Sanchidri¨¢n y familia
Una nueva entrega de Las cr¨®nicas de Peter Sanchidri¨¢n vuelve al Pav¨®n con cuatro episodios y los fichajes de Ana Varela y Pepe Viyuela

No es frecuente que una funci¨®n vuelva al cartel la temporada siguiente de su estreno, y menos que su ¨¦xito genere una secuela (y se anuncie una tercera parte): as¨ª pas¨® con Las cr¨®nicas de Peter Sanchidri¨¢n, de Jose Padilla, en el ambig¨² del Pav¨®n, y est¨¢ sucediendo ahora, en la sala grande, con El viaje. Las cr¨®nicas de Peter Sanchidri¨¢n, volumen II. Ha habido cambios. Estamos, por vez primera, ante una recreaci¨®n de la ruinosa pero invicta nave C.R.I.S.T.I.N.A. (gentileza de Eduardo Moreno, Sandra Vicente y Pau Fullana). Comienza El viaje con el episodio ¡®Tres d¨ªas de aire¡¯. Y arranca con riesgo: mon¨®logo de Cristina, a escenario desnudo. Bueno, desnudo no; con la voz suntuosa de Laura Barrachina evocando, de entrada, a maese Dickens: ¡°Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos¡¡±. Pienso, de repente, que Cristina es m¨¢s que una nave: es una escritora creada por Sanchidri¨¢n, esa versi¨®n hisp¨¢nica del se?or Bradbury. Y me encanta o¨ªrla monologar, porque el texto es fant¨¢stico (nunca mejor dicho), pero me inquieta un poco una voz en un escenario desnudo: la prefiero a peque?as dosis, a lo largo de los cuatro episodios, como luego suceder¨¢. M¨¢s cambios: un par de astronautas (Mar¨ªa Herv¨¢s y Juan Vinuesa) andan, circunstancialmente, por otras galaxias, y han entrado en la banda Ana Varela y Pepe Viyuela.
¡®Tres d¨ªas de aire¡¯ transcurre en 2097. Volvemos a encontrarnos al capit¨¢n Otto (Crist¨®bal Su¨¢rez), de nuevo con problemas, esta vez quintaesenciados en el p¨¦rfido Oleg, ap¨®cope elegante de Olegario Manuel Socu¨¦llamos. Lo interpreta un soberbio Pepe Viyuela que parece pose¨ªdo por el esp¨ªritu de Landa. Tiene textos largos que borda como un malabarista de las palabras. Y frases lapidarias: ¡°En el espacio exterior, la Seguridad Social funciona regular¡±. La segunda entrega, ¡®Dientes¡¯, arranc¨® un tanto a trompicones la noche que vi la funci¨®n: m¨¢s tarde intentar¨¦ contar mi posible porqu¨¦. Las tres actrices (Laura Gal¨¢n, Antonia Paso y Ana Varela) entraron, en mi opini¨®n, un tanto altas de ritmo y de tono: a ratos me costaba seguirlas. Quiz¨¢s, por otro lado, habr¨ªa que recortar ese principio. Crist¨®bal Su¨¢rez hace uno de sus mejores trabajos y se lleva el episodio con un personaje (P¨¦rez, el visitante) que parece imaginado por Richard Matheson. La historia sube como la espuma con su llegada. ?Qu¨¦ decir sin destripar demasiado? Que naci¨® en los d¨ªas de Alfonso XIII, y que tiene m¨¢s poderes que un notario, pero un gran punto flaco.
¡®Intermedio¡¯ despega, haciendo honor a su nombre, durante la pausa de un debate televisado. Un pol¨ªtico llamado Lucas (de nuevo papelazo para Viyuela) quiere cortar el bacalao, como todos, pero otra fiera que atiende por ¡°Doctor¡± e interpreta Jos¨¦ Juan Rodr¨ªguez le ofrece ser, directamente, el rey del mambo. Otro fenomenal mano a mano, modelo Sorkin a la espa?ola, cercado por Laura Gal¨¢n, Antonia Paso, Ana Varela y Crist¨®bal Su¨¢rez, todos impecables.
Florita, nuevo salto en el espacio-tiempo: Madrid, 1955. Cuando lo le¨ª pens¨¦: ¡°Parece una f¨¢bula de Jaime de Armi?¨¢n perfumada con esencia de Sanzol¡±. Una pareja de magos, Florita (Ana Varela) y Malva (Jos¨¦ Juan Rodr¨ªguez) reciben una inquietante visita de las altas instancias, Coscolluela (Antonia Paso) y Mendoza (Pepe Viyuela), guiando a dos personajes sorpresa, encarnados por Laura Gal¨¢n y Crist¨®bal Su¨¢rez. Florita y Malva son valleinclanes¨ªsimos. Y Coscolluela es arnichesca hasta la m¨¦dula, con frases como ¡°Ag¨¦nciese una tilita, compa?ero, por la cuenta que le trae y el tiempo de que dispone¡±. Rodr¨ªguez se acerca al conmovedor Paulino de Ay, Carmela, y Varela relumbra en la preciosa escena donde Florita cuenta su verdad. Rodr¨ªguez, Paso y Gal¨¢n tienden aqu¨ª a la aceleraci¨®n: pega que, como la antes mencionada, quiz¨¢s no cueste solventar en pr¨®ximas funciones. Tres l¨ªneas para acercarles la miel de ¡®El susurro de la luna¡¯, ¨²ltimo episodio. 1) Aparece alguien muy esperado, al que se reverencia como Due?o de las Ficciones. 2) Vuelve a sonar, a guisa de himno sacro, God Only Knows, de san Brian Wilson, coreada por los angelillos de la escuela de Langley. 3) Y flamea este emblema: ¡°Haznos creer que hay un universo m¨¢s all¨¢¡±.
Vuelvo a la teor¨ªa que mencion¨¦ de pasada en ¡®Dientes¡¯. Algunos pasajes excesivos de tono y ritmo acaso se debieron a un quinteto de espectadores, posibles fans fatales de la primera entrega, que la otra noche rompieron a re¨ªr a la hipohuracanada usanza cada dos frases. La risa es un regalo de los dioses, sobre todo a teatro lleno, pero cuando las carcajadas suenan como asteroides golpeando una cubierta, dificultan la audici¨®n y, apostar¨ªa, no facilitan el trabajo de los int¨¦rpretes. No hay dicha completa, aunque ya me relamo ante la promesa de la tercera entrega: Aterrizaje.
El viaje. Las cr¨®nicas de Peter Sanchidri¨¢n, volumen II. Texto y direcci¨®n: Jose Padilla. Teatro Pav¨®n Kamikaze. Madrid. Hasta el 16 de junio.
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