Solo ante la muerte

Las pel¨ªculas de supervivencia, de aventura en un entorno inh¨®spito o en los confines del mundo, con la amenaza de acabar en muerte y en la m¨¢s absoluta soledad, podr¨ªan dividirse en dos grupos. Las que acuden a otros elementos narrativos, melodram¨¢ticos o formales para acompa?ar a la odisea de sufrimiento del ser humano: de Walkabout y 127 horas a La vida de Pi pasando por N¨¢ufrago, El renacido o la espa?ola Solo. Y las que prefieren la austeridad, y evitar tanto los flashbacks informativos del pasado de los personajes como el apoyo en montajes, m¨²sicas y detalles de direcci¨®n, con los que ¡°introducir¡± al espectador en las sensaciones del superviviente; las que prefieren quedarse fuera, sin inmersi¨®n, y simplemente ¡°mostrar¡± ese esquinado acontecer.

Entre estas, quiz¨¢ con Las aventuras de Jeremiah Johnson (Sydney Pollack, 1972) como modelo ejemplar en su parte esencial, hay que incluir ?rtico, estimable producci¨®n islandesa dirigida por el novel Joe Penna y protagonizada por una estrella global, Mads Mikkelsen, que ahonda en el clasicismo en su narrativa y en su puesta en escena invisible, muy en la l¨ªnea de otra pel¨ªcula reciente de aliento armonioso y equilibrado: Cuando todo est¨¢ perdido (J. C. Chandor, 2013). De hecho, si cambiamos el agua del oc¨¦ano por la nieve del Polo Norte y el barco por un avi¨®n, casi podr¨ªan ser primas hermanas en su acercamiento, salvo en un detalle, quiz¨¢ el m¨¢s memorable de la pel¨ªcula de Chandor: su desenlace.

Con una banda sonora sutil y sin sentimentalismos, abocada a la inmensidad del paisaje, ?rtico contiene diversas situaciones que rememoran otras de algunas de las mejores pel¨ªculas del subg¨¦nero: la piedra de 27 horas, la tormenta de viento de Dersu Uzala, el oso de El renacido. Pero tiene la virtud de la sinceridad y, sobre todo, la de comenzar con la v¨ªctima tiempo despu¨¦s del accidente, lo que provoca que la finura a la hora de ir otorgando informaci¨®n, sin vueltas atr¨¢s en el tiempo, sea otra de las virtudes de un trabajo donde, adem¨¢s, reluce la descomunal labor f¨ªsica y gestual de Mikkelsen.