El arte que naci¨® del napalm de Vietnam
El Smithsonian de Washington acoge una de las mayores exposiciones de sobre la primera guerra televisada de la historia
Apenas se puede ver. Una l¨¢mpara de mesa ilumina sin fuerza una sala de estar envuelta en una atm¨®sfera deprimente. Los ceniceros abarrotados de colillas, la funda gastada de un sill¨®n turquesa y un televisor de los a?os sesenta que proyecta el recuento semanal: 217 soldados estadounidenses muertos y 435 enemigos dados de baja. La instalaci¨®n de 1968, obra del artista Edward Kienholz, se titula Eleventh Hour Final, un juego de palabras entre el ¨²ltimo noticiario del d¨ªa y la hora final. El sal¨®n es la puerta de entrada a una de las mayores exposiciones montadas hasta ahora sobre la guerra de Vietnam, la primera contienda televisada. El Smithsonian de Washington acoge hasta agosto una muestra diversa y agresiva con obras de Yoko Ono, Liliana Porter, David Hammons, entre muchos otros. Varias de las piezas no hab¨ªan sido nunca antes expuestas por el temor de los artistas a ser arrestados hace medio siglo.
Eileen Doughty, profesora del Museo de Arte Americano Smithsonian, aclara que Los artistas responden: el arte estadounidense y la guerra de Vietnam, 1965¨C1975 ¡°no intenta ser una narraci¨®n de los hechos hist¨®ricos¡±, sino de c¨®mo el arte cambi¨® durante esa d¨¦cada. Mientras el mundo se sorprend¨ªa con las obras que engendraban los artistas pop en la Factor¨ªa de Andy Warhol, aparecieron figuras como Martha Rosler, referente del arte conceptual, con otro tipo de manifiestos. Utilizando recortes de la revista House Beautiful, dirigida a las familias acomodadas, y de la publicaci¨®n mensual Life, premiada por sus fotorreportajes sobre la guerra de Vietnam, Rosler elabor¨® crudos collages. Su serie Hermosa casa: llevar la guerra al hogar presenta escenas de la clase alta con im¨¢genes superpuestas de vietnamitas mutilados, heridos: en un sal¨®n con decoraci¨®n festiva, en el comedor de la primera dama Pat Nixon o en la intimidad de un dormitorio matrimonial.
Rosler forma parte de los 58 artistas que exponen cerca de un centenar de obras que elaboraron tras la decisi¨®n del presidente estadounidense Lyndon B. Johnson de desplegar tropas en el Sur de Vietnam y hasta la ca¨ªda de Saig¨®n una d¨¦cada despu¨¦s. Las pinturas, esculturas, grabados, performances, instalaciones, arte documental y conceptualismo fueron escogidas por la conservadora Melissa Ho. La curadora abre espacio a las piezas de mujeres, afroamericanos y latinos, que en los sesenta no ten¨ªan apoyo para presentar su trabajo, y en muchas ocasiones, quienes lo hac¨ªan, terminaban detenidos.
El creciente reclutamiento de los afroamericanos durante la guerra abri¨® una grieta en una comunidad que reclamaba que sus derechos no eran respetados en un pa¨ªs al que ten¨ªan que ir a defender fuera. De los 246.000 hombres reclutados entre octubre de 1966 y junio de 1969, el 41% eran negros, aunque solo representaban el 11% de la poblaci¨®n en EE UU. La artista y activista Faith Ringgold atac¨® el racismo dibujando una bandera estadounidense a la que titul¨® Flag For The Moon, en alusi¨®n a la llegada del hombre a la luna. Con letras negras escribi¨® en el pedazo estrellado "Muere" y en vez de las franjas blancas, con trazos grises form¨® la palabra prohibida "Negrata", que era como llamaban los blancos a los esclavos afroamericanos. La pieza era una cr¨ªtica desvelada a la hipocres¨ªa del gobierno estadounidense. Cuando Ringgold present¨® la obra en 1970, la arrestaron y condenaron por violar la Ley de Protecci¨®n de la Bandera de 1968. Ahora se exhibe en el coraz¨®n pol¨ªtico del pa¨ªs.
Otra artista que utiliz¨® la bandera como s¨ªmbolo de agresi¨®n fue Judith Bernstein. La exalumna de Yale dec¨ªa que quer¨ªa hacer los cuadros ¡°m¨¢s feos posibles¡±. ¡°?Quiero que sean tan feos y aterradores como lo fue la guerra!¡±. A primera vista, su obra Navidad de un soldado, de 1967, parece mostrar una corona navide?a decorada con luces de colores. Pero en realidad se trata de una vagina abierta rodeada por una bandera estadounidense. A la derecha un grafiti que reza "Cari?o, carajo, no te merece la pena". Bernstein encontr¨® inspiraci¨®n para su trabajo muchas veces en los escritos que le¨ªa en los ba?os de hombres, donde hab¨ªa mensajes de miedo y rabia sobre la guerra de Vietnam. Con ese material, mezclado con humor negro y el tab¨² del imaginario sexual cre¨® cuadros que hasta el d¨ªa de hoy, como advierte la profesora Doughty, pueden resultan muy crudos para ciertos espectadores.
La exposici¨®n refleja c¨®mo cada artista busc¨® la plataforma m¨¢s c¨®moda para criticar lo que estaba ocurriendo: trajes de soldados rellenos de arena esparcidos por el piso, ampolletas fluorescentes dispuestas de tal modo que simulan emboscadas visuales o una m¨¢quina de escribir que escupe sin cesar las noticias de ¨²ltima hora. Yoko Ono es una de las tres artistas asi¨¢tico-estadounidenses con que cuenta la muestra. Un peque?o televisor antiguo apoyado en el suelo la muestra inm¨®vil mientras el p¨²blico, la mayor¨ªa hombres, cortan con tijeras su vestido negro ante su total inmutabilidad. No importaba c¨®mo lo expresaran, la conclusi¨®n era siempre la misma: la guerra hab¨ªa cambiado el arte.
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