Feria libre
El libro de Alejandro Zambra no ser¨ªa extra?o que estuviera pasando inadvertido en medio del bullicio de la Feria
March¨¢bamos por el Retiro, al atardecer, cuando volvieron a preguntarme por las relaciones entre realidad y ficci¨®n. ?Otra vez? Casi no daba cr¨¦dito a lo que o¨ªa y opt¨¦ por recordarles unas palabras de Wittgenstein que a mi parecer iluminaban la cuesti¨®n: ¡°Obviamente, si en una olla hierve agua, sale vapor de ella. Tambi¨¦n hay vapor en la imagen de esa olla. Ahora bien, ?y si uno insistiera en decir que tambi¨¦n tiene que haber algo hirviendo en la imagen de la olla?¡±
Sin permitirles un m¨ªnimo descanso, cambie de tema y, ya s¨®lo por el placer de seguir incordiando, o discrepando, coment¨¦ que en la bulliciosa Feria estaba triunfando lo confesional y lo sincero (para m¨ª lo menos art¨ªstico en una narraci¨®n) y que, a consecuencia de esto, en lo que ata?¨ªa al sector de las novelas espa?olas, se valoraba m¨¢s aquellas que afirmaban disponer de ollas que herv¨ªan de verdad.
Es el triunfo del cocido y del paleol¨ªtico, conclu¨ª feliz. Y entonces fueron ellos los que cambiaron de tema y pasaron a preguntarme por el orden de mis preferencias: si novela, poes¨ªa, o ensayo¡ No supe verlo entonces, pero, con aquel cambio de ritmo, me mostraron, sin saberlo, el camino de los pasos libres que iba a dar ¨Cde hecho, los que doy ahora¨C cuando me llegara el momento de abordar el relato de aquel paseo en el que si algo iba comprobando era que toda charla entre caminantes suele nutrirse de la incertidumbre del tema, cuando no de la ausencia misma de ¨¦ste.
En realidad ¨Cdije respondiendo a su pregunta¨C, me fascina el g¨¦nero indefinido, por ejemplo, de Tema libre, de Alejandro Zambra. Un libro pensado para las tardes distintas del futuro, dije, un libro que no ser¨ªa extra?o que estuviera pasando inadvertido en medio del bullicio de la Feria. Y expliqu¨¦ que Tema libre era un conjunto de contenidos varios ¨Cconferencias, ficciones, ensayos¨C que, como ya advert¨ªa el t¨ªtulo, se disparaban en m¨²ltiples direcciones.
Ahora pienso que la f¨®rmula de Zambra ¨Cposeedora parad¨®jicamente de una curiosa unidad que le otorga la voz propia de su autor¨C puede aplicarse a cualquier texto que aspire a pertenecer a ese g¨¦nero indefinido, ambiguo, que en su momento, si no ando equivocado, refund¨® el gran Monterroso al publicar Movimiento perpetuo, aquel libro que suger¨ªa, por si acaso hab¨ªa sido ya olvidada, una escuela literaria de la agilidad y un estilo de prosa, de trasfondo po¨¦tico, que Zambra llevaba tiempo modulando a su aire, porque Zambra siempre ha sido, debo aqu¨ª subrayarlo, un escritor en constante renovaci¨®n, alguien que a veces parece hablar una lengua que para seguir existiendo debe cambiar todos los d¨ªas. Y es bien sencillo admirarlo si, por ejemplo, entramos en Tema libre y nos dirigimos a la pieza Pen¨²ltimas actividades, donde se recomienda a un joven escritor principiante que prenda fuego por completo a su biblioteca y luego comience de cero, o bajo cero, sin tener que agradecerle nada a nadie, como si no hubiera Feria ni nada, como si no hubiera tema, ni camino, y s¨®lo se hiciera tema al andar.
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