Gustavo Dudamel brilla entre hadas y un poderoso tit¨¢n
El director venezolano cerr¨® por todo lo alto una velada que tuvo en la primera parte el glamur a?adido de verle en el escenario por primera vez junto a su esposa, la actriz Mar¨ªa Valverde
Gustavo Dudamel obtuvo un rotundo ¨¦xito en su deb¨² en el Festival Castell de Peralada (Girona) el s¨¢bado al frente de una estupenda y entregada Mahler Chamber Orchestra repleta de j¨®venes m¨²sicos. Con una poderosa lectura de la Sinfon¨ªa n¨²m. 1, Tit¨¢n, de Gustav Mahler, el director venezolano cerr¨® por todo lo alto una velada que tuvo en la primera parte el glamur a?adido de verle en el escenario por primera vez junto a su esposa, la actriz Mar¨ªa Valverde. A pesar de las buenas intenciones, la versi¨®n que ofrecieron de El sue?o de una noche de verano, de Felix Mendelssohn, perdi¨® fuelle por los nervios y la discreta narraci¨®n a cargo de la joven int¨¦rprete espa?ola.
Las hadas y duendecillos que habitan el rom¨¢ntico bosque de la comedia de William Shakespeare, a los que Mendelssohn dio centelleante vuelo con una m¨²sica incidental de atm¨®sferas m¨¢gicas, no bendijeron a Mar¨ªa Valverde en su bautismo concertante en Peralada. Muy nerviosa, entre titubeos, descuadres y falsas entradas -esperando siempre las indicaciones de su marido-, altern¨® momentos dulces en los que dio voz y encanto natural al p¨ªcaro Puck, esp¨ªritu al servicio de Oberon, con otros episodios de la narraci¨®n de dicci¨®n borrosa y poco carisma teatral.
Musicalmente los momentos m¨¢s bellos y majestuosos sonaron en la prodigiosa obertura, ejemplo de precocidad -Mendelssohn la escribi¨® en 1826, a los 17 a?os- y genio musical. Volaban las maderas y las cuerdas con agilidad, precisi¨®n y encanto, y en las llamadas de los cazadores, los radiantes metales mostraban la fantas¨ªa po¨¦tica y dram¨¢tica de un compositor al que Wagner, antisemita furibundo, plagi¨® con descaro.
Dudamel subray¨® los efectos m¨¢gicos y la transparencia orquestal en una versi¨®n ilustrada con im¨¢genes proyectadas en tres pantallas situadas en los laterales y el fondo del gran escenario que poco aportaron a una m¨²sica que lo dice todo. La versi¨®n cont¨® con las solventes e inspiradas actuaciones de la soprano Mercedes Gancedo, la mezzosoprano L¨ªdia Vinyes-Curtis y el Coro de chicas del Orfe¨® Catal¨¤, bien adiestrado por su directora, Buia Reixach.
Ni el gancho de Dudamel, ni el glamur a?adido de ver en acci¨®n al famoso matrimonio en un escenario lograron agotar el papel en Peralada. Quedaron muchas butacas vac¨ªas en el enorme Auditori Parc del Castell y tras la obra de Mendelssohn, algunos espectadores aprovecharon el descanso para no volver. Ellos se lo perdieron, porque lo mejor de la velada, con mucha diferencia, fue el extraordinario Mahler, servido con belleza sonora y colores fascinantes por una orquesta que pasea con orgullo el nombre del genial compositor bohemio.
Dudamel recre¨® con primorosos y camer¨ªsticos detalles una sinfon¨ªa, la Tit¨¢n, as¨ª bautizada en referencia a la novela del escritor Jean Paul Richter, cuyo aliento rom¨¢ntico ilumina la partitura. Dudamel conoce a fondo la partitura, que marc¨® sus primeros pasos como director bajo la gu¨ªa de Jos¨¦ Abreu, alma del Sistema venezolano que hoy tantos pa¨ªses tienen como referente para ofrecer un futuro profesional a j¨®venes desfavorecidos. De hecho, la presencia de 40 j¨®venes m¨²sicos de todo el mundo en la plantilla de la Mahler Chamber Orchestra otorg¨® una fuerza arrolladora a la velada.
Como imaginativo y apasionado int¨¦rprete mahleriano, Dudamel perfil¨® una lectura de tiempos muy r¨¢pidos, casi vertiginosos en el espectacular y agitado movimiento final. Muy bien planificada, desde los murmullos de la naturaleza del primer movimiento a los graves acentos de la marcha f¨²nebre del tercero, el director venezolano anim¨® el relato sinf¨®nico con un po¨¦tico uso del rubato, acelerando y retardando el ritmo para recrear bell¨ªsimos detalles, en la l¨ªnea marcada por ap¨®stoles pioneros del sinfonismo mahleriano como Willem Mengelberg y Bruno Walter.
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