El emigrante
?A qu¨¦ santo le rezo, si me he casado con la abogada de los imposibles?
Santa Rita Rita, lo que se da no se quita. Soy Judas Tadeo, claro, qui¨¦n iba a ser. Tu marido, al menos por ahora. Santa Rita de Casia, llevo 15 d¨ªas esperando noticias tuyas y parece que te han tragado los cielos, pero mi aura divina, da?ada por tu desd¨¦n, te percibe feliz, y eso es lo m¨¢s doloroso de todo. Preferir¨ªa que te hubiese pasado algo malo antes que saberte completa sin m¨ª, sin tu casa y tu jard¨ªn con vistas al Para¨ªso, sin tus hijos y sin la estabilidad de tu enlace sempiterno con un Santo respetable. ?Qu¨¦ nos ha pasado, Rita? Yo no tengo respuestas. Sigo siendo el mismo. Eres t¨² la que te has ido sin dejar ni rastro, has desechado mi cari?o y no me has dejado ni siquiera una escena de ruptura digna de ser recordada, a lo Pimpinela, con lo que te gustan y con lo que hemos sido. ?Y a qu¨¦ santo le rezo yo, dime, si me he casado con la abogada de los imposibles y ya no me quiere ni ver? Creo que deber¨ªamos comportarnos ambos como los adultos que somos ¡ªque ya no tenemos dos siglos¡ª y tratar de arreglar esto hablando cara a cara, o dancing cheek to cheek, como siempre hemos hecho. Esto es un ultim¨¢tum, Rita, te lo digo con todas las letras: si la situaci¨®n no cambia pronto, pido la nulidad matrimonial ante su Alt¨ªsimo Mandam¨¢s, que ya sabes que tengo enchufe y seguro que me la concede. Y a los cr¨ªos, ojo, te los quedas t¨².
Quiz¨¢ el jefe, en su omnisciencia, misericordia e infinita mala leche, me ha mandado esta semana a Italia para que reflexione sobre lo que ha sido mi vida. O a lo mejor solo quer¨ªa quitarse de encima un marronazo, que con ?l nunca se sabe. Desde luego, si su intenci¨®n era la primera, lo ha conseguido. Este encargo me ha devuelto a mis or¨ªgenes, Rita, a aquellos tiempos en los que t¨² ¡ªigual que ahora¡ª ni siquiera estabas a mi lado. Sabes de sobra que antes de conocerte, antes incluso de que nacieses, yo fui un peregrino, un predicador, en suma: un emigrante eterno. Edesa, Mesopotamia, Persia o Babilonia; a todas llegu¨¦ y en ninguna me quisieron. Reconozco que encontrar mi lugar en los cielos me hizo acomodarme, pero ahora que vuelvo a ser un n¨®mada abandonado, esta falta de humanidad me ha removido las entra?as. Te habr¨¢s enterado por las noticias, que a ti siempre te ha gustado leer el peri¨®dico con el caf¨¦, de que ese barco espa?ol que rescata personas en el mar sigue lleno hasta la bandera de refugiados de guerra, esperando a que alg¨²n gobierno le permita atracar en un puerto seguro. Te juro por mi primo el de Nazaret que estoy avergonzado: entre los que dicen digo donde hab¨ªan dicho Diego, los que tienen las manos m¨¢s limpias que Poncio y un italiano que dice ser cat¨®lico pero que no me quiere escuchar, no s¨¦ si podr¨¦ hacer algo, Rita. Eso s¨ª, si llega el Apocalipsis yo tendr¨¦ la conciencia tranquila: se lo merecen.
El que s¨ª que me dio cita de nuevo es Pedro el Guapo, pero esta vez deb¨ªa estar muy liado o de vacaciones, porque cuando yo ya estaba en Madrid esperando a que me recogiera con el Falcon, me llam¨® y me pregunt¨® si me importar¨ªa que nos reuni¨¦semos por Escai. Yo di por hecho que Escai ser¨ªa un pueblo de Do?ana, as¨ª que acept¨¦; pero resulta que es una cosa que utiliza esta gente para verse por la tele. Y digo verse porque de hablar poco: entre que el sonido se cortaba, que el v¨ªdeo iba con retraso y que nos junt¨® para hablar del tema del barco a un muchacho de C¨¢diz y a m¨ª, no hubo manera de hacerle entrar en raz¨®n. Creo que se le estaba quemando la paella, y para que le dej¨¢semos en paz nos prometi¨® que Espa?a se har¨ªa cargo de unos cuantos migrantes, pero que de ofrecerles un puerto, naranjas de la China. Y eso que el gaditano aseguraba que ten¨ªa uno en propiedad y que se lo pod¨ªa prestar. Aunque si te digo la verdad, creo que iba de farol: era bastante jipi; y los jipis, si la cosa no ha cambiado mucho desde 1969, no poseen puertos ni infraestructuras.
En fin, Rita, como comprender¨¢s, en estas circunstancias mi deber como Santo que soy y como emigrante que fui es subirme a ese barco y tratar de echar una mano desde dentro. No eludir¨¦ mis responsabilidades, Su Alt¨ªsimo Mandam¨¢s me libre, pero antes de embarcar, y ya que estoy por Madrid, me voy a quedar a la verbena de la Paloma, que es una fiesta preciosa y a esa Virgen de toda la vida se le dieron bien los milagros. Estar¨¦, por ¨²ltima vez, esperando a que vuelvas, por si acaso decides ponerte un mant¨®n de Manila y un vestido chin¨¦ y bailar un chotis con tu marido hasta el amanecer. Si no vienes, con todo el dolor de mi coraz¨®n, ser¨¦ yo quien diga que se acab¨®, como le cant¨® Mar¨ªa Jim¨¦nez a Pepe Sancho despu¨¦s de darle carpetazo. Que uno tambi¨¦n tiene su orgullo y, con la de problemas que hay en este mundo enfermo, no merece la pena mendigar las migajas de un amor chamuscado. Pi¨¦nsate bien lo que vas a hacer, Rita, porque si me fallas te juro que soy capaz de tirar nuestra alianza de boda al Mediterr¨¢neo, y eres t¨² la que siempre dice que Santa Rita Rita, lo que se da no se quita.
Babelia
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