De The Cure a la eternidad
En manos de alguien menos listo, lo que arm¨® la banda de Robert Smith en el Mad Cool se hundir¨ªa sin remisi¨®n. Pero ellos saben lo que hacen
Dijeron una vez The Jesus and Mary Chain, aquella banda escocesa formada a principios de los ochenta que fue m¨¢s punk que todos los grupos punk, que no existe ning¨²n grupo en la historia suficientemente bueno como para tocar en directo m¨¢s de 20 minutos. La frase es epatante e hiperb¨®lica, pero contiene un grado importante de verdad. Desde hace m¨¢s de muchos a?os, tal vez demasiados, Robert Smith ha decidido que los conciertos de The Cure funcionar¨¢n a peso. Entre aquel segmento de la poblaci¨®n que cada vez que vas a un concierto te pregunta cu¨¢nto dur¨®, lo suyo arrasa. La propuesta le sigue funcionando, aunque tenga enormes grietas. En manos de alguien menos listo, lo que arm¨® The Cure en la jornada de clausura del Mad Cool ante la mejor entrada de esta edici¨®n, se hundir¨ªa sin remisi¨®n. Pero la banda sabe lo que hace, lo ha hecho mil veces y parece que lo va a repetir hasta que el cuerpo y sus fans aguanten.
Lo primero, por lo visto ayer, colapsar¨¢ antes que lo segundo. Es el suyo un concierto que, a diferencia de otros maratonianos del escenario, como Bruce Springsteen o Neil Young, se rige por unos c¨®digos mucho m¨¢s arriesgados. Mientras que Springsteen se sostiene desde el primer tema, y Young acomete estas lides como si de una obra de teatro se tratara, encadenando actos, Robert Smith se lanza al vac¨ªo, entregando una primera hora que es una prueba de fidelidad. Es como aquellas novelas en las que no pasa nada hasta la p¨¢gina 100. Aparte de Pictures of You o Fascination Street, ese inicio se sostiene solo entre los que han estado hasta siete horas esperando a que salga la banda en primera fila ¡ªo sea los fans, que son muchos y fieles a m¨¢s no poder¡ª, y entre los turistas que saben que este es el peaje que deben pagar para que les entreguen en un rato In Between Days y Just Like Heaven.
Eso fue exactamente lo que sucedi¨® anoche. Y funcion¨®. Aunque es inevitable pensar qu¨¦ pasar¨ªa si a Robert Smith le obligaran a eliminar una hora de sus conciertos. ?Har¨ªa los hits o har¨ªa lo otro? Lo que est¨¢ claro es que, hiciese lo que hiciese, sonar¨ªa igual de bien, igual de engrasado sin parecer jam¨¢s autom¨¢tico. En fin, que despache lo que desee, pero que jam¨¢s deje de hacer A Forest, que no solo es una barbaridad de canci¨®n, sino que cada a?o que pasa es mejor.
Para los bises, una secuencia casi criminal de Friday I¡¯m In Love, Close To Me, Why Can¡¯t I Be You y Boys Don¡¯t Cry. As¨ª, ni el m¨¢s esc¨¦ptico, ni el que m¨¢s bostezos dibuj¨® un par de horas antes, puede salir insatisfecho. Los llaman cabeza de cartel no solo por el repertorio que tienen, o la historia que atesoran, sino porque son capaces de cosas que en otras bandas significar¨ªan penalti y expulsi¨®n.
Lo bueno de saber un poco de qu¨¦ va un concierto de The Cure es que da margen para hacer peque?as escapadas. As¨ª, era menester acercarse al escenario Comunidad de Madrid para ver a The 1975 y comparar durante un rato a Matthew Healy, la voz de esta generaci¨®n, con Robert Smith, el silencio de las anteriores. Con m¨¢s p¨²blico del que cab¨ªa esperar, lo de estos ingleses, una mezcla entre Supertramp y Kanye West, fue mucho m¨¢s grande que la suma de sus canciones. Healy es un tipo fascinante, que se dedic¨® entre tema y tema a pedir vino y a recordarnos que pod¨ªamos quedarnos un rato m¨¢s a verle, porque cuando acabara su concierto a¨²n ver¨ªamos media hora de The Cure. El 80% de la audiencia dio la sensaci¨®n de que no sab¨ªa qui¨¦nes eran The Cure. Y todo bien con eso.
La conexi¨®n con el p¨²blico fue mucho m¨¢s intensa que con los cabezas de cartel ¡ªse llama juventud¡ª y en momentos, la idea de tener que elegir entre ellos y los de Robert Smith recordaba a lo que deb¨ªa ser en 1982 estar en un festival y tener que decidir si se iba a ver a esos j¨®venes osados y descarados llamados The Cure o a, por decir algo, los Rolling Stones haciendo de Rolling Stones. Otra vez.
Antes de este solape de connotaciones casi metaf¨ªsicas, Mad Cool ofreci¨® otro m¨¢s accidental. Por un lado Parquet Courts en una carpa haciendo el trabajo del que han dimitido desde hace a?os The Strokes. Por otro, Prophets Of Rage, el supergrupo liderado por Chuck D de Public Enemy, Tom Morello de Rage Against The Machine y Dj Lord de Cypress Hill. Hacen rap rock pol¨ªtico, algo de lo que hasta hace unos meses solo era interesante la tercera palabra. Pero esta noche fueron imperiales. Agresivos. Aunque el realizador que gestionaba las pantallas quedara tan embelesado con el look de jeque ¨¢rabe vestido para ir a un concierto de trap de Lord que se olvid¨® que a su lado estaba un tipo llamado Chuck D, responsable de que el hip hop sea lo que hoy es y a la revoluci¨®n, aunque no haya llegado, se la pueda seguir esperando.
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