La conspiraci¨®n musical de los oficios
El Teatro Real es un trasatl¨¢ntico en cuyo vientre hay ¡°talento, energ¨ªa, entusiasmo y rigor¡±. No ser¨ªa ni un eco de la historia de la ¨®pera si con ella no conspiraran los 300 t¨¦cnicos que hacen que funcione aqu¨ª a tope la maquinaria de la m¨²sica
El Teatro Real es un trasatl¨¢ntico en cuyo vientre hay ¡°talento, energ¨ªa, entusiasmo y rigor¡±. No ser¨ªa ni un eco de la historia de la ¨®pera si con ella no conspiraran los 300 t¨¦cnicos que hacen que funcione aqu¨ª a tope la maquinaria de la m¨²sica.
Ah¨ª est¨¢n ebanistas, maquilladores, peluqueros, utileros, mec¨¢nicos, iluminadores, tramoyistas, decoradores, pintores... Este barco mide m¨¢s que un pueblo (65.000 metros cuadrados desde la c¨²pula al ¨²ltimo s¨®tano). Son artesanos y artistas, ocupados en lo que ser¨¢ complemento esencial de las voces o los instrumentos de los que aparecen en los t¨ªtulos de cr¨¦dito.
Aqu¨ª dentro cabr¨ªa el edificio de Telef¨®nica; recorrerlo es saltar de los andamios de los pintores al lugar donde la peluquer¨ªa o la caracterizaci¨®n convierten a los artistas en seres de otro mundo, so?ados por Verdi o por Strauss. Gracias a las artes de los oficios seres angelicales, mujeres u hombres, son de pronto monstruos como de leyenda.
Este hombre, Tala, lleva iluminando caras y por tanto voces, y si se concentra ve en la imaginaci¨®n de su memoria ¡°la brutal exigencia¡± con que ordena sus espect¨¢culos Bob Wilson. Antonio Calvo est¨¢ en una esquina de los s¨®tanos, haciendo que la cerrajer¨ªa invente los elementos que luego ser¨¢n una barca navegando por el escenario. Pero ¨¦l no estar¨¢ solo en esa aventura: cuando ya est¨¢ decidido que eso que le encargan debe ser una barca, todos los implicados de los distintos ramos de la artesan¨ªa se juntar¨¢n para decidir c¨®mo ha de ser el artilugio.
Daniel Nicolai, que aqu¨ª hace de todo, est¨¢ en este momento pintando un cuadro que uno se encontrar¨¢ un d¨ªa por el trayecto, pero entre sus tareas est¨¢ convertir en nuevos antiguos frescos. En este momento prepara, por cierto, para la Semana de la ?pera (6 a 13 de julio), unos huevos fritos con patatas cuya simulaci¨®n ser¨¢, ese d¨ªa, una atracci¨®n irresistible para los chicos.
En la sastrer¨ªa se almacenan ropajes que est¨¢n esperando, por ejemplo, que venga alguien que, con ello encima, ya ser¨¢ Otelo. Aqu¨ª se envejecen trajes, se hacen de oro y de plata, de color tierra o se empalidecen. Esther Dolera, en caracterizaci¨®n, explica ¡°el engranaje minucioso que funciona como un reloj¡± para que de all¨ª salgan los monstruos o los embellecimientos. Citan aqu¨ª lo que Hugo Bianco, un hist¨®rico que ahora dirige La Zarzuela, explicaba para condensar lo que es este teatro por cuyo vientre vamos caminando: ¡°Un buque en el que todo el mundo tiene que remar¡±.
Hay en todas partes, en cualquier compartimento, una obsesi¨®n como alemana por la perfecci¨®n. ¡°Y es que¡±, dice alguien, ¡°el artista se la juega, y nosotros se lo tenemos que dar todo a tiempo y bien hecho¡±. En los ensayos de la orquesta y de los coros se expresa esa minuciosidad que parece de mani¨¢ticos. Una imagen de Carlos ?lvarez, el tenor, suave de facciones que termina siendo un terrible Rigoletto, refleja mejor que nada la fantas¨ªa a la que se aspira en el vientre de este trasatl¨¢ntico en el que 300 personas viven, apasionadamente, una tarea que parece imitar la misma creaci¨®n del mundo. Alguien dijo, al fin: ¡°Pero Dios lo tuvo m¨¢s f¨¢cil¡±.
Babelia
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