Pamplona es una t¨®mbola

Pamplona es una t¨®mbola, tom, tom, t¨®mbola; de luz y de color¡­ ?T¨®mbola!

Un brindis a la plaza (a los tendidos de sol le conmueven los brindis de los toreros), un muletazo de rodillas (si son varios, mejor), una labor aseada (no son necesarias la hondura ni la ligaz¨®n) y una estocada (no importa mucho la colocaci¨®n) de efectos r¨¢pidos son el seguro para pasear dos orejas en esta plaza, convertida en un sonrojo permanente por su nula exigencia y por la actitud vergonzosa con la que la presidencia dirige el espect¨¢culo.

La llamada Feria del Toro de Pamplona ¡ªen el sol y en la sombra¡ª es un espect¨¢culo festivo, gastron¨®mico, colorista y bullanguero, en el que la tauromaquia pinta poco m¨¢s all¨¢ de la presentaci¨®n del toro.

Por esta ¨²nica raz¨®n, Cayetano cort¨® las dos orejas al noble toro tercero, al que no tore¨® de capote a lo largo de la lidia y mulete¨® despegado en una labor aseada, con poco mando y escasos momentos brillantes.

La ovaci¨®n de la tarde (?qu¨¦ curioso!) se la llev¨® en el brindis al p¨²blico e, instantes despu¨¦s, enloqueci¨® al sol con un molinete de rodillas; ya de pie, el asunto fue a menos y sobresali¨® la calidad del toro por encima del toreo superficial de su matador. Pero cobr¨® una efectiva estocada y le tocaron las dos orejas en la gran t¨®mbola sanferminera.

Mejor como torero, m¨¢s variado y efectista, buen vendedor de su mercanc¨ªa, estuvo ante el sexto, toro alegre y de buen son al que le concedieron el honor de la vuelta al ruedo. Lo recibi¨® con una larga de rodillas en el tercio, airosas ver¨®nicas y un galleo por chicuelinas para llevarlo al caballo; brind¨® a Indur¨¢in, se sent¨® en el estribo y, a continuaci¨®n, pases por alto de rodillas. Nobil¨ªsimo el animal, enrabietado y entregado el torero, derechazos mirando al tendido, molinetes y de pecho de rodillas, desplantes antes y despu¨¦s de tirar a la arena la muleta y el estoque simulado, y una buena estocada. Destac¨® mucho m¨¢s la bisuter¨ªa que el buen toreo y ese parec¨ªa el gran empe?o de Cayetano, dispuesto a convertirse en el triunfador de la feria. Y lo consigui¨® con creces ante toros bonancibles, que le permitieron estar m¨¢s pendiente de su teatro que de sus oponentes. La verdad es que form¨® una algarab¨ªa por todo lo alto.

En vista de lo cual, Perera, que hab¨ªa estado ventajista y mec¨¢nico con el encastado segundo, se hinc¨® de rodillas en el inicio de faena al quinto para un arriesgado pase cambiado por la espalda y cuatro muletazos con la mano derecha en la misma posici¨®n. Aprovech¨® a su modo el codicioso y noble recorrido del animal y dibuj¨® algunos pasajes largos por ambas manos, pero por debajo de la prontitud, fijeza y transmisi¨®n del toro. Pinch¨® -?oh¡­!- y se cerr¨® la puerta grande.

Tampoco se fue de vac¨ªo Ferrera, que sustituy¨® a Roca Rey en otra incomprensible decisi¨®n de la Casa de Misericordia, despu¨¦s de que tres toreros se hab¨ªan quedado sin torear el lunes a causa de la lluvia y la ausencia de dos triunfadores de San Isidro, Paco Ure?a y David de Miranda. Indescifrable, tambi¨¦n, el motivo por el que Ferrera pase¨® una oreja tras un bajonazo al cuarto y una labor de torero t¨¦cnico y fr¨ªo; y muchos muletazos sueltos y ventajistas recet¨® al descastado primero.

Se not¨®, y de qu¨¦ manera, que los toros de N¨²?ez del Cuvillo est¨¢n dise?ados para los toreros con estrella. Ni un mal gesto, ni un tornillazo, ni una mirada con malas pulgas¡­ Pase usted; no, por favor, faltar¨ªa m¨¢s, usted primero. Con la de fatigas que pasan algunos y que otros se erijan en triunfadores con estos suced¨¢neos de toros bravos¡­