El Hollywood m¨¢s rojo
Un libro de fondo de armario cinematogr¨¢fico que ayuda a comprender lo que hay detr¨¢s de tantos cl¨¢sicos del cine que a¨²n nos hacen vibrar

1. Antiamericanos
A menudo sucede que los ¨¢rboles impiden la visi¨®n cabal del bosque del que forman parte. Es lo que le ocurre al, por otra parte, exhaustivo y bien documentado La izquierda de Hollywood (Machado Libros), de Paul ?Buhle y Dave Wagner, publicado originalmente en 2002 y considerado por la mayor¨ªa de los historiadores del cine un ensayo imprescindible para comprender la enorme influencia que los ¡°radicales¡± ¡ªy de modo especial, los comunistas¡ª tuvieron en la producci¨®n y difusi¨®n de las ideolog¨ªas de izquierda durante la edad de oro de Hollywood.
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Buhle (autor, entre otros libros acerca de la cultura de la izquierda en Estados Unidos, de una muy citada historia del marxismo en ese pa¨ªs) y Wagner (a quien se debe A Very Dangerous Citizen, la mejor biograf¨ªa del guionista, director y exmiembro del Partido Comunista Abraham Polonski) acumulan en su libro tantos datos, tantas an¨¦cdotas, tantos rasgos biogr¨¢ficos de los guionistas, productores, directores, actores y actrices que en su momento ser¨ªan llamados a declarar ante el Comit¨¦ de Actividades Antinorteamericanas (HUAC, por sus siglas en ingl¨¦s), que a menudo el lector se pregunta cu¨¢l es el prop¨®sito de tanta erudici¨®n no suficientemente jerarquizada.
Por sus p¨¢ginas figuran todos los que intervinieron activa o pasivamente en aquellas pel¨ªculas ¡ªde Dorothy Parker o Dashiell Hammett a Katharine Hepburn o Humphrey Bogart¡ª. Se analizan pel¨ªculas, con especial atenci¨®n a sus subtextos ¡ª?como en el caso de El enemigo p¨²blico (William A. Wellman, 1932) o Solo ante el peligro (Fred Zinnemann, 1952), que algunos interpretaron como una alegor¨ªa final del maccarthismo¡ª; se repasan los g¨¦neros que resultaron m¨¢s proclives a la exposici¨®n de tesis anticapitalistas y antifascistas ¡ªel film noir, el terror, el w¨¦stern¡ª; se reflejan las conductas pol¨ªticas ¡ªy personales¡ª de los protagonistas y su impacto en el imaginario y la cultura popular de la edad de oro de Hollywood. Y todo ello en un contexto de dos d¨¦cadas largas ¡ªdesde principios de los treinta hasta los cincuenta¡ª en las que pas¨® de todo: Gran Depresi¨®n, new deal, consolidaci¨®n del estalinismo, ascenso del fascismo, Guerra Mundial, comienzo de la Guerra Fr¨ªa. Un libro de fondo de armario cinematogr¨¢fico que ayuda a comprender lo que hay detr¨¢s de tantos cl¨¢sicos del cine que a¨²n nos hacen vibrar.
2. Fantasmal
En Juan Benet y el aliento del esp¨ªritu sobre las aguas (Muchnik Editores), la mejor cr¨®nica que conozco sobre las verbosas y alcoh¨®licas andanzas nocturnas (pero no solo) del gran escritor y sus (m¨¢s) j¨®venes amigos y/o disc¨ªpulos en los vertiginosos setenta y ochenta, Eduardo Chamorro afirma, con la raz¨®n biogr¨¢fica de su lado, que ¡°si uno habla de Juan Benet, Eur¨ªpides, la catedral de Mil¨¢n, Rembrandt, Sibelius o la batalla de Stalingrado, uno habla en ¨²ltimo t¨¦rmino de s¨ª mismo¡±. Y no hace falta referirse a tan altas cumbres porque en el fondo, siempre que uno habla de otro ¡ªlo ame, lo odie o le sea indiferente¡ª, tambi¨¦n lo hace de s¨ª mismo, y Dios sabe que con alguno de los retratados en aquella cr¨®nica todo acab¨® a (metaf¨®ricos) balazos. Por eso se me hace raro hablar de Las aguas del fantasma (Ediciones del Viento), la novela p¨®stuma de Eduardo.
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La primera vez que le¨ª algo suyo fue un libro ya olvidado que circulaba abundantemente por la Universidad Complutense en los a?os de la marxistizaci¨®n del saber: los dos tomitos de la Introducci¨®n al proceso hist¨®rico que public¨® en 1969 Halc¨®n y fueron reeditados m¨¢s tarde (y varias veces) por Castellote. Chamorro tendr¨ªa entonces menos de 25 a?os y ya firmaba columnas en las revistas m¨¢s o menos cr¨ªticas del tardofranquismo. A Chamorro le interesaba casi todo: la historia en primer lugar, y especialmente la de los siglos del Barroco, como testifican un pu?ado de obras divulgativas y La cruz de Santiago, una novela melanc¨®lica y crepuscular en torno a Diego Vel¨¢zquez que fue finalista del Planeta de 1992.
Chamorro tradujo bien a sus maestros angl¨®fonos ¡ªah¨ª tienen la Oda del viejo marinero, de Coleridge, que coeditaron La Gaya Ciencia de Rosa Reg¨¤s y Bocaccio, el santuario laico donde terminaba la noche madrile?a de los conjurados benetianos¡ª. Incluso lleg¨® a atreverse a corregir y ponerle notas a la traducci¨®n del Ulises de Salas Subirat (publicada por Salvador Rueda en 1945), que fue la primera edici¨®n completa en castellano del cl¨¢sico modernista. Pero Chamorro era sobre todo un narrador oral que conoc¨ªa los mecanismos del relato: un tusitala, un contador de historias, como llamaban los samoanos a Stevenson, otro de los mitos de su personal pante¨®n. De sus obras narrativas a¨²n recuerdo entre brumas algunos de los Relatos de la fundaci¨®n (La Gaya Ciencia, 1980) y la novela de cierto misterio Guantes de segunda mano (1991), que le publicamos Luis Su?¨¦n y quien esto escribe durante nuestro paso por Alfaguara.
En Las aguas del viento, su novela p¨®stuma, est¨¢ todo Chamorro, empezando por su prosa demorada y melanc¨®lica, su querencia por los paisajes norte?os y cubiertos, su devoci¨®n por Cunqueiro y por los relatos con misterio, su tendencia al anticl¨ªmax de la iron¨ªa. El armaz¨®n de la novela: un peque?o grupo de jubilados compuesto por personajes bastante estramb¨®ticos (hay, por ejemplo, un exluchador de sumo que ha adelgazado y un antiguo borrachuzo que devora gatos fritos, adem¨¢s de un fantasma que planea sobre el conjunto) se re¨²ne en un viejo hotel y, mientras, el portero de noche, que se parece mucho a Chamorro, nos cuenta sus historias (y las de sus c¨®nyuges), incluyendo la de su intento de reflotar una embarcaci¨®n sin un prop¨®sito muy claro. Aparte de eso ¡ªque no es poco¡ª y del transcurrir de una prosa al servicio de s¨ª misma, no pasa gran cosa. Y esa es la mayor melancol¨ªa contenida en esta novela p¨®stuma.
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