Por qu¨¦ Hungr¨ªa se rinde a Orb¨¢n
El primer ministro h¨²ngaro ha sido reelegido tres veces consecutivas con un discurso centrado en la etnia y el miedo a los inmigrantes. La pensadora Agnes Heller, que lo considera un ¡°tirano moderno¡±, explica qu¨¦ podemos aprender de Hungr¨ªa antes de que sea demasiado tarde
Diversos factores han contribuido a la instauraci¨®n del r¨¦gimen de Vik??tor Orb¨¢n en Hungr¨ªa, entre ellos la falta de tradici¨®n democr¨¢tica, la decepci¨®n de muchos ciudadanos tras el advenimiento de este sistema pol¨ªtico, los errores de los Gobiernos o el intento fallido de golpe de Estado en 2006. Luego est¨¢ el miedo al caos o a la ausencia de liderazgo. Seguramente, todo ello influy¨® en la primera (o segunda) victoria del Fidesz-Uni¨®n C¨ªvica H¨²ngara en 2010. Ahora bien, ?qu¨¦ pas¨® entonces en las elecciones de 2014 y 2018?
La respuesta habitual se?ala a la nueva ley electoral aprobada por un Parlamento dominado por el partido de Orb¨¢n, que ha convertido en pr¨¢cticamente imposible una victoria de la oposici¨®n. Esto es cierto, pero no lo explica todo. Otro factor a tener en cuenta es que las fuerzas pol¨ªticas de la oposici¨®n se han profesado un odio mutuo mayor que el que sienten por el Fidesz, y, hasta ahora, se niegan a unirse. Pero esta respuesta tampoco es satisfactoria del todo; habr¨ªa bastado con que tres candidatos de la oposici¨®n se hubiesen apartado y dejado paso a un cuarto para que el Fidesz no hubiese conseguido dos tercios de los esca?os en 2018. Esto sigue sin explicar por qu¨¦ los m¨¢s pobres, los perdedores ¡ªcomo, por ejemplo, la mayor¨ªa de los gitanos¡ª, votaron a Orb¨¢n.
En el siglo pasado, muchas sociedades europeas continentales vivieron procesos similares. Algunos periodistas, soci¨®logos y polit¨®logos han calificado la ¡°democracia no liberal¡± de Orb¨¢n de ¡°fascismo¡±, ¡°autocracia¡±, ¡°Estado mafioso¡± e incluso de ¡°nacionalsocialismo¡±, pero yo creo que en Hungr¨ªa nos encontramos ante un fen¨®meno nuevo. Por eso he utilizado el t¨¦rmino pol¨ªticamente neutro de ¡°tiran¨ªa¡±. A pesar de ser resultado de numerosas contingencias y aunque se pueda entender en el contexto del pasado nacional, el caso h¨²ngaro no es ¨²nico. La calificaci¨®n de fascista aplicada al r¨¦gimen de Orb¨¢n es f¨¢cil de rebatir. En Hungr¨ªa hay partidos de la oposici¨®n y no existe la pena capital. De hecho, el r¨¦gimen no es totalitario. Cuando recibe el calificativo de autocr¨¢tico tambi¨¦n es f¨¢cil objetar que las autocracias, incluidas las dictaduras militares, suelen sustentarse en una clase social que las respalda. ¡°Populismo¡±, el t¨¦rmino empleado con m¨¢s frecuencia para describir el actual r¨¦gimen h¨²ngaro, es igualmente poco preciso. Los partidos populistas no crean oligarqu¨ªas, aunque bajo su direcci¨®n la corrupci¨®n y el robo puedan alcanzar grandes proporciones.
La nueva modalidad de tiran¨ªa a¨²n no tiene nombre, pero es posible caracterizarla. La Hungr¨ªa de Orb¨¢n puede servir de modelo para ello. De hecho, los sistemas de los mejores amigos del primer ministro h¨²ngaro, como Putin y Erdog¨¢n, guardan similitudes con ella. Las diferencias obedecen a las diferentes tradiciones hist¨®ricas y al hecho de que Hungr¨ªa es miembro de la Uni¨®n Europea, mientras que Turqu¨ªa y Rusia no lo son. Aun as¨ª, la importancia de analizar el imperio de Orb¨¢n como modelo no reside en su similitud con otras democracias no liberales ¡°realmente existentes¡±, sino en la atracci¨®n que este ejerce sobre otros pa¨ªses gobernados hasta ahora por democracias liberales.
Hannah Arendt, en su obra Los or¨ªgenes del totalitarismo, fue una de las primeras en analizar la transformaci¨®n de las sociedades de clases en sociedades de masas. En el territorio bajo dominio sovi¨¦tico, esta transformaci¨®n sucedi¨® de forma repentina y violenta, y concluy¨® r¨¢pidamente. En otras partes de Europa ocurri¨® de forma m¨¢s lenta, pero tambi¨¦n se produjo. Tambi¨¦n en otros lugares las sociedades de clases se convirtieron en sociedades de masas. En las democracias liberales el voto cambi¨®. Italia o Francia pueden servir de ejemplo. All¨ª, a lo largo de muchas d¨¦cadas, los mismos partidos compitieron por el apoyo del electorado. La pertenencia a una clase social y la tradici¨®n familiar eran los factores m¨¢s decisivos para los electores, y as¨ª los partidos desarrollaban sus campa?as en consecuencia (sus programas abordaban salarios, impuestos, empleo, etc¨¦tera). Pero de repente ning¨²n partido tradicional puede continuar haciendo estas propuestas; ni siquiera la promesa de renovar el Estado de bienestar consigue atraer a los votantes. Los viejos esl¨®ganes ahora suenan vac¨ªos. Los pobres no son una clase, no tienen intereses de clase. Las formaciones pol¨ªticas convencionales, y otras organizaciones pol¨ªticas, surgen de la nada. Se ha perdido la estabilidad del sistema; todo se vuelve fluido, maleable. Las ideolog¨ªas sustituyen a los intereses del electorado.
La victoria en las elecciones gracias al apoyo de la mayor¨ªa en las urnas legitimaba a un Gobierno, justificadamente. Pero hoy, en muchos lugares del mundo, los mismos tiranos son elegidos y reelegidos por la mayor¨ªa. Estos reg¨ªmenes no son democracias, sino tiran¨ªas. Hoy, solo las democracias liberales, es decir, los Estados con divisi¨®n de poderes y un sistema de controles y equilibrios, en los que se respetan y se practican las libertades civiles, pueden ser calificados de democracias. La ¡°democracia iliberal¡± no es democracia.
Si los viejos partidos se derrumban y nuevas formaciones sin tradici¨®n surgen de la nada; si los tiranos pueden ser elegidos una y otra vez por la mayor¨ªa; si la riqueza se redistribuye a la inversa, ?qu¨¦ es lo que mueve a la gente? La respuesta es simple: la ideolog¨ªa combinada con las pol¨ªticas de la identidad. Francis Fukuyama, en Identidad, su ¨²ltimo libro, apunta a la abrumadora influencia de las pol¨ªticas de identidad, y no solo en las tiran¨ªas. Estas pol¨ªticas (en plural) difieren mucho unas de otras, dependiendo de la clase de ¡°identidad¡± en la que se fundamenten. Puesto que me estoy refiriendo al caso h¨²ngaro, tengo en mente las pol¨ªticas de identidad europeas m¨¢s caracter¨ªsticas y tradicionales. Desde la I Guerra Mundial, la identidad dominante en Europa es el Estado-naci¨®n, la ¡°identidad nacional¡±, que puede fundamentarse en la nacionalidad, aunque en el caso h¨²ngaro (y en la mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos) su base es la etnia.
Orb¨¢n se dirige a la etnia h¨²ngara y, dentro de ella, a sus seguidores. Cree que la oposici¨®n traiciona al pa¨ªs
Las ideolog¨ªas pueden ser positivas. Por ¡°positivas¡± no quiero decir buenas, progresistas, ni nada por el estilo. Las ideolog¨ªas positivas son las que contienen una promesa de futuro, ya sean cambios radicales, una sociedad sin clases, un mundo sin contaminaci¨®n, el dominio mundial, el Estado del bienestar o la felicidad universal. Las ideolog¨ªas positivas (las beneficiosas y las peligrosas) tienen sus propios ide¨®logos intelectuales y cuentan con el apoyo de cient¨ªficos, poetas y fil¨®sofos, que forman una especie de ¨¦lite cultural. Pero las ideolog¨ªas de las tiran¨ªas modernas son negativas. No tienen una ¨¦lite intelectual.
Orb¨¢n se dirige a la etnia h¨²ngara y, dentro de ella, exclusivamente a sus seguidores. No considera que los miembros de la oposici¨®n sean h¨²ngaros. En su opini¨®n, los liberales, los socialistas y los dem¨¢s miembros de la oposici¨®n traicionan al pa¨ªs, por ejemplo, al votar en contra de Hungr¨ªa (o sea, del Fidesz) en el Parlamento Europeo. La esencia de la ideolog¨ªa dominante podr¨ªa resumirse brevemente as¨ª: los h¨²ngaros son los mejores, los m¨¢s inteligentes, los m¨¢s trabajadores, los m¨¢s dem¨®cratas, y siempre son malinterpretados por los abominables liberales y comunistas. Pero no hay por qu¨¦ preocuparse. El Fidesz, es decir, Orb¨¢n, te protege, siempre tendr¨¢ en mente los intereses del pueblo, defender¨¢ el glorioso pasado, la cultura tradicional, y dem¨¢s. Si apoyas a Orb¨¢n, apoyas a Hungr¨ªa.
En las elecciones de 2014, la campa?a ideol¨®gica gir¨® en torno a la defensa de los h¨²ngaros frente al aumento del precio del gas y de la electricidad, que reporta ¡°beneficios adicionales¡± a los intereses extranjeros. Fidesz estableci¨® un precio fijo y los h¨²ngaros pod¨ªan ver en sus facturas cu¨¢nto les hab¨ªa ahorrado el Gobierno. El subtexto era obvio: los h¨²ngaros tenemos un padre, Orb¨¢n, que nos defiende a nosotros, sus hijos, as¨ª que obedezc¨¢mosle.
Orb¨¢n no es antisemita, no tiene ninguna convicci¨®n firme. Solo le interesa acrecentar su poder
La crisis de los refugiados fue una fant¨¢stica oportunidad para el Gobierno del Fidesz. Orb¨¢n nunca hablaba de refugiados, ni siquiera de inmigrantes, sino de las hordas de inmigrantes. Prometi¨® que defender¨ªa nuestro pa¨ªs, la cristiandad y la cultura europea de los invasores musulmanes ilegales, que violar¨ªan a nuestras mujeres, que eran terroristas, nos quitar¨ªan el trabajo y destruir¨ªan nuestra tradici¨®n. Nada de esto ten¨ªa que ver con el verdadero problema de la inmigraci¨®n. En Hungr¨ªa no hay ¡°inmigrantes¡± ilegales. Pero Orb¨¢n y sus ¡°mamelucos¡± consiguieron persuadir a una parte enorme de la poblaci¨®n de que millones de individuos de color, hambrientos y peligrosos, estaban a punto de invadirnos. De modo que los h¨²ngaros empezaron a odiar a esos ¡°inmigrantes¡±. A personas muy pobres ¡ªquienes m¨¢s perdieron con el r¨¦gimen de Orb¨¢n¡ª se les pregunt¨® por qu¨¦ le votaban, y todas respondieron que porque nos protege de la invasi¨®n de inmigrantes. No hab¨ªan visto ni uno solo.
Los tiranos tambi¨¦n aprenden unos de otros. En Turqu¨ªa, Erdog¨¢n eligi¨® un rostro para utilizarlo como blanco del odio. Orb¨¢n tambi¨¦n lo busc¨® y lo encontr¨® en George Soros, un multimillonario jud¨ªo de origen h¨²ngaro. Se convirti¨® en la personificaci¨®n perfecta del diablo. Soros ha escrito sobre la emigraci¨®n y es un conocido activista pol¨ªtico. Los carteles del demonio Soros desempe?aron un papel importante en la campa?a electoral de Fidesz de 2018. Muchos han se?alado que esta vivificaci¨®n ten¨ªa una motivaci¨®n antisemita, pero no es as¨ª. Orb¨¢n no es antisemita, no tiene ninguna convicci¨®n firme, ni positiva, ni negativa. Lo ¨²nico que le interesa es acrecentar al m¨¢ximo su poder, y por eso utilizar¨¢ cualquier ideolog¨ªa (incluido el antisemitismo) que le sirva para fortalecer su autoridad y satisfacer su ansia de acumular cada vez m¨¢s.
La ¡°ideolog¨ªa negativa¡± tambi¨¦n es llamada nihilista por Nietzsche. Es la ideolog¨ªa del ¡°¨²ltimo hombre¡±. Tras las elecciones de 2018, el Fidesz lanz¨® un Kulturkampf, una batalla cultural que nada tiene que ver con la cultura, sino con el poder.
La batalla cultural lleg¨® a la Academia H¨²ngara de Ciencias. Esta vieja y hasta ahora aut¨®noma instituci¨®n no solo re¨²ne a la comunidad de los cient¨ªficos punteros, sino que sus miembros forman los eslabones de la cadena de organismos de investigaci¨®n cient¨ªfica. El Gobierno decidi¨® que esto no puede seguir as¨ª. La investigaci¨®n cient¨ªfica tiene que estar controlada por el Estado, porque si no, los cient¨ªficos no sabr¨¢n cu¨¢les deben ser las prioridades ni qu¨¦ es m¨¢s ¨²til. (...) La ideolog¨ªa no puede producir resultados cient¨ªficos, ni escribir poemas ni novelas. El reconocimiento no llega bajo demanda. R¨¢kosi [primer ministro de 1945 a 1956] no pudo, K¨¢d¨¢r [de 1956 a 1958 y de 1961 a 1965] no pudo, y Orb¨¢n tampoco podr¨¢.
Los sistemas de sus amigos Putin y Erdogan guardan similitudes con el de Hungr¨ªa
La batalla cultural se ha librado en distintos campos, en universidades y escuelas, es decir, contra las escuelas y las universidades. Se espera que las escuelas produzcan individuos buenos y obedientes, y con la excusa de que los libros de texto que reciben los alumnos son gratuitos, su contenido est¨¢ determinado por la propaganda del Fidesz, sobre todo en las asignaturas de historia y literatura h¨²ngara. En lo que respecta a las universidades, el Estado nombra al denominado canciller, situado por encima del rector elegido, para que se ocupe de lo relacionado con la ense?anza. Aunque no todos los cancilleres obedecen ¨®rdenes, y entre ellos hay personas cultas y bienintencionadas, la autonom¨ªa de las universidades p¨²blicas est¨¢ limitada. Los padres que se lo pueden permitir mandan a sus hijos a universidades privadas o al extranjero. Cuando acaban el bachillerato, muchos estudiantes se marchan a Londres, Viena, Estados Unidos o alguna ciudad alemana. Esto entra dentro de lo normal, pero si las circunstancias no cambian, estos estudiantes nunca volver¨¢n. Y aunque no forme parte directamente de la batalla cultural, vale la pena se?alar que alrededor de medio mill¨®n de h¨²ngaros viven y trabajan en el extranjero. Dado que son, sobre todo, estudiantes e intelectuales altamente cualificados, el pa¨ªs sufre una grave escasez de m¨¦dicos, enfermeros y otros profesionales, incluidos trabajadores especializados.
Las tiran¨ªas siempre acaban cayendo, pero a¨²n est¨¢ por ver si los h¨²ngaros saldr¨¢n de esta con la suficiente cordura, al menos, para poder empezar de nuevo. La Uni¨®n Europea es la ¨²ltima oportunidad que tiene la Europa continental de seguir siendo un actor pol¨ªtica y culturalmente decisivo en la escena mundial. Si la Uni¨®n fracasa, Europa tendr¨¢ un pasado, pero no un presente y menos a¨²n un futuro. Se transformar¨¢ en un museo.
Agnes Heller es fil¨®sofa y autora, entre otras obras, de ¡®La revoluci¨®n de la vida cotidiana¡¯. Este texto es un fragmento de un ensayo publicado por Social Research en Nueva York. Traducci¨®n de News Clips.
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