Juan Luis Guerra refresca Madrid y la confirma como capital latina europea
El m¨²sico dominicano da prueba de su gran momento en un abarrotado WiZink Center
Ante los cerca de 40 grados con aires saharianos, la mejor batalla que se le pod¨ªa plantear este jueves al term¨®metro era un concierto de Juan Luis Guerra. As¨ª parecieron confirmarlo las 15.000 personas que abarrotaron el WiZink Center madrile?o para recibir a esta leyenda de la m¨²sica latina, en una ceremonia de baile continuo que no ces¨® durante dos horas.
Llegaba el m¨²sico dominicano con los 14 miembros de la banda 4:40 y un disco reciente en la maleta. Literal es su decimosexto ¨¢lbum. Un trabajo en que se empe?a en asentar como pilares dispuestos al di¨¢logo con otras tendencias a la bachata y al merengue. Un credo al que no est¨¢ dispuesto a renunciar, mucho menos despu¨¦s de su vena evang¨¦lica. Y en este sentido, como todo vale, al jazz, al funk o a la m¨²sica electr¨®nica hermanada con las esencias caribe?as propias, Guerra a?ade un aire de g¨®spel que alimenta el mestizaje sin fin de su identidad latina.
El dominicano fue el gran fen¨®meno mundial en los noventa en su ¨¢mbito y ha tenido la habilidad de mantenerse hasta hoy con una envidiable pujanza. Con 70 millones de discos vendidos, es el eslab¨®n siguiente al canon que marc¨® en ese mundo Rub¨¦n Blades dentro de la salsa a la hora de expandirla hacia p¨²blicos mucho m¨¢s amplios y masivos. De hecho, cuando Guerra aborda ese estilo, lo hace con una devoci¨®n absoluta a la senda marcada por el paname?o. Consciente, como sostiene C¨¦sar Miguel Rond¨®n en esa obra de referencia que es El libro de la salsa, de que ha tendido un s¨®lido puente entre el merengue y el mundo de Blades, gracias a obras como Bachata rosa.
Su buen momento lo confirmaron la velocidad a la que se agotaron las entradas y la entrega de un p¨²blico variopinto, que recibe su ritmo con esa gozosa disposici¨®n a darlo todo"
Y lo ha hecho a partir de la fe en la m¨²sica en que cree. Sin el carisma ni la conciencia de liderazgo del primero. Algo que redobla su m¨¦rito. Ver a Juan Luis Guerra en escena es una paradoja. Pasea por el escenario, baila lo justo, apenas se dirige al p¨²blico, viste su timidez con visera y justifica su descarga de electricidad medio encogido. Pero produce una catarsis indiscutible en cada concierto que le acompa?a.
Su buen momento lo confirmaron la velocidad a la que se agotaron las entradas y la entrega de un p¨²blico variopinto, que recibe su ritmo con esa gozosa disposici¨®n a darlo todo. Un p¨²blico que fue congregado al fervor de una ceremonia de identidades mestizas y que confirm¨® a Madrid como la capital latina de Europa. Cuando Guerra apel¨® pa¨ªs por pa¨ªs las procedencias respondieron todos los presentes con entusiasmo a lo suyo: dominicanos, mexicanos, venezolanos, colombianos, chilenos, espa?oles¡ La respuesta en¨¦rgica de una comunidad multicultural viva y en funci¨®n de la celebraci¨®n del ritmo contra el delirio de las uniformidades, las purezas y los reduccionismos.
Y as¨ª fue como Guerra, al frente de los 4:40 y acompa?ado en sus pasos, sobre todo por los teclados de Janina Rosado e invitando al escenario a un frecuente vecino de la capital, como es su compatriota Luis Fonsi, triunf¨® una vez m¨¢s en Madrid. Lo suyo fue una exhibici¨®n colectiva de precisi¨®n y espontaneidad. De melod¨ªas y letras coreadas de manera ensordecedora, a partir de una puesta en escena colorida, donde en todo momento destaca la potencia compacta de toda la banda.
Hubo buen n¨²mero de novedades y repaso al repertorio. Todo cuajado desde el principio, abriendo con Love you more ¨Ctema de Literal-, para pasar casi sin respiro a grandes ¨¦xitos: Ojal¨¢ que llueva caf¨¦, Bachata rosa, Razones, Carta de amor, El farolito, La bilirrubina¡ Entremezclados con las recientes L¨¢mpara pa mis pies, M¨¢s palante vive la gente, Kitipun o magn¨ªficas revisiones prestadas como Woman del Callao. Una exhibici¨®n que pas¨® volando y dej¨® al personal agotado, listo para sacudirse el calor, llevarse una sonrisa puesta y un buen concierto en la memoria.
Babelia
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