Una densidad enigm¨¢tica
A medida que se avanza en los cuentos de Edgardo Cozarinsky emerge lo insospechado, el coraz¨®n de los verdaderos hechos que nos narra
Todo lo que he le¨ªdo hasta ahora de Edgardo Cozarinsky (Buenos Aires, 1939) es pura excelencia literaria. Como su poder de invenci¨®n, tanto en el cuento como en la novela, sumado a su sentido de la narraci¨®n pura sin sacrificar nunca los temas m¨¢s espinosos de la condici¨®n humana: la aventura espiritual, los territorios insondables, las trampas de la memoria, la decadencia del tiempo, el pasado que nunca sabemos si fue real o ficticio.
Regresa ahora el autor argentino con libro de cuentos nuevo. Se trata de En el ¨²ltimo trago nos vamos, ocho piezas que confirman su gran nivel como cuentista. Todos los cuentos de Cozarinsky revelan una parte oculta, como si confirmara la c¨¦lebre teor¨ªa del iceberg de Ernest Hemingway. Leemos la superficie, pero a medida que avanzamos emerge lo insospechado, el coraz¨®n de los verdaderos hechos que se nos narra. Una de las leyes que impera en este libro es el arte de contar. Siempre hay alguien que narra y otro u otros que escuchan la narraci¨®n. Son como piezas dentro de la pieza principal.
Ocurre en el cuento titulado ¡®Grand H?tel des ruines¡¯, uno de los m¨¢s extensos de los ocho junto con ¡®La dama de pique¡¯. Precisamente en este cuento hay una advertencia: ¡°Esta historia no tiene argumento, a menos que su argumento sea la Historia¡±. Oportun¨ªsima, porque uno a veces tiene la impresi¨®n de que a su autor le tiene sin cuidado, incluso que lo necesita, que ambos territorios se confundan.
Precisamente esta ambig¨¹edad es la que le presta a los textos su densidad enigm¨¢tica. Hay un relato que puede resumir todo lo dicho hasta ahora. Se trata de ¡®La otra vida¡¯. Un hombre es atropellado en una calle de Buenos Aires, exactamente en el Parque Lezama, el mismo sitio donde Mart¨ªn conoce a la atormentada Alejandra en Sobre h¨¦roes y tumbas, de Ernesto S¨¢bato. El hombre muere pero todo resulta como si siguiera igual. Siguen los mismos sem¨¢foros en las esquinas de su barrio, los mismos amigos, conocidos, el mismo piso, la misma mujer, el mismo pasado y tal vez las mismas esperanzas. Tanto nos recuerda a esas naturalezas muertas que tan vivas nos parecen. Esos frutos que podemos morder. Una delicia de libro.
En el ¨²ltimo trago nos vamos. Edgardo Cozarinsky. Tusquets, 2019. 192 p¨¢ginas. 18 euros.
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