Monjitas
En 'Lambs of God', tres monjas de una extra?a orden, la de Santa In¨¦s, viven desde hace a?os en las ruinas de un monasterio en una isla alejada del mundanal ruido
Tras unos d¨ªas hospitalizado por una operaci¨®n quir¨²rgica menor, Javier Pradera lo ten¨ªa claro: "Nos hemos equivocado en todo: las monjas son cojonudas". No s¨¦ si llegar¨ªa a la misma cocnclusi¨®n tras ver la miniserie de HBO Lambs of God, en la que tres monjas de una extra?a orden, la de Santa In¨¦s, viven desde hace a?os en las ruinas de un monasterio en una isla alejada del mundanal ruido, isla por cierto situada en Tasmania y que alcanza el nivel de coprotagonista de la serie por su apabullante y extraordinaria belleza.
Tres monjas que tejen sus ropas, cultivan su huerta, cuidan de sus ovejas y desconocen los m¨¢s elementales avances tecnol¨®gicos posteriores a la revoluci¨®n industrial. Viven en su mundo y su mayor placer es contar historias. Un mundo en armon¨ªa hasta que llega un sacerdote con aviesas intenciones: valorar los bienes de la Iglesia para venderlos a un grupo hotelero. Comienza su viaje al fin de la noche.
Y si la isla es extraordinaria, las tres protagonistas femeninas est¨¢n a su altura. Ann Down, la terrible e inflexible t¨ªa Lydia de El cuento de la criada, Essie Davis y la joven Jessica Barden demuestran un enorme talento. Son las protagonistas absolutas en una situaci¨®n en la que ni la peluquer¨ªa ni el vestuario ni el maquillaje pueden coadyuvar lo m¨¢s m¨ªnimo: todo se basa en su enorme clase interpretativa.
Los apuntes colaterales de la historia son ya conocidos: desde la codicia de la jeararqu¨ªa eclesi¨¢stica al frecuente s¨ªndrome de Estocolmo, en este caso el del sacerdote, un reh¨¦n que puede tener ciertas resonancias del James Caan de Misery o del Clint Eastwood de El seductor. En cualquier caso Lambs of God es una excelente serie con unas int¨¦rpretes inolvidables.
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