Aquel verano en el pueblo

Un loable ejercicio de modestia, impecable en su sencillez. Nada malo se puede decir de un debut como el de Ojos negros, ins¨®lito ejercicio de creaci¨®n ¨²nica dirigida por cuatro j¨®venes, Marta Lallana, Ivet Castelo, Iv¨¢n Alarc¨®n y Sandra Garc¨ªa, al estilo de lo que supuso la a¨²n reciente Las amigas de ?gata (Alabart, Cros, Rius y Verheyen, 2015). De hecho, ambas obras son trabajos fin de carrera de la Universidad Pompeu Fabra.

Eso s¨ª, salvo la impresionante, soberbia primera secuencia, el vuelo del conjunto acaba siendo un tanto corto, como si la falta de ambiciones en el guion fuera al mismo tiempo su gran virtud y su ¨²nico defecto. Su duraci¨®n, apenas una hora, lleva a pensar en el lugar com¨²n del corto alargado. Algo que, por un lado, desmienten sus propias im¨¢genes y las sensaciones que provoca: bellas composiciones, ritmo cuidadoso, nunca moroso, aroma a verano en el pueblo, donde las horas pueden parecer d¨ªas y los meses toda una vida, dicho esto en el mejor de los sentidos. Y algo, lo del corto alargado, que por otro lado podr¨ªan confirmar algunos ejercicios semejantes recientes: Elena L¨®pez Riera cont¨® algo semejante en Pueblo (2014), y su pieza duraba media hora menos, y Ojos negros est¨¢ narrada en un estilo muy reconocible, el de ciertos grandes cortometrajes de los ¨²ltimos a?os protagonizados por ni?os en ambientes rurales, con Les bones nenes (Clara Roquet, 2016) a la cabeza. De hecho, la propia Roquet ha sido una de las tutoras de este gran ejercicio estudiantil convertido en estimable pel¨ªcula.

De modo que cuando casi caemos en la tentaci¨®n de entroncarla con Verano 1993, parece el momento de aclarar que, de nuevo, el estilo es semejante (c¨¢mara en mano, punto de vista en la ni?a protagonista y en su mirada, reencuadres a partir de puertas y ventanas¡­), pero la enjundia y, sobre todo, el atrevimiento, son menores que los de la pel¨ªcula de Carla Sim¨®n.

Padres divorciados. Hija a repartir en verano. Agosto en el pueblo, con la t¨ªa, la que se qued¨®, la encargada de cuidar a la abuela. Nuevas amistades, nuevas diversiones, m¨¢s pl¨¢cidas, sencillas y quiz¨¢ fruct¨ªferas. Casi un cl¨¢sico de la vida espa?ola. Eso es Ojos negros, relato que apunta con sutileza variados subtextos, pero que luego opta por no desarrollar, y que, en el mejor instante, se inicia con un plano fijo portentoso: el del rostro de una ni?a de 14 a?os, en plena pubertad, que oye y vislumbra una discusi¨®n de sus padres separados, quiz¨¢ como tantas otras en el pasado. Y lo que hace con la c¨¢mara a apenas un palmo en esos dos minutos Julia Lallana, protagonista absoluta y hermana peque?a de una de las directoras, es un prodigio que int¨¦rpretes profesionales con infinita mayor experiencia quiz¨¢ no podr¨ªan lograr.