Lo que de verdad vemos cuando miramos al pasado
El documental de Peter Jackson 'Ellos no envejecer¨¢n' es m¨¢s una intervenci¨®n art¨ªstica sobre un vast¨ªsimo material de archivo que una pel¨ªcula en el sentido habitual del t¨¦rmino
Cuando a Peter Jackson le encargaron un documental para los fastos del centenario del fin de la Gran Guerra, ni quienes se lo propusieron (los Imperial War Museums de Londres) ni el propuesto se plantearon hacer un documental m¨¢s sobre aquella guerra tan llena de documentales, sino hacer "el documental" sobre la Gran Guerra. O, al menos, el documental sobre la Gran Guerra desde el punto de vista brit¨¢nico.
Ellos no envejecer¨¢n (They Shall Not Grow Old, distribuido en v¨ªdeo dom¨¦stico en Reino Unido en 2018 y estrenado en Espa?a en el canal Historia y en Movistar + este verano) desaf¨ªa la noci¨®n de documental y hasta la de pel¨ªcula. M¨¢s que cine, es una intervenci¨®n art¨ªstica que se propone hacer hablar a los soldados brit¨¢nicos que lucharon en las trincheras de Francia.
Jackson tom¨® miles de horas de filmaciones mudas en blanco y negro y las someti¨® a un tratamiento inform¨¢tico intensivo. Primero, las acompas¨® a la velocidad de veinticuatro fotogramas por segundo, para que los personajes se movieran con naturalidad. Luego, restaur¨® los fotogramas y los colore¨®, d¨¢ndoles una definici¨®n tan perfecta que parecen rodados ayer mismo. Finalmente, con ayuda de expertos en lectura de labios, intent¨® averiguar qu¨¦ dec¨ªan aquellos combatientes, y dobl¨® sus palabras, a?adiendo miles de efectos sonoros para que se escuche el trote de los caballos, el ruido del tenedor reba?ando una escudilla, los pasos sobre las trincheras encharcadas y, por supuesto, los ca?onazos, las bombas, los disparos, las minas y los aviones.
Sobre estas im¨¢genes, una sucesi¨®n de voces de ultratumba: testimonios de veteranos custodiados en varios archivos, que arman una voz en off coral. Con una t¨¦cnica de patchwork, cada uno de los cientos de testimonios aporta una porci¨®n de verdad que se suma a una epopeya colectiva sin nombres propios que baila con las im¨¢genes restauradas. El resultado es una traslaci¨®n emocionant¨ªsima de la experiencia guerrera de unos p¨²beres que fueron al frente como quien se apunta a unos campamentos, y se encontraron con el mayor horror que hab¨ªa conocido nunca la humanidad.
La intuici¨®n narrativa dicta que no podemos identificarnos con un coro de voces. Cualquier narrador convencional escoger¨ªa a un solo soldado, o a un grupo peque?o de ellos que puedan representar unos arquetipos (el valiente, el cobarde, el ingenuo, el c¨ªnico, etc¨¦tera), y har¨ªa que el espectador los acompa?ase en su camino del h¨¦roe.
Por eso Ellos no envejecer¨¢n es m¨¢s una intervenci¨®n art¨ªstica sobre un vast¨ªsimo material de archivo que una pel¨ªcula en el sentido habitual del t¨¦rmino, y lo es porque plantea tambi¨¦n una serie de problemas sobre las nociones de documento y recreaci¨®n.
Desde un punto de vista historiogr¨¢fico, la manipulaci¨®n del material de archivo que ha hecho Jackson es aberrante. Si el documento es lo ¨²nico que permite conocer el pasado, alterarlo equivale a alterar el pasado mismo, lo que nos lleva al terreno de las paradojas (tan propio, por otro lado, de los viajes en el tiempo): indudablemente, la reconstrucci¨®n de Jackson ofrece una versi¨®n de la guerra mucho m¨¢s realista y ajustada a los hechos que los documentos en bruto, y, sin embargo, son los documentos sin adulterar los que nos conectan de verdad con el pasado. Al querer ser realista, ofrece una versi¨®n fant¨¢stica. Por eso Ellos no envejecer¨¢n es una obra de arte y una ficci¨®n, pero no un documental, pese a que supere en verismo a todos los documentales y libros de historia precedentes.
Lo cual lleva a una reflexi¨®n m¨¢s general sobre qu¨¦ vemos realmente cuando vemos una reconstrucci¨®n hist¨®rica, sobre todo cuando visitamos lugares hist¨®ricos convertidos en museos: el viej¨ªsimo debate sobre si se puede conocer de verdad el pasado o estamos condenados a reinterpretarlo, y por eso se dice que el pasado est¨¢ cambiando siempre. ?Viajamos de verdad al pasado o disfrutamos de una versi¨®n presentista? En otras palabras: cuando visitamos Versalles o Auschwitz, ?de qui¨¦n est¨¢n hablando esos sitios, con sus gu¨ªas, sus recorridos con flechas y sus reconstrucciones? ?De los reyes absolutos y de los jud¨ªos del Holocausto o de nosotros mismos, turistas, con nuestros prejuicios y aprensiones contempor¨¢neas?
?Qu¨¦ vemos de verdad cuando vemos la historia? ?Sentimos la angustia y el miedo de los soldados de la guerra de 1914 o una versi¨®n de nuestros propios miedos?
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