Los novios imaginarios
Me gusta pensar que, una vez creados por nuestra imaginaci¨®n, se instalan en un mundo paralelo al nuestro para observarnos con piedad y condescendencia
Me hizo gracia que mi amiga Marta La Fiesss y yo comparti¨¦semos el mismo vicio: contar en el pueblo los novios que no ten¨ªamos en la ciudad, y las cosas maravillosas que hac¨ªamos con ellos. Cuando era adolescente, La Fiesss llegaba a su clase del Instituto Polit¨¦cnico de Vigo despu¨¦s del verano y le hablaba a sus amigos de Pedro Antonio, Luis Fernando o Manuel Alfredo, y nadie sospechaba nada, como si se diera por hecho que Cangas do Morrazo fuese TVE al mediod¨ªa. ¡°Es que de aquella me encantaba Cristal¡±, dijo La Fiess.
Se hac¨ªa ¡ªinventarse un amor de verano¡ª para no quedarse atr¨¢s respecto a las otras, que probablemente estuviesen invent¨¢ndose tambi¨¦n los suyos. Yo tambi¨¦n lo hac¨ªa.
El problema es que el curso era largo y las tardes, eternas, y se ped¨ªan detalles. Al final yo, que me hab¨ªa inventado el nombre de una chica para salir del paso y alardear de cuatro morreos, daba tantos detalles de ella que ya no ten¨ªa una novia, ten¨ªa un sim. Marta La Fiesss me dijo que hac¨ªa algo as¨ª, tambi¨¦n con el sexo: contaba lo que ella y su novio imaginario hac¨ªan, las cosas que descubr¨ªan juntos, los orgasmos que ten¨ªa. Marta La Fiesss, como yo y como una generaci¨®n entera, describi¨® mejor orgasmos mucho antes de tenerlos que despu¨¦s.
Al final lo que hac¨ªamos, pens¨¦, era contar tantas cosas que no hab¨ªamos vivido que era como si las hubi¨¦semos vivido, pero m¨¢s triste. Yo recuerdo un verano en el que invent¨¦ una novia con la que pasamos tantas aventuras juntos, que cuando le contaba semejante ristra de trolas a mis compa?eros de clase de 7? de EGB se me ca¨ªan las l¨¢grimas contando la despedida, ella en su coche con toda su familia y las maletas volviendo a Ponferrada. Ten¨ªan nombres de tenistas que me flipaba como jugaban, todas viviendo en Ponferrada y veraneando en Sanxenxo: Steffi, Martina, Chris, Gabriela, Arantxa. Galanes venezolanos que eleg¨ªan Cangas do Morrazo para pasar el verano y enrollarse con La Fiesss.
¡ªEcho de menos a los hombres cuando no los conoc¨ªa ¡ªrepiti¨® La Fiesss¡ª. Me gustar¨ªa saber d¨®nde est¨¢n metidos.
Era una buena pregunta. ?D¨®nde estaban nuestros novios imaginarios? Me gustaba pensar que, una vez creados por nuestra imaginaci¨®n, se instalaban en un mundo paralelo al nuestro para observarnos con piedad y condescendencia, como las paredes de nuestros cuartos que susurran: ¡°Si nosotras habl¨¢semos¡±. Me gusta pensar que en realidad existen y son verdad a fuerza de ser tanta mentira, y que al haber cumplido una funci¨®n important¨ªsima ¡ªaliviarnos los complejos de la adolescencia¡ª los querremos tanto o m¨¢s que a los verdaderos novios, los que de alg¨²n modo dejaron tanto suyo en nosotros que a veces cuesta saber si dejaron lo bueno o lo malo, con lo doloroso que es no poder distinguirlo.
Babelia
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