R¨¦cord de asistentes en La Noche de los Libros de M¨¢laga

Los relatos que construye revelan paradojas tan reales como un sem¨¢foro y retratan una inteligencia tan aguda y amarga como la que expresan los mejores cuentos de Borges. Poeta y prosista, Mircea Cartarescu (Bucarest, 62 a?os) cant¨® la ¨¦pica de la historia de la literatura de su pa¨ªs en Levantul y cre¨® personajes c¨¦lebres, como ese disparatado jugador de ruleta rusa que protagoniza uno de los cuentos que componen Nostalgia, la obra con la que entr¨® en el el¨ªseo de los grandes creadores de la narrativa. Fen¨®meno editorial en consolidaci¨®n en Espa?a, Cartarescu particip¨® ayer en el di¨¢logo inaugural del festival M¨¢laga 451: La Noche de los Libros, celebrado en la ciudad andaluza y organizado por el Centro de Cultura Contempor¨¢nea La T¨¦rmica. El evento tuvo la mayor asistencia de su historia en esta quinta edici¨®n, con unas 10.000 personas.

El autor rumano convers¨® con Carlos Pranger, escritor, traductor y albacea del legado del gran cronista brit¨¢nico Gerald Brenan. S¨®lido en sus argumentos y dejando trazas de una aguda iron¨ªa sat¨ªrica, Cartarescu rehuy¨® ese car¨¢cter retra¨ªdo y ensimismado que algunos le endosan y que en su literatura rebos a raudales. Habl¨®, y mucho, de poes¨ªa, a la que situ¨® como paradigma del arte y la defini¨® como "ese ¨®rgano vital" que invit¨® no a buscar en los libros y s¨ª en el reflejo de la mirada infantil, "m¨¢gica" y "milagrosa". Ferviente creyente en el gremio de los poetas iletrados, afirm¨® que los hubo que no escribieron palabra y que los buenos lo hicieron con constancia, pero con lentitud, "casi como uno se r¨ªe".

Reiter¨® convencido que ¨¦l no se pod¨ªa considerar escritor, sino una persona que escribe. ¡°?Qu¨¦ es decir de uno mismo que es escritor?¡±, se pregunt¨® antes de lanzar alguna de las primeras respuestas con las que deleit¨® al p¨²blico. Sobre sus inicios literarios, respondi¨® a la pregunta de Pranger con la descripci¨®n de un ni?o pobre criado en una casa sin demasiada cultura en las penurias del Bucarest de los setenta, pero que ¡°imaginaba, so?aba y hasta alucinaba¡±. Su interlocutor aprovech¨® para citar sus ¡°sofisticadas¡± descripciones precisamente de los sue?os como uno de los motivos de su ¨¦xito en espa?ol, al considerar que se dirige a un p¨²blico sobre el que a¨²n irradian con intensidad los mundos on¨ªricos que plasm¨® el realismo m¨¢gico.

¡°No creo que a los lectores les gusten demasiado, dudo que les interese tanto asomarse a la mente de los dem¨¢s¡±, respondi¨® Cartarescu. El autor, reconocido por su habilidad para crear imprevistas met¨¢foras, explic¨® su visi¨®n de la relaci¨®n entre los sue?os y la realidad, unidos por necesidad, aunque sin que aquellos suplanten la identidad de esta o la definan. "Es como un c¨ªrculo, pero que tiene dos reversos: uno, la vida real; el otro, el sue?o", resumi¨®.

Para el final del acto quedaron algunas referencias al proceso de creaci¨®n de este autor ("siempre l¨¢piz sobre cuaderno y evitando los tachones, como en la escuela") o a sus ascendientes literarios, entre los que situ¨® a Kafka o a Thomas Phynchon. De ellos dijo que no ansiaron popularidad ni ver publicada su obra, algo que valor¨® como la actitud m¨¢s ¡°correcta¡± para un escritor. "?Os habr¨ªais imaginado a Kafka hoy aqu¨ª?", se pregunt¨®.