¡®Tucumantes¡¯: relatos contra el silencio impuesto por la dictadura argentina
La periodista Sibila Camps narra en su ¨²ltimo libro la represi¨®n en la provincia de Tucum¨¢n a partir de un ex guerrillero que rob¨® y escondi¨® documentos de los militares

El exguerrillero argentino Juan Carlos El Perro Clemente pas¨® 33 a?os durmiendo sobre cad¨¢veres. Encima de una lista de 293 personas consideradas delincuentes subversivos por la dictadura y de las que 196 estaban marcadas con las iniciales DF, disposici¨®n final, que significaba ejecuci¨®n. La rob¨® en 1976 del centro clandestino de detenci¨®n que funcionaba en la Jefatura de polic¨ªa de San Miguel de Tucum¨¢n, en el norte de Argentina. La tuvo escondida bajo su cama hasta 2010, cuando la entreg¨® como prueba incriminatoria para el juicio sobre los cr¨ªmenes de lesa humanidad perpetrados en ese centro clandestino.
?C¨®mo hizo para dormir cada noche sobre esos desaparecidos y permanecer mudo m¨¢s de tres d¨¦cadas?, se cuestion¨® la periodista Sibila Camps. De esa pregunta naci¨® Tucumantes (Marea), una cr¨®nica que gira alrededor de la figura pol¨¦mica de este ex integrante de la guerrilla peronista Montoneros: fue torturado y se quebr¨®, colabor¨® con los militares pero ayud¨® a condenarlos, fue v¨ªctima y traidor.

En la b¨²squeda de informaci¨®n sobre Clemente la autora encontr¨® otras historias de la represi¨®n cubiertas de una gruesa capa de silencio. Al desenterrarlas y ponerlas en palabras convirti¨® a Tucumantes en un relato coral sobre las cicatrices del terrorismo de Estado, que se ensa?¨® con la provincia de Tucum¨¢n antes que con ninguna otra.
"El t¨ªtulo surgi¨® de inventar este participio presente, Tucumantes, para expresar c¨®mo contin¨²an hasta el d¨ªa de hoy las huellas del terrorismo de Estado", dijo Camps en la presentaci¨®n del libro, realizada la semana pasada en Buenos Aires. Para la autora, los tucumantes son las personas que aparecen en su libro pero tambi¨¦n las miles m¨¢s en esa provincia que "a¨²n no lograron vencer al silencio y a la negaci¨®n". "La imposici¨®n de un relato oficial sigue todav¨ªa muy fuerte en Tucum¨¢n. Hay quien niega realmente lo que ha ocurrido, muchas veces desde la propia ignorancia", agreg¨®.
El plan sistem¨¢tico de secuestros, torturas y desapariciones que llev¨® a cabo la dictadura argentina entre 1976 y 1983 tuvo su ensayo general en Tucum¨¢n en 1975, a¨²n en democracia. La bautizada como Operaci¨®n Independencia estaba dirigida contra el Ej¨¦rcito Revolucionario del Pueblo (ERP) en el monte tucumano y los Montoneros en las ciudades, pero fue la excusa para comenzar la persecuci¨®n de sindicalistas, opositores pol¨ªticos y militantes de derechos humanos que se agrav¨® tras el golpe militar de 1976.
Alumnos en aulas donde se tortur¨®
"El terrorismo de Estado tuvo caracter¨ªsticas en Tucum¨¢n que no se dieron en otras partes del pa¨ªs", subraya Camps tras la presentaci¨®n. En el resto de Argentina, la represi¨®n se centr¨® en zonas urbanas, mientras que esta provincia, la m¨¢s peque?a del pa¨ªs, hubo numerosas v¨ªctimas en zonas rurales y semirurales, explica la autora. En algunos de esos pueblos vieron pasar a autom¨®viles con cad¨¢veres en el techo, pero a¨²n hoy, 40 a?os despu¨¦s, casi nadie se atreve a hablar de "los que se llevaron".
En Tucum¨¢n se registraron cerca de 700 v¨ªctimas. Solo en Santa Luc¨ªa, con una poblaci¨®n de menos de 3.000 personas, hubo 47 desaparecidos. Uno de ellos fue Tom¨¢s Francisco Tocon¨¢s. Su hija Esther ten¨ªa ocho a?os la ¨²ltima vez que lo vio, el 22 de junio de 1975. Su hermana Victoria, nueve. En plena b¨²squeda los militares llamaron a la mujer de Tocon¨¢s a la base y sali¨® llorando, pero la madre nunca les cont¨® a sus hijas a qu¨¦ se deb¨ªan sus l¨¢grimas ni ellas volvieron a tener noticias de su padre.
La espera de las hermanas Tocon¨¢s dur¨® 35 a?os. En 2010 recibieron una llamada del Equipo Argentino de Antropolog¨ªa Forense (EAAF) que les inform¨® de la localizaci¨®n de los restos, relata Camps. Las huellas en su cuerpo y el relato de vecinos permitieron reconstruir la historia de Tom¨¢s: Dos semanas despu¨¦s de su desaparici¨®n, fue arrojado desde un helic¨®ptero a las afueras de Pozo Hondo, un pueblo de la provincia vecina de Santiago del Estero. Lo encontraron a los tres d¨ªas, con siete balazos en el cuerpo y quemaduras en las manos y en el rostro. Despu¨¦s de enterrarlo en el cementerio como NN (no name, sin identificar), los habitantes de la zona comenzaron a peregrinar con ofrendas de velas y flores para el "santito del cielo" ante la creencia de que devolv¨ªa la salud y consegu¨ªa trabajo. Con la exhumaci¨®n de sus restos el EAAF le devolvi¨® la identidad y su familia pudo conocer la verdad.
La lista salvada de la destrucci¨®n por Clemente fue la primera constancia oficial que tuvieron decenas de familias de que sus seres queridos hab¨ªan sido secuestrados. Entre los papeles que escondi¨® hab¨ªa tambi¨¦n declaraciones tomadas bajo tortura y nombres de personas a secuestrar . Toda esa documentaci¨®n fue clave para las condenas judiciales. Sin embargo, familiares de v¨ªctimas y otros sobrevivientes lo consideran un traidor y se niegan a dirigirle la palabra. "Hace 34 a?os que trato de saber por qu¨¦ estoy vivo y qui¨¦n lo orden¨®", dijo Clemente al declarar como testigo en el juicio. Las sospechas sobre Clemente por su colaboraci¨®n con los represores y la presunta entrega de compa?eros se repiten con otros secuestrados que vivieron para contarlo, pero en Tucum¨¢n ese manto de duda se extiende tambi¨¦n sobre numerosos desaparecidos debido a la oscuridad que a¨²n rodea los a?os de la dictadura. Las historias de Tucumantes "tienen en com¨²n que est¨¢n clausuradas por el silencio, la negaci¨®n y tambi¨¦n la tergiversaci¨®n", reflexiona Camps. Al publicarlas, la autora conf¨ªa en que ayuden a otros a hablar y alimenten as¨ª la memoria colectiva.
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