?Qu¨¦ habr¨ªa dicho V¨¢zquez Montalb¨¢n?
A los cinco a?os de su muerte, debates y reediciones evocan al escritor
El tiempo no lo cura todo. Tampoco entierra indiscriminadamente. Anna Sall¨¦s, catedr¨¢tica de Historia contempor¨¢nea, est¨¢ convencida de ambas cosas. Sigue sufriendo la ausencia de Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, su compa?ero durante 40 a?os, y sigue emocion¨¢ndose con los homenajes que evidencian que, cinco a?os despu¨¦s de su fallecimiento, perdura en muchas memorias.
"Nunca me he sentido legitimado de inmediato", afirm¨® el escritor en alguna ocasi¨®n. Ayer, en la Casa de Am¨¦rica, en Madrid, se constat¨® que ten¨ªa raz¨®n. Que su legitimidad es de largo recorrido. Al escritor le fall¨® el coraz¨®n hace cinco a?os en el aeropuerto de Bangkok (Tailandia), pero las editoriales siguen reeditando sus obras (Zeta acaba de publicar en edici¨®n de bolsillo parte de su enciclopedia gastron¨®mica); sus amigos contin¨²an exaltando al novelista, periodista, poeta, ensayista, gastr¨®nomo y viajero; y un escritor, Andrea Camilleri, lo ha hecho eterno como personaje de ficci¨®n (el detective Montalbano). "Era tripolar, cuatripolar", brome¨® ayer Sall¨¦s, que destac¨® su personalidad poli¨¦drica, en la que se juntaba su compromiso ideol¨®gico y su esp¨ªritu hedonista.
Su viuda destac¨® su personalidad, que un¨ªa el hedonismo y el compromiso
Con sus libros sobre Franco se adelant¨® a la marea de memoria hist¨®rica
El periodista Manuel Campo Vidal rememor¨® que su hiperactividad laboral lleg¨® a extender el bulo de que "ten¨ªa negros" que le escrib¨ªan sus art¨ªculos y una divertida an¨¦cdota de los poco divertidos a?os de dictadura: Montalb¨¢n se libr¨® de ser despedido por comunista porque ten¨ªa un ?Seat 131!, un coche poco sospechoso de estar en manos de militantes de izquierdas. Mario Gas, director del Teatro Espa?ol, a?or¨® especialmente al poeta -tras su fallecimiento, Pen¨ªnsula ha editado la obra completa de su poes¨ªa- y el periodista Juan Cruz resalt¨® su papel de faro intelectual: "Fue un ¨ªntimo l¨ªder civil de sus lectores".
Muchos de ellos siguen echando de menos sus columnas de los lunes en EL PA?S. "Nos preguntan siempre qu¨¦ habr¨ªa dicho de esto o de aquello", comentaba antes del acto Anna Sall¨¦s.
?Y qu¨¦ habr¨ªa dicho de la que est¨¢ cayendo? "Se habr¨ªa puesto las botas en lo econ¨®mico. Que los que han estado robando a media humanidad ahora vengan a pedir ayuda a pap¨¢ Estado", replic¨® rauda. El espacio que dej¨® el escritor los lunes est¨¢ ahora en manos de Almudena Grandes, que confes¨® ayer el "miedo" con el que afront¨® la tarea y la lluvia de correos electr¨®nicos que recibi¨® de lectores sorprendidos al leerla "en la columna de Manolo". La novelista le defini¨® como "la conciencia moral" de una generaci¨®n de espa?oles por representar una opci¨®n ideol¨®gica "tan escasa". "Cuando escribo la columna del lunes yo noto que me mira por encima del hombro", dijo ante un auditorio en el que se sentaban lectores entusiastas como una madrile?a que peregrin¨® a Barcelona para visitar los santuarios de Montalb¨¢n, como el restaurante Casa Leopoldo.
Ante ese auditorio, Almudena Grandes confes¨® que su novela predilecta es Los mares del Sur. Y antes, en la cafeter¨ªa de Casa de Am¨¦rica, la escritora brasile?a N¨¦lida Pi?¨®n opt¨® por Gal¨ªndez, una obra que recibi¨® el Premio Nacional de Narrativa en 1991 y que V¨¢zquez Montalb¨¢n hab¨ªa tenido en el entrecejo desde su etapa universitaria.
Con Gal¨ªndez y, un a?o despu¨¦s, Autobiograf¨ªa del general Franco y dos ensayos (Diccionario del franquismo y Los demonios familiares de Franco), V¨¢zquez Montalb¨¢n, hijo de una modista anarquista y un militante del POUM encarcelado al que conoci¨® cuando ten¨ªa cinco a?os, se anticip¨® a toda la marea de memoria hist¨®rica que inunda ahora las librer¨ªas.
"Siempre he tenido la sensaci¨®n de escribir a destiempo, no s¨¦ si antes o despu¨¦s del momento adecuado, pero a destiempo", explic¨® en alguna ocasi¨®n. Para su compa?era Anna Sall¨¦s, no hay duda. Lo hac¨ªa prematuramente, a la vanguardia. Escribi¨® su ensayo, Informe sobre la informaci¨®n, a los 22 a?os, tras haber pasado por un consejo de guerra, que le endos¨® tres a?os de prisi¨®n por su resistencia contra la dictadura. Su compromiso pol¨ªtico dur¨® hasta al final, incluso cuando lo ¨²nico que se pod¨ªa aplicar al comunismo era una letra de Golpes Bajos que Montalb¨¢n repet¨ªa: "Malos tiempos para la l¨ªrica". Ni entonces torci¨® su convicci¨®n. Cuando le reprochaban que ese modelo se hab¨ªa desplomado, zanjaba: "Yo quiero ser el ¨²ltimo en apagar la luz".
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