Manolo V¨¢zquez, la imparable factor¨ªa
Fue el escritor m¨¢s r¨¢pido del mundo, autor prol¨ªfico de poemas e historias, columnista que solo fall¨® porque lo mand¨® la muerte. Su obra sigue sigue por las librer¨ªas, corriendo
Hubo un tiempo de estupor. Se par¨® en Bangkok, el 18 de octubre de 2003, el coraz¨®n de Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, el escritor m¨¢s r¨¢pido del mundo, autor prol¨ªfico de poemas e historias, columnista que solo fall¨® porque lo mand¨® la muerte. Una factor¨ªa que parec¨ªa imparable. Un motor humano. Era de la tribu del Diguem no de Raim¨®n, pero ¨¦l nunca dijo no a un encargo. Conoci¨® la penuria y el hambre, y los combati¨® como si temiera que esos fantasmas fueran a ser las herencias que dejara sobre la tierra.
En este peri¨®dico (cont¨® Rosa Mora) escribi¨® 2014 art¨ªculos y quiso escribir, cada d¨ªa, todas las semanas, en cualquier estaci¨®n, much¨ªsimos m¨¢s. Eduardo Mendoza, que lo sucedi¨® a la semana siguiente en ese espacio de la ¨²ltima p¨¢gina, escribi¨® que, a partir de entonces, ya tendr¨ªa que responder a las numerosas personas que le preguntaban a diario qu¨¦ pensaba de esto o de aquello ¡°el se?or Montalb¨¢n¡± que ¡°Manolo se fue de viaje y todav¨ªa no ha vuelto¡±.
Escrib¨ªa corriendo, y corriendo por el ¨²ltimo aeropuerto de su vida conoci¨® la asfixia y el dolor y se acab¨®. La noticia lleg¨® a Espa?a a r¨¢fagas, envuelta en incredulidad. Ese estupor tuvo su centro en Barcelona; su mujer Anna, su hijo Daniel, la innumerable muchachada de veteranos o j¨®venes se concentr¨® en despedidas. Joan de Sagarra dijo que ¨¦l no se sumaba a los funerales, prefiri¨® quedarse solo riendo con Manolo¡ Pero Joan Manuel Serrat, sentado al lado de Juan Mars¨¦, llor¨® la ausencia sentado en el banco laico de la primera despedida. Carmen Balcells, su confidente, su agente, su amiga, coloc¨® ante su comedor una fotograf¨ªa de su amigo. De vez en cuando, mientras el cad¨¢ver ven¨ªa del lejano oriente, ella saludaba el retrato, la conversaci¨®n se manten¨ªa.
Acababa una historia incre¨ªble de fertilidad narrativa. El poeta hab¨ªa nacido pobre, oliendo la prisi¨®n de la posguerra del padre, y conoci¨® tambi¨¦n la c¨¢rcel y otras amenazas. Cuando alguien muere, cualquier persona, deja en los que le despiden la sensaci¨®n de que el hueco es propio, no del muerto, que uno es el que se va. La orfandad que dej¨® MVM es la que describieron en seguida esos amigos estupefactos; entonces no se dijo demasiado, pero la muerte de un hombre de su edad (64 a?os) es una grave anomal¨ªa, tanto espacio de vida ten¨ªa por delante. En el caso de Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, vida era escritura. Pero se muri¨®, ya est¨¢. En el momento en que eso se hace m¨¢s grave a¨²n, en el caso de los escritores, es cuando empiezan a faltar de las librer¨ªas sus libros. Es el limbo al que est¨¢ destinada la literatura de los muertos.
Pero resurgieron sucesivamente algunos de sus libros (Gal¨ªndez, Barcelonas, sus carvalhos, incluido el que en su homenaje escribi¨® Carlos Zan¨®n¡), y ahora aparece en las librer¨ªas un libro ins¨®lito, por la rapidez y el sosiego con el que MVM glos¨® la figura de su archienemigo, Francisco Franco. Es el Diccionario del franquismo. Sali¨® dos a?os despu¨¦s de la muerte del dictador y ahora (con dibujos sustanciosos de Miguel Brieva) lo reedita Anagrama. En el pr¨®logo Josep Ramoneda recuerda el origen de los padecimientos familiares de Manolo a causa del dictador. Naci¨® en casa de perdedores, en un barrio de perdedores y sufri¨® ¨¦l mismo muy pronto la sombra del ganador. Pero en el libro (se puede volver a ver ahora) aplica el poeta, el novelista y el periodista un bistur¨ª como de rapsoda triste: tanta lata que dio y qu¨¦ poco fue Francisco Franco. Ahora los que lo resucitan tendr¨ªan que leer este libro: fue da?ino como un mal alimento, pero era el menos admirable de los hombres, el m¨¢s estrafalario de los reg¨ªmenes. A decirlo as¨ª contribuye ahora Brieva.
En esta resurrecci¨®n de MVM, que super¨® pronto el purgatorio com¨²n al que se condena a los escritores, tiene mucho que ver el aliento que dej¨® la Balcells en su casa y gente como Francesc Salgado, que lleva ya cinco congresos dedicados a su autor m¨¢s presente. A ¨¦l le pregunt¨¦ por qu¨¦ pervive su ¨ªdolo. ¡°Por la polarizaci¨®n de la pol¨ªtica, que ha dejado de ser racional y se ha vuelto tan enf¨¢tica. Porque vuelve el neofranquismo desacomplejado que brega por la unidad de Espa?a. Porque los textos de MVM que vuelven prosiguen aquella disecci¨®n del franquismo. Porque todo eso lo hace inesperadamente actual¡±.
A Mendoza le pregunt¨® hace a?os un hombre en Nueva York qu¨¦ estar¨ªa haciendo a esa hora Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n. Comiendo, quiz¨¢, respondi¨® Eduardo. ¡°No, no¡±, replic¨® el se?or, ¡°yo me refer¨ªa a lo que est¨¢ escribiendo¡±. Esa pregunta se par¨® el 18 de octubre de 2003. Pero la escritura de aquel empecinado ha vencido la sombra del purgatorio y sigue por las librer¨ªas, corriendo.
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