Jugando en otro tablero
'Novela de ajedrez', gran relato de Stefan Zweig, ha subido al Romea de Barcelona en versi¨®n catalana con original puesta de Iv¨¢n Morales
Novela de ajedrez es el ¨²ltimo y admirable relato de Stefan Zweig pero no su ¨²ltimo libro, como acostumbra a creerse: ese fue La tierra del futuro, un ensayo sobre Brasil escrito en 1941. Zweig y su esposa, Lotte Altmann, se suicidaron en Petr¨®polis el 22 de febrero de 1942, obsesionados por un nazismo que les parec¨ªa imparable. Iv¨¢n Morales firma la versi¨®n teatral catalana y su puesta en el Romea barcelon¨¦s (primera producci¨®n de la etapa Pou), a partir de la dramaturgia de Anna Maria Ricart, con el t¨ªtulo de La partida d¡¯escacs. Marc Salicr¨² es el responsable de la escenograf¨ªa, las luces y las im¨¢genes de la sala central de un transatl¨¢ntico rumbo a Am¨¦rica. Ha dise?ado tres grandes l¨¢mparas, lujosas y movedizas, como si estuvi¨¦ramos en el sal¨®n de primera clase de una Europa flotante.
Jordi Bosch, proteico, encarna a todos los personajes. Miriam Compte se encarga del vestuario y Toni Santos de las caracterizaciones. Clara Aguilar, que bord¨® la selecci¨®n y las mezclas de Esmorza amb mi, el anterior trabajo de Morales, ha armado aqu¨ª una hermosa banda sonora brasile?a, que ilustrar¨ªa, quiz¨¢s, el ensue?o y el adi¨®s de los Zweig, con piezas de Chico Buarque, Ata¨²lfo Alves, el inolvidable Chega de saudade de Vinicius y Jobim, as¨ª como Balada para un loco, en clave instrumental de Pugliese, y valses a cargo de Los Bohemios Vieneses (m¨¢s bonaerenses que vieneses). Morales me cuenta que Aguilar firma tambi¨¦n el tema central de piano, ¡°as¨ª como los samplers y loops que subra?yan el creciente trastorno del protagonista¡±.
El veterano Jordi Bosch aparece en escena como un maestro de ceremonias ir¨®nico que anuncia su fijaci¨®n con el tema de los monomaniacos. Domina el arte de hacerse escuchar (y meterse al p¨²blico en el bolsillo): creo que no le hace falta caricaturizar la figura de McCon?nor, el millonario americano que sufragar¨¢ las partidas. En pocos minutos, pues, Bosch se desdobla en el presentador, el magnate, el camarero que facilita informaci¨®n y, sobre todo, en Mirko Czentovi?, el campesino analfabeto que se ha convertido en un campe¨®n mundial de ajedrez. Escucho la fascinante historia de su vida, y pienso que quiz¨¢s se parezca un poco a Luzhin, el protagonista de La defensa, que Nabokov cre¨® en Berl¨ªn en 1930. Y me extra?a que la historia de Czentovi? est¨¦ m¨¢s narrada que encarnada por Bosch, pero la estrategia (de Zweig y Morales) es astuta: aunque lo parezca, el gran personaje del relato todav¨ªa no ha aparecido. Y el gran relato, a mi entender, no despega hasta que un equipo, financiado por McConnor, desaf¨ªa a Czentovi?, y entra literalmente en escena el enigm¨¢tico se?or B. Resumiendo mucho, la clave no es tanto seguir una gran partida, sino descubrir por qu¨¦ raz¨®n B llevaba 25 a?os sin jugar al ajedrez. Al averiguar qu¨¦ le acosa, daremos la raz¨®n a Morales cuando dice que el texto de Zweig es una historia de terror, que nos atrapa por el cuello en el momento en que Bosch pasa a convertirse en ese banquero vien¨¦s que un d¨ªa cualquiera quiso convencerse, ingenuamente, de que su vida ya no cambiar¨ªa. S¨ª, la historia del se?or?B le da cien vueltas a la de Mirko. Y probablemente a la de cualquier otro viajero del barco.
Es una novela breve, as¨ª que Zweig cuenta la ascensi¨®n nazi en pocos p¨¢rrafos. Y el traslado de B a una habitaci¨®n del hotel Metropol: la sede vienesa de la Gestapo. Se suceden los interrogatorios. El insomnio. Lo que B se repite hora tras hora para no caer en un negro oc¨¦ano de silencio. Hasta que un d¨ªa aparece un libro en el bolsillo de un uniforme. Y B se percata de que el libro parece haber llegado providencialmente para darle un nuevo uso a la colcha cuadriculada de la cama. Al fin, algo que ha roto la nada. La gran pregunta: ?c¨®mo puede ser alguien su propio adversario? Ese es el mayor reto de B, por el que deber¨¢ pagar un precio. Y la mejor parte de la historia. Y de la interpretaci¨®n de Bosch, que llega al final del pasado de B, para abrir la puerta de un nuevo reto. Baste con decir que el gran momento es un enfrentamiento tan tenso como el de Fast Eddie Felson frente al Gordo de Minnessotta en El buscavidas, el pelicul¨®n de Robert Rossen. Hablando de pel¨ªculas, lamento no haber visto Juego de reyes, la adaptaci¨®n al cine de la novela de Zweig, dirigida por Gerd Oswald en 1960, con Curd Jurgens y Mario Adorf. Volvamos al Romea. Baja el tel¨®n de la ¨²ltima escena, tan elegante como letal. Un buen espect¨¢culo, muy bien servido, con buena atm¨®sfera. Con algo de carrusel de espejos, con un Jordi Bosch que pasa sabiamente de la comedia a la locura, pero al que quiz¨¢s le falte algo m¨¢s de calambrazo.
La partida d¡¯escacs. Texto: Stefan Zweig. Direcci¨®n: Iv¨¢n Morales. Teatro Romea. Barcelona. Hasta el 16 de junio.
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