¡°Fumar una pipa, cansado de Europa¡±
Los dibujos de G¨¹nter Grass se exhiben en Santa Cruz de la Palma, uno de los lugares en los que se refugiaba el escritor alem¨¢n
G¨¹nter Grass era poeta, narrador, pintor, paseante, gru?¨®n. Premio Nobel de Literatura. De adolescente fue encandilado por los uniformes. Cay¨® a esas edades en el pozo de la guerra entorchada de Alemania. Pronto observ¨® que el sue?o estaba relleno con la maldad de la mentira. Escribi¨® El tambor de hojalata para eternizar el grito del chico que no quiso crecer y que seguramente era ¨¦l mismo.
Al tiempo que escrib¨ªa ese libro, en 1959, nac¨ªa en Par¨ªs su hijo Raoul, que desde hace 30 a?os tiene una casa en Puntallana, La Palma. En medio de una de las m¨¢s graves tormentas de su vida, G¨¹nter y Ute, su esposa, fueron a pasar unos meses con Raoul y con la pareja de este, Beatriz. Era 2007, un a?o despu¨¦s de que hubiera aparecido en Alemania Pelando la cebolla. En ese libro de memorias Grass hab¨ªa cerrado el ciclo que naci¨® con El tambor de hojalata y explicaba, desde la primera l¨ªnea, su presencia adolescente en el infierno de Hitler.
Fue una tormenta perfecta. Grass hab¨ªa dicho lo mismo en entrevistas y en otros libros, cuando eso en Alemania no despertaba recelo. Pero esta vez no le perdonaron el pasado. Este cay¨® sobre su cabeza y sobre un libro que ¨¦l consideraba de expiaci¨®n y que amplific¨® su culpa. El fuego que quem¨® su ¨¢nimo hall¨® cierta calma en Faro, donde tuvo una casa en su ¡°Portugal perdido¡±, y en Puntallana, con Raoul y Beatriz.
Igual que hab¨ªa hecho en Lanzarote, en momentos mucho m¨¢s felices, Grass busc¨® en La Palma rincones por los que caminar solo, ¡°encorvado, paso a paso¡±, par¨¢ndose a veces para conversar con campesinos o pescadores, y para pintar paisajes y tipos.
De esas paradas hace cr¨®nica su hijo Raoul en el cat¨¢logo que el Museo Insular de La Palma le ha dedicado a la obra pintada del escritor m¨¢s importante de Alemania (y el m¨¢s insultado) de la ¨²ltima parte del siglo XX, cuyo premio Nobel de 1999 tembl¨® cuando ¨¦l public¨® Pelando la cebolla. Raoul lo vio "salir del sofocante vientre del avi¨®n, sac¨® su omnipresente cuaderno de dibujo y su l¨¢piz, utensilios que llevaba siempre encima, y comenz¨®¡±. Aparte de otros dibujos hist¨®ricos, que aluden al tambor, al rodaballo, a la ratesa, personajes o s¨ªmbolos de sus libros, esos testimonios de su arte de mirar est¨¢n en la exposici¨®n patrocinada por el Cabildo, dirigida por Isabel Santos para el Museo Insular y abierta hasta este 26 de julio en la Fundaci¨®n Cajacanarias de Santa Cruz de la Palma. En la isla dibuj¨® el volc¨¢n, las playas, los miradores, los dragos¡, y en la vida hizo escultura o pintura de casi todo. Tanto en sus autorretratos como en el resto de sus cuadros estaba este hombre ¡°enfurru?ado¡± mirando por ¡°su agujero para deslizarse a otros mundos¡±.
Miguel S¨¢enz, acad¨¦mico, su traductor al espa?ol, llev¨® a La Palma, para explicar su relaci¨®n con Grass, y la relaci¨®n de este con la vida y con el mundo, un libro del que proceden algunos subrayados de esta cr¨®nica. Ese libro es De la finitud (que ¨¦l tradujo para Visor), y en alg¨²n momento dice, describi¨¦ndose: ¡°Con sanguina, plomo, grafito, / con trazo de tinta y rasgo de pluma, / con l¨¢pices afilados, saturado pincel, / y carb¨®n de bosques siberianos, / con acuarela mojado sobre mojado, / luego otra vez entre negro y blanco / [¡] buscar la salida, flotando ligero, / como las plumas, que escapan al azul¡±.
De la finitud sali¨®, p¨®stumo en Espa?a, tras la muerte de Grass, en abril de 2015. En ese libro, cont¨® S¨¢enz en medio de la exposici¨®n, est¨¢ el viejo lobo gru?¨®n despidi¨¦ndose de la vida, en medio de los estertores del tiempo que cont¨® en cada una de sus obras. Ah¨ª est¨¢ ¨¦l, ri¨¦ndose de s¨ª mismo, meti¨¦ndole miedo a los nietos con su diente solitario, escap¨¢ndose de la actualidad y del aburrimiento, de la catarata de las noticias, del dinero y del miedo. En los cuadros est¨¢n la luz y los bailes, en ese largo poema de despedida est¨¢ el hombre convencido de que la ¨²nica raz¨®n que espera al artista a esa edad es ¡°saltar de la cama / y con l¨¢piz afilado / aclarar la nada oscilante¡±. Esa es, a?adi¨®, ¡°la ventaja de la vejez, dormir es un derroche de tiempo¡±.
En La Palma hizo eso, aclarar la nada oscilante, ¡°fumar una pipa, cansado de Europa¡±, conversando al borde del mar sobre la invariable identidad de los peces. Alejado del ruido que ¨¦l mismo hab¨ªa descrito golpeando hasta el infinito el tambor de hojalata que, en distintos tama?os, est¨¢ en la exposici¨®n de La Palma como si se tratara un autorretrato.
Babelia
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