªa f¨¦rrea.
Unos pocos a?os despu¨¦s de don Paco, el tren con el que recorr¨ªa la Espa?a sometida para inaugurar alg¨²n pantano segu¨ªa circulando. Pero una foto de los pr¨ªncipes don Juan Carlos y do?a Sof¨ªa sustitu¨ªa la suya, en el coche donde se reun¨ªa con sus ministros. Un d¨ªa, en una de esas curvas cerradas, el cuadro salt¨® de su clavo y se estamp¨® contra el suelo. Y la democracia en transici¨®n descubri¨® su veneno oculto: bajo el retrato de los futuros reyes todav¨ªa estaba el de Franco. La Espa?a atrapada en el tiempo.
En una nave del barrio de Casetas, en Zaragoza, hay cuatro v¨ªas de 250 metros cada una, sobre las que se aparcan decenas de vagones hist¨®ricos. Se conservan impecables gracias a la labor de rescate, custodia y conservaci¨®n que hace la Asociaci¨®n Zaragozana de Amigos del Ferrocarril y Tranv¨ªas (AZAFT) desde hace 40 a?os. Con casi un centenar de trenes rescatados de las garras de la chatarra, ya no quieren coleccionar m¨¢s. Ahora quieren mostrarlos. Reclaman m¨¢s voluntad pol¨ªtica y menos promesas, para no perder el patrimonio industrial que retrata el pa¨ªs pasado.
Un museo vivo
Restauran y protegen la memoria hist¨®rica de la Espa?a que viajaba sin prisa. Son casi 300 socios y nadie cobra nada. ¡°M¨¢s bien, pagamos¡±, habla su presidente, Carlos Abad¨ªas. Cuatro veces al a?o vuelven a ocupar las v¨ªas con el convoy de su ¡°Tren azul¡±, por el que han abonado 45.000 euros para conseguir el permiso de circulaci¨®n. ¡°Es un museo vivo¡±, cuenta Abad¨ªas. En cada viaje uno pasa de un vag¨®n de los a?os veinte, bien de madera y dise?o Art dec¨®, a otro de los ochenta, de formica y m¨¢s apretado. El progreso era eso: m¨¢s gente en el mismo espacio. Tambi¨¦n dice que ¡°es m¨¢s f¨¢cil explicar un tren hist¨®rico que un cuadro abstracto¡±.
¡°Somos una ONG del patrimonio industrial¡±, cuenta Paco, otro de los socios, jubilado de la ferreter¨ªa. ¡°La mayor¨ªa de nosotros no trabajamos en la Renfe¡±, dice. ¡°Espera, te doy una peseta de luz¡±, y se ilumina uno de los coches que salvaron in extremis: aquel d¨ªa la Guardia Civil par¨® la pinza del chatarrero, que hab¨ªa empezado a desguazar el coche de Correos por el techo. En otra ocasi¨®n negociaron con asaltantes de un edificio abandonado por la Renfe. Hab¨ªa una habitaci¨®n con el archivo completo de las infraestructuras de la l¨ªnea Zaragoza-Canfranc, desde 1902 a los ochenta. Acordaron que ellos se quedar¨ªan el papel y los otros, el hierro.
As¨ª es la historia de los ¡®salvatrenes¡¯: Di¨®genes de la Renfe, empecinados en almacenar con la esperanza de que la estaci¨®n de Caminreal se convierta en una de las tres sedes del museo que tienen apalabrado con el gobierno aragon¨¦s. La nave de Casetas y Canfranc completar¨ªan el tr¨ªo donde mostrar¨ªan su tren m¨¢s antiguo (de 1902) y esas maravillosas piezas construidas por la empresa que fabricaba los trenes del Orient Express. Llegaron a circular en Espa?a de segunda mano, despu¨¦s de haber cruzado Francia durante a?os.
La Compa?¨ªa Internacional de Coches Cama (fundada en 1872) encargaba cada cuatro coches la decoraci¨®n a un artista distinto. ¡°Tenemos ejemplares de siete decoradores distintos¡±, cuenta Abad¨ªas. En ellos rod¨® Antonio Banderas un anuncio de algo. La empresa cerraba y cedieron, tras a?os de custodia, la mayor¨ªa de los 26 coches. Otros han tenido que comprarlos, lo habitual es 4.000 euros por cinco veh¨ªculos. ¡°No vamos a especular con la colecci¨®n¡±, advierte Abad¨ªas. El heredero de todo es el gobierno auton¨®mico.
Babelia
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