La Alhambra tambi¨¦n suena
La lluvia trunc¨® la clausura del 68? Festival de Granada con un estreno mundial de E?tv?s y la conmemoraci¨®n del centenario de ¡®El sombrero de tres picos¡¯, de Falla.
El compositor h¨²ngaro P¨¦ter E?tv?s (Odorheiu Secuiesc, actual Ruman¨ªa, 1944) no cont¨® con las inclemencias atmosf¨¦ricas en su retrato sonoro de la Alhambra. Tras once minutos del estreno de su Tercer concierto para viol¨ªn, subtitulado con el nombre de la ciudad palatina andalus¨ª, una incipiente tormenta oblig¨® a interrumpir la m¨²sica en el Palacio de Carlos V. Pero la borrasca apenas descarg¨® unas gotas y la velada de clausura del 68? Festival de Granada, con Pablo Heras-Casado al frente de la Mahler Chamber Orchestra, y que cont¨® entre el p¨²blico con algunas autoridades, como el nuevo presidente de la Junta de Andaluc¨ªa, Juan Manuel Moreno Bonilla, pudo reanudarse, en parte, tras media hora de forzoso intermedio.
Fueron unos minutos ideales para comentar con el compositor su nueva obra. ¡°Mi composici¨®n es un paseo musical por las distintas estancias, patios y jardines de la Alhambra, pero tambi¨¦n del Palacio de Carlos V, a trav¨¦s de Google Maps, pues hasta ayer no tuve la oportunidad de visitarlos¡±, reconoci¨® E?tv?s a EL PA?S. Se trata de un encargo de Pablo Heras-Casado, como director del Festival granadino, al que se han sumado tanto la BBC de Londres, como la Filarm¨®nica de Berl¨ªn y la Orquesta de Par¨ªs. Un nuevo concierto que volver¨¢ a escucharse este verano tanto en los Proms, el pr¨®ximo 24 de julio, como en la Philharmonie de Berl¨ªn y Par¨ªs, a comienzos de septiembre. Al frente de las orquestas se alternar¨¢n el compositor, que tambi¨¦n es un destacado director de orquesta, y Heras-Casado, aunque la solista siempre ser¨¢ Isabelle Faust. ¡°La obra es, adem¨¢s, un retrato de esta violinista alemana, como lo fueron en el pasado mis dos primeros conciertos: Seven (2006) que escrib¨ª para Akiko Suwanai y DoReMi (2012), que hice pensando en Midori¡±, contin¨²a el compositor, ¡°aunque en esta ocasi¨®n tambi¨¦n he a?adido al director Pablo Heras-Casado, pues la obra est¨¢ dedicada a ambos¡±.
El viol¨ªn, m¨¢s que un solista, es el verdadero fact¨®tum de este concierto. Tambi¨¦n lo fue en los dos conciertos anteriores del compositor h¨²ngaro, pero ahora el instrumento act¨²a como gu¨ªa en esta visita virtual, mientras la orquesta aporta las arquitecturas, adornos o ambientes de cada estancia. Otro ejemplo ideal de este fot¨®grafo de sonidos, que es E?tv?s, pero tambi¨¦n del compositor que explot¨®, desde su juventud, en los a?os sesenta en Hungr¨ªa, todas las posibilidades creativas que le ofrec¨ªa la m¨²sica f¨ªlmica. Lo combin¨®, despu¨¦s, con las influencias de Stockhausen y Boulez. Y el resultado adquiere hoy esa capacidad para suscitar el encantamiento del oyente a trav¨¦s del sonido.
Utiliza, por supuesto, una paleta orquestal especial, que incluye una mandolina en scordatura. Y establece sus habituales juegos a modo de elementos estructurales o criptogramas musicales, donde transfiere en melod¨ªas y acordes la palabra A-L-H-A-M-B-R-A y los nombres y apellidos de los dos dedicatarios de la partitura. Pero tambi¨¦n utiliza la nota sol (G en la solmisaci¨®n alemana), como s¨ªmbolo de la ciudad de Granada, para abrir y cerrar el concierto. ¡°En realidad, he cambiado un poco el final y la obra ahora termina con un sol sostenido¡±, comenta el compositor frente a la partitura facilitada a este peri¨®dico por la editorial Schott Music. Pero la obra tambi¨¦n delata cierta actitud pante¨ªsta. E?tv?s establece empat¨ªa con seres y objetos que cobran vida en sus pentagramas y que consiguen trasladarnos a un mundo aparentemente diferente en cada nueva composici¨®n. ¡°Es curioso que se haya detenido la obra, por la lluvia, justo en los pasajes donde evoc¨® lo que me dicen las piedras de este Palacio de Carlos V¡±, a?ad¨ªa E?tv?s con una sonrisa antes de despedirnos.
La velada se reanud¨® con precauci¨®n pasada la medianoche. Y escuchamos, por fin, los veinticuatro minutos sin interrupci¨®n del nuevo concierto. La violinista Isabelle Faust habit¨® la obra como si fuese un vestido hecho a medida. Y despleg¨®, con una entrega y musicalidad asombrosas, todos los detalles din¨¢micos, t¨ªmbricos y de articulaci¨®n. Hablamos de una partitura poblada por todo tipo de trampas en forma de golpes de arco, pizzicatos, dobles cuerdas, arm¨®nicos, trinos, tr¨¦molos y glissandos. La obra combina episodios de bravura con otros contemplativos, como el indicado ¡°senza misura¡±, donde el tiempo parece detenerse entre arm¨®nicos del viol¨ªn y destellos del tri¨¢ngulo, el vibr¨¢fono, el arpa y la celesta. Pero sobresale el solo de viol¨ªn que abre la obra, con esa oposici¨®n entre la solidez de los cimientos, en el registro grave, y los bellos arabescos del techo, en el registro agudo. El mismo pasaje regresa varias veces y lo escuchamos al final, con el referido sol sostenido en solitario que, despu¨¦s de haberse extinguido, sigui¨® resonando en nuestra imaginaci¨®n por espacio de 30 segundos de un silencio m¨¢gico. Heras-Casado exhibi¨® su ideal compenetraci¨®n con la solista alemana, con la que ha grabado los conciertos de Schumann y Mendelssohn. Y consigui¨® de una excepcional Mahler Chamber Orchestra (MCO), que contaba con 15 espa?oles entre sus 63 integrantes, innumerables matices y destellos de esta fotograf¨ªa sonora de la Alhambra.
El concierto se inici¨® a las 22:30 con la suite de Pulcinella, de ?gor Stravinski, que ya comentamos en estas p¨¢ginas, en abril pasado, con motivo de la gira de la MCO con Heras-Casado titulada Magia!. Pero ahora la versi¨®n que escuchamos fue bastante diferente. Los leves problemas de equilibrio, en la cuerda, entre el conjunto de solistas o concertino y el relleno o ripieno, fueron ahora graves, aunque la violinista Meesun Hong Coleman volvi¨® a tocar con aplomo. La tarantela y tocata derivaron, esta vez, en algunos barullos. Y en la gavota, que se vio afectada por la brisa que movi¨® algunas partituras de los atriles, tan solo brill¨® la flautista J¨²lia G¨¢llego. El contrabajista Rick Stotijn volvi¨® a elevar el humorismo de esa elaboraci¨®n stravinskiana de una sinfon¨ªa de Pergolesi. Y Heras-Casado retuvo toda la tensi¨®n, al final del minueto, para derramarlo sobre el finale, que son¨® fren¨¦tico pero tambi¨¦n enmara?ado. Por fortuna, en la obra de E?tv?s, a continuaci¨®n, parec¨ªa que hubiera subido otra orquesta al escenario.
Pero el otro evento de este concierto de clausura del Festival de Granada era la conmemoraci¨®n del centenario de El sombrero de tres picos, de Manuel de Falla, en la segunda parte. Para la ocasi¨®n, el Festival encarg¨® una banda visual a Frederic Amat. Y el escen¨®grafo catal¨¢n evoc¨®, en el fondo del escenario del Palacio de Carlos V, entre las columnas de sus dos pisos, la m¨²sica del ballet con los movimientos de su pincel y las huellas de tinta de sus manos. Un bello acompa?amiento para la m¨²sica que dispuso, adem¨¢s, a la soprano solista en el piso alto. Pero qued¨® truncada por otra tormenta, algo m¨¢s importante que la anterior, antes del final de la primera parte del ballet. Era casi la una de la madrugada y se decidi¨® dar por concluido el concierto.
Hasta ese momento hab¨ªamos escuchado una versi¨®n excelente de El sombrero de tres picos, plena de esa reivindicaci¨®n de Heras-Casado para ahondar en la vitalidad y modernidad de Falla. Lo comprobamos en el br¨ªo de la fanfarria y en la brillante intervenci¨®n de la soprano valenciana Carmen Romeu. Pero tambi¨¦n en el famoso fandango de la molinera, que estuvo entre lo mejor de la noche, aunque la lluvia arreci¨® en ¡°Las uvas¡± y la orquesta se disolvi¨® en pocos segundos. La conmemoraci¨®n del centenario de Falla qued¨® interrumpida antes de llegar a la mitad. Heras-Casado intervino, poco despu¨¦s, para anunciar el final del concierto y clausurar oficialmente el Festival. Pero el contratiempo podr¨¢ subsanarse, al menos en parte, por la grabaci¨®n que hizo el canal Mezzo del ensayo general del ballet completo, el d¨ªa anterior. Y tambi¨¦n por la grabaci¨®n de los mismos int¨¦rpretes, que lanzar¨¢ oficialmente en septiembre Harmonia Mundi, junto con El amor brujo.
Babelia
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