?rase una vez Sudam¨¦rica
'Vivir abajo', del escritor Gustavo Faver¨®n, es un magistral mosaico de voces en el que conviven v¨ªctimas y verdugos, torturadores, polic¨ªas y agentes de la CIA
Pocas veces tiene uno la suerte de encontrarse con una obra maestra en presente inmediato, en el sentido de que hace unos meses su autor o autora a¨²n estaba escribi¨¦ndola. Intuyo eso le¨ªda Vivir abajo, de Gustavo Faver¨®n (Lima, 1966). Igual pasados unos d¨ªas, uno se recompone un tanto y acepta que en algunos tramos, la novela se arrastra (pocos, brev¨ªsimos, disculpables) y el final, no el ¨²ltimo agujero por fortuna, sino el antepen¨²ltimo, decepciona un tanto en su intento de organizar convencional y cuerdamente este delirio metanovelesco, psic¨®tico y ¡ª?alehop!¡ª siempre arm¨®nico. Hay en estas casi 700 p¨¢ginas un muestrario de formas de narrar, olvidar para recordar, inventar, mentir y decir lo veros¨ªmil, m¨¢s all¨¢ de Piglia y Bola?o, no mejor o peor sino m¨¢s all¨¢, sin complejos, sin compararse. Vivir abajo es una barbaridad en cuanto talento, imaginaci¨®n, oficio y respeto a la narraci¨®n como una matrioshka infinita: todo est¨¢ en todo, todos los agujeros est¨¢n conectados bajo tierra como una inmensa topera as¨ª que ?por d¨®nde puede uno empezar a explicar esto?
Es casi torpe decir que en Vivir abajo seguimos la historia de George W. Bennet, un cineasta norteamericano, hijo de un exagente de la CIA y torturador. Mejor hacerlo de una estructura que podemos aventurar en cuatro bloques, nichos de novelas, avispero de cuentos, narradores que nos hablan y escuchan a terceros que les hablan o comentan pel¨ªcu?las o trazan memorias. El primero de estos bloques nos lleva a Lima en 1992, el segundo, en forma de un largo mon¨®logo en el que una mujer ¡ªMrs. Richards¡ª nos explica su vida en Maine desde 1970 hasta los primeros ochenta. Un tercero, el viaje del tal George W. Bennet por Sudam¨¦rica ¡ªBolivia, Paraguay, Argentina, Chile¡ª entre 1980 y 1992, y un ¨²ltimo bloque, en el que otro narrador en tiempo actual trata de reconstruir las partes en blanco, desatar nudos, pagar la deuda que sea necesaria al azar, a la atrocidad y a la tragedia.
Autor de la novela g¨®tica El anticuario (Candaya, 2014), libros de ensayo y coeditor de Bola?o salvaje (2008) y finalista (?!) del III Premio Bienal Mario Vargas Llosa 2019, Faver¨®n riega a presi¨®n esa estructura con una prosa flexible, barroca, poderosa, oce¨¢nica, nunca usada a modo de sonajero sino de canci¨®n tensada, imposible de no ser atendida. Una telara?a de historias que se cruzan, que parecen ocurrir en ocasiones, en mundos y momentos distintos, en agujeros de c¨¢rceles, bares, filmotecas, celdas, calles, librer¨ªas, hoteles, s¨®tanos, en los que siempre te topas con gente narr¨¢ndose encima, una suerte de historias en forma de personajes que paren nuevas historias y personajes.
Tienes la sensaci¨®n de estar leyendo una fantas¨ªa tan potente que hace veros¨ªmil todo, absolutamente todo lo narrado, en algo que bien podr¨ªa haber sucedido as¨ª, una suerte de historia subterr¨¢nea de la Am¨¦rica del Sur, aunque quien te la explique sean siempre narradores muy poco fiables: locos, asesinos, torturadores, borrachos, farsantes. Tipos que no pueden dejar de tocar en una jam session de bebop, en el que el hallazgo, el tesoro, solo se lo encuentra uno, tarado y fuera de lugar, all¨ª donde no deber¨ªa haber estado. Bajo tierra hay t¨²neles de c¨¢rceles y grutas y cines y gente torturada, en una sucesi¨®n de personajes con un papel y su contrario. El torturado torturador, el muerto vivo, los nombres cambiados, el padre es el hijo y su padre, la v¨ªctima, asesino y el investigador es siempre investigado, localizado, interrogado, apresado, desaparecido y aparecido, esa historia 100% sudamericana de fantasmas.
Debe de haber mil novelas debajo de Vivir abajo, mil esbozos, historias que no sucedieron, encuentros que no se dieron y pel¨ªculas no grabadas mezcladas con novelas s¨ª escritas, historias, probabilidades, poemas, dictadores, supervivientes, poetas, nazis e hijos de padres ausentes. En el mejor territorio de la novela negra reconstruyendo la historia ¡ªs¨ª, Piglia, Bola?o, pero tambi¨¦n James Ellroy¡ª no solo nada es lo que parece sino que, al mismo tiempo, se parece a lo que no deber¨ªa sernos tan evidente.
Un verdadero caudal de narrar, bien compactado, en estado de gracia, enfebrecido y verborreico consiguiendo que la locura parezca cordura y la tortura y el horror muestras epif¨¢nicas de sentido com¨²n, un modo de humor negro como si la cultura, la pol¨ªtica y la justicia fueran siempre trajes que no consiguen nunca escondernos de la Bestia, de la Vida. Trajes estos tambi¨¦n infestados, sobre cuerpos enfermos, violados, golpeados: dictaduras, incendios, cuchilladas, traiciones y venganzas fallidas, erradas, en el centro de la diana de todos modos. Muestra de perversidad moral del desencuentro y el destino inexorable del mito con todo a la vez y en tiempo distinto, en muchas ocasiones aqu¨ª en una sala de interrogatorios donde ¡°la tortura produce sentido, genera historias, ficciones, la mitad de la historia de Am¨¦rica Latina, la mitad de la historia de Am¨¦rica, no existir¨ªan si no existiera la presi¨®n de hablar bajo castigo, la mitad de la historia del mundo¡±.
Me pregunto si uno, como autor, puede sobrevivir a un libro as¨ª, tan aventurero, tan libr¨®fago, tan psic¨®tico y arm¨®nico al mismo tiempo. Me pregunto si eso importa cuando su autor afirma que escribi¨® 1.000 p¨¢ginas de esta novela en tres meses y se pas¨® dos a?os corrigiendo y quitando las 350 p¨¢ginas que consider¨® que sobraban.
Vivir abajo. Gustavo Faver¨®n Patriau. Candaya, 2019. 670 p¨¢ginas. 23 euros.
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