El primer mill¨®n de Jes¨²s Gil y todos los dem¨¢s
El exalcalde de Marbella fue pionero en algo que tan buen negocio sigue haciendo: monetizar la atenci¨®n, hacer del esc¨¢ndalo dinero y poder, poner a cotizar el caso que te hacen
Un solar en Doctor Esquerdo, una calle de Madrid, fue el primer negocio importante de la vida de Jes¨²s Gil. Hab¨ªa trabajado ya en un taller de repuestos y veh¨ªculos en Legazpi, "donde entonces estaba el dinero", dice un hermano de Gil en El pionero, la serie documental de Enric Bach y Justin Webster, cuyo primer cap¨ªtulo estrena HBO Espa?a este domingo. En esa empresa, Gil termin¨® vendiendo cerca de cien camiones viejos. Los pintaba, los pon¨ªa bonitos de chapa y luego esos camiones dejaban tirados a los conductores en las primeras rampas. Pero ese solar de Doctor Esquerdo le procur¨® el primer mill¨®n, y no hay rico en el mundo que no recuerde su primer mill¨®n. Lo cobr¨® en billetes de mil pesetas, lo tir¨® por los aires al llegar a su cuarto y as¨ª se durmi¨®, con los billetes aplastados por su cuerpo. ?Sue?an con dinero los que duermen sobre ¨¦l?
El pionero es un documental de cuatro cap¨ªtulos sobre lo que un hombre hace para ser rico y a d¨®nde puede llegar para serlo m¨¢s. Y sobre esos dos ejes forrados el trabajo gira esparciendo una figura antol¨®gica, la de Jes¨²s Gil y Gil, que para culminar sus ambiciones termina modelando una sociedad a su imagen y semejanza. Una manera de estar en la pol¨ªtica, en la televisi¨®n y en el f¨²tbol, tres campos de popularidad masiva: el ladrillo da dinero, pero no fama; es la fama la que da dinero. Por ejemplo. No le dejaban construir en Marbella lo que quer¨ªa y se fue a por la alcald¨ªa con un modelo de campa?a populista que hoy sonrojar¨ªa a cualquier aspirante ("Yo no soy un salvador, yo no os trato de forma paternalista, yo soy... ?uno m¨¢s!", dec¨ªa tras erigirse como ¨²nica soluci¨®n de Marbella, re?ir a sus vecinos y aclarar que ¨¦l era algo diferente a todos).
¡ªEspa?a es tierra de conquistadores. ?Usted es un conquistador?, le pregunt¨® un periodista en 1968.
¡ªConquistador en s¨ª, no. Soy, o me tengo, por creador. Voy a crear una ciudad para 20.000 personas porque terreno para eso tengo.
"Era un visionario. Donde hab¨ªa un terreno con vacas ¨¦l adivin¨® una ciudad", dice su hijo Miguel ?ngel Gil. Se refer¨ªa a Los ?ngeles de San Rafael, cerca de Madrid, una gigantesca urbanizaci¨®n con mar (un pantano preparado para practicar deportes n¨¢uticos) y sierra. Funcion¨® como un tiro, vendi¨® parcelas como churros. El creador, el pionero, empez¨® a amasar dinero a lo grande. Todo aquel que gana con una compraventa su primer mill¨®n, espera los primeros diez, los primeros cien y los primeros mil. ?Piensan en los dem¨¢s los que sue?an con tanto dinero?
El 15 de junio de 1969, en la nueva urbanizaci¨®n de Los ?ngeles de San Rafael, un restaurante repleto se termin¨® hundiendo; se calific¨® como "una de las grandes cat¨¢strofes del franquismo", que ya hay que hacer cat¨¢strofe. "?Hay muertos?", pregunt¨® Gil al llegar y encontrarse un paisaje devastador de escombros, cemento y polvo. "As¨®mese ah¨ª a ver qu¨¦ cree, si hay o no hay", le respondieron. 58 cad¨¢veres. Sus afines dicen en el documental que fue a la c¨¢rcel porque asumi¨® la culpa desde el primer momento, cuando la culpa no era de ¨¦l; sus detractores, que jam¨¢s pidi¨® disculpas, no quiso pagar y cuando se vio obligado, quiso negociar la indemnizaci¨®n y pag¨® tarde. ?l explic¨® su versi¨®n a Jes¨²s Quintero a?os despu¨¦s. "No tuve la culpa ni nada, pero bueno", dijo sac¨¢ndose el sudor de la nariz con los dedos, el pulgar y el ¨ªndice, en un gesto caracter¨ªstico suyo. "Hab¨ªan muerto muchas personas y entonces tuve que ir comprando muerto a muerto, que es duro decirlo pero era as¨ª. Porque al principio [las familias] no te quieren o¨ªr nada de nada, pero luego que 'cu¨¢nto', y luego que 'es poco'. Ley de vida". Los 58 muertos fueron, seg¨²n sus hijos, un acicate, un reto, algo con lo que animarse a remontar, a demostrarse a s¨ª mismo ser capaz de levantarse. Y preso Gil fue el rey de la c¨¢rcel, ten¨ªa despacho y le serv¨ªa el men¨² el mejor restaurante de Segovia, seg¨²n su hijo mayor; fue indultado por el dictador Franco.
?Puede un promotor inmobiliario alcanzar su cumbre profesional y social despu¨¦s de enterrar a 58 personas en su proyecto estrella? Puede. Prueba de ello es la sorpresa que muestra uno de los entrevistados en el documental cuando tiene que hablar de Los ?ngeles de San Rafael tras el accidente. "?Cay¨® en picado! No vend¨ªa nada", exclama, como si el hundimiento de un restaurante con casi 60 cad¨¢veres pudiese tener consecuencias.
"Era otro mundo, yo era muy tierno", le dijo Gil a Carlos Herrera para contarle que al llegar a Madrid coincidi¨® en una pensi¨®n con "21 se?oritas de compa?¨ªa" de las que le ofrecieron la gesti¨®n. "Me fui porque no pod¨ªa estudiar". Los amigos y la familia, 15 a?os despu¨¦s de su muerte, no se cortan ante la c¨¢mara. "Antes de conocer a su mujer fue muy mujeriego, ?muy putero!", dice uno de sus amigos de infancia. Eso y los coches, los caballos, los Futres, los sobornos, las recalificaciones, el Mir¨® de su gerente de urbanismo en el ba?o, la foto que public¨® este mes Vanity Fair con Gil y sus dos hijos mayores con camisas doradas a punto de explotar, reyes de Puerto Ban¨²s para depresi¨®n de la rancia aristocracia. ?Qu¨¦ se sue?a despu¨¦s de so?arlo todo?
Gil no invent¨® nada, solo lo sofistic¨® en su decadencia est¨¦tica. Donde Tony Montana con las solapas levantadas de su camisa chillona abierta vend¨ªa droga, Gil vend¨ªa felicidad instant¨¢nea, como la Telecinco de Berlusconi, una droga mucho m¨¢s adictiva que hipnotizaba de horror a todo el mundo, que siempre ped¨ªa un poco m¨¢s. Bajo la monstruosa seducci¨®n de un hombre que, como el se?or Burns, lo hubiera dado todo por un poco m¨¢s, hab¨ªa una Espa?a hechizada, hija de todos los abusos pol¨ªticos y econ¨®micos, que hizo de Gil el pionero en algo que tan buen negocio sigue haciendo: monetizar la atenci¨®n, hacer del esc¨¢ndalo dinero y poder, poner a cotizar el caso que te hacen.
Y vaya si le hicimos caso a Gil. M¨¢s cuanto m¨¢s desprecio levantaba; desprecio que acababa recicl¨¢ndose en una especie de atenci¨®n cient¨ªfica, objeto de tesis y estudios con una conclusi¨®n escandalosa: solo fue un hombre queri¨¦ndose hacer m¨¢s rico y un pa¨ªs concedi¨¦ndole el deseo. Se acost¨® sobre su primer mill¨®n y termin¨® acost¨¢ndose sobre todos. No merecimos otra cosa entonces y no la mereceremos en el futuro porque no se reencarnan los ricos, se reencarna el dinero. Y, sobre todo, se reencarnan los s¨²bditos.
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