La valent¨ªa del pensamiento
La fil¨®sofa h¨²ngara fue ordenada, l¨²cida y sencilla, y apost¨®, cuando nadie lo hac¨ªa, por la unidad de sentimientos y pensamientos
El l¨ªquido elemento, el elemento primordial seg¨²n Tales de Mileto (primero de los fil¨®sofos), se ha llevado la vida de ?gnes Heller y nos ha devuelto su cuerpo. Una vida que ha sido testigo de lo peor y lo mejor del siglo XX europeo, acaso el m¨¢s cruel de los que ha conocido la historia. Una vida marcada por dos terribles totalitarismos y un hecho brutal: el asesinato de su padre y de muchos de sus amigos de infancia en el campo de concentraci¨®n de Auschwitz. Desde entonces su principal preocupaci¨®n fue responder a la pregunta: ?c¨®mo es posible que sucediera? Para ello se inici¨® en el estudio de la f¨ªsica y las matem¨¢ticas, en la creencia de que estas ciencias, las m¨¢s rigurosas, le otorgar¨ªan la respuesta. Pero una visita casual a una de las conferencias de Georg Luk¨¢cs, donde no entiende nada pero ¡°percibe¡± que all¨ª se habla de lo que le incumbe, le har¨¢ cambiar el rumbo.
Brillante disc¨ªpula del maestro Luk¨¢cs, muy pronto empezar¨¢ a brillar con luz propia. Ante las disyuntiva entre el sionismo y el comunismo, elige este ¨²ltimo, y obtiene las primeras respuestas a las cuestiones cruciales que se plantea: por qu¨¦ hay sufrimiento, por qu¨¦ hay opresi¨®n. Es al mismo tiempo colectivista e individualista y le encanta tener una causa (¡°Prefiero una vida en la que tienes una causa¡±), pero percibe cierta incompatibilidad entre la vida filos¨®fica y la vida de las causas y advierte que no se le permite pensar por s¨ª misma: ¡°Ning¨²n fil¨®sofo puede sumarse a un ismo¡±. La distancia es el remedio. Disidente de la Hungr¨ªa comunista, es despedida de su trabajo en la Academia de Ciencias por no ejercer el marxismo-leninismo y emigra como profesora a Melbourne y, desde all¨ª, a Nueva York. Lejos de Europa se respira mejor y, sobre todo, se piensa mejor. Desde esas instancias, y hasta su regreso a Budapest, criticar¨¢ el auge de los nacionalismos y los grandes modelos de transformaci¨®n social, advertir¨¢ que la innovaci¨®n tecnol¨®gica no es garant¨ªa de progreso, elaborar¨¢ una teor¨ªa de los sentimientos y transformar¨¢ a Shakespeare en fil¨®sofo de la historia.
Convertida al humanismo radical, ordenada, l¨²cida y sencilla, est¨¢ convencida de que las personas buenas existen y apuesta, cuando nadie lo hace, por la unidad de sentimientos y pensamientos. La persona unificada es un hecho emp¨ªrico, por mucho que intente desmentirlo el fetichismo de la mercanc¨ªa (capitalismo y esquizofrenia) y su perpet¨²a alienaci¨®n del sentimiento. Ella, que dec¨ªa que el cambio no era posible, acab¨® por transformarse en una personalidad ¨²nica, encarnando una de sus m¨¢s exc¨¦ntricas ideas: la personalidad como tendencia y excepci¨®n. La personalidad es una singularidad en el espacio f¨ªsico matem¨¢tico. Ella lo fue (todos los somos). Ahora esa valent¨ªa se la ha llevado el agua del origen.
Babelia
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