La utop¨ªa resiste en los Urales
Ante la desidia de las autoridades, un movimiento social pelea por mantener vivo el patrimonio de Ekaterimburgo, centro hace un siglo de la revoluci¨®n constructivista
La ciudad rusa de Ekaterimburgo, en la zona de los Urales, es un tesoro para los amantes de la arquitectura de vanguardia de la Europa de los a?os veinte del siglo XX. M¨¢s de 140 edificios y conjuntos urban¨ªsticos diversos testimonian que esta localidad situada a casi 1.500 kil¨®metros al este de Mosc¨² fue centro del constructivismo, la corriente de experimentaci¨®n y b¨²squeda de nuevas formas de vida y de organizaci¨®n del espacio social, en plena sinton¨ªa con las tendencias y escuelas m¨¢s avanzadas de la ¨¦poca, como la Bauhaus alemana, que este a?o cumple un siglo.
Ignorado por las autoridades provinciales durante d¨¦cadas, el constructivismo en Ekaterimburgo disfruta ¨²ltimamente de una revalorizaci¨®n gracias a los arquitectos, urbanistas y entusiastas que reivindican esta herencia cultural y la defienden contra proyectos arcaizantes. La sociedad local movilizada ha logrado frenar de momento los planes de unos oligarcas empe?ados en construir en el centro una gigantesca catedral de estilo anterior al XVIII, siglo de fundaci¨®n de la ciudad.
En los noventa los responsables de Ekaterimburgo mostraban su desconocimiento ante los visitantes extranjeros que ped¨ªan ver el patrimonio constructivista municipal, dice el arquitecto Bor¨ªs Dem¨ªdov. Incluso en 2012, en plena campa?a por adjudicarse la Expo de 2020, las fachadas de edificios emblem¨¢ticos del constructivismo estaban ocultas tras carteles publicitarios.
Las cosas han cambiado. La publicidad sobre las fachadas constructivistas ha desaparecido y los dirigentes saben que el estilo que da car¨¢cter a Ekaterimburgo es un valor cotizado internacionalmente, aunque no han aprendido a¨²n a tratarlo como se merece. Les falta inter¨¦s para tramitar seriamente la protecci¨®n de la Unesco sobre la herencia constructivista y, adem¨¢s, en aras de la expansi¨®n y modernizaci¨®n urbana, siguen derribando edificios de aquel estilo, afirma la arquitecta Marina Saj¨¢rova. Tres de esos inmuebles sucumbieron en 2018, apunta el urbanista Nikita Suchkov.
El constructivismo en Ekaterimburgo tiene su origen en los grandes proyectos de desarrollo econ¨®mico e industrial de una potente zona minera y metal¨²rgica del coraz¨®n de Rusia, que a fines de 1923 qued¨® integrada en la denominada regi¨®n de los Urales, con una extensi¨®n de 1,8 millones de kil¨®metros cuadrados. Para ampliar y modernizar su capital, Ekaterimburgo, llegaron en comisi¨®n de servicios arquitectos desde Mosc¨² y Leningrado, entre ellos especialistas procedentes de la Bauhaus, como Bella Scheffler, uno de los disc¨ªpulos de Hannes Meyer (el director de la Bauhaus entre 1928 y 1930). Meyer se hab¨ªa trasladado a la URSS a principios de los treinta, cuando los nazis arremetieron contra la emblem¨¢tica escuela de arquitectura.
La regi¨®n de los Urales existi¨® como unidad administrativa hasta 1934, cuando fue disuelta y fragmentada. En aquel territorio se pusieron en pr¨¢ctica los principios de la nueva arquitectura socialista y se experiment¨® con modos de organizaci¨®n social. El resultado fue un tejido urbano de formas geom¨¦tricas y funcionales, que marc¨® este y otros grandes centros industriales de la zona como Perm, Cheli¨¢binsk o Nizhni Tagil.
Obras simb¨®licas de aquella ¨¦poca se encuentran todav¨ªa en la avenida Lenin. La Casa de las Comunicaciones (central de correos), la Casa de los Chequistas (construida como residencia de los funcionarios policiales y de seguridad del NKVD) y la Casa de la Prensa jalonan esta calle, que es un museo de la evoluci¨®n del constructivismo, desde sus formas desnudas iniciales a otras que se enmascararon con decoraci¨®n (¡°constructivismo enriquecido¡± y estilo neocl¨¢sico estalinista) a partir de 1932, cuando la vanguardia cay¨® en desgracia ante los dirigentes ideol¨®gicos y culturales de la URSS.
Mientras dur¨®, la regi¨®n de los Urales fue un escenario vivo y experimental: all¨ª se celebraban concursos que atra¨ªan a los mejores arquitectos de la URSS y tambi¨¦n a maestros internacionales. Se planeaban obras pr¨¢cticas, como viviendas, clubes obreros y sedes institucionales, y tambi¨¦n ut¨®picas.
El primer museo
El constructivismo de Ekaterimburgo es reivindicado hoy desde el primer museo dedicado a esa tendencia (inaugurado en 2017) y tambi¨¦n desde las jornadas tem¨¢ticas que se celebran cada a?o all¨ª desde 2015. El primer museo, una iniciativa del urbanista Nikita Suchkov, se inaugur¨® con una beca de la fundaci¨®n del oligarca Vlad¨ªmir Potanin en un apartamento de la Casa del consejo regional del Ural, un edificio construido por Ginzburg y Aleksandr Pasternak entre 1929 y 1932. Suchkov explica que paga al municipio un alquiler de 15.000 rublos al mes (cerca de 200 euros) y mantiene el museo gracias a visitas y excursiones.
Su sede es un ¡°Apartamento Unidad F¡±, 32 metros cuadrados distribuidos en dos niveles y unidos por una escalera. Diecis¨¦is apartamentos iguales se abren a un pasillo-galer¨ªa donde tienen su estudio prestigiosos arquitectos como Boris Dem¨ªdov o Elena Mam¨¢eva. Gracias al museo, el edificio se ha convertido en un foco de actividad intelectual.
Los voluntarios y activistas de Ekaterimburgo se han organizado tambi¨¦n para salvar la Torre Blanca (Belaia Bashnia, ingenio para el bombeo de agua, obra del arquitecto Moisei Reisher inaugurada en 1931). La torre abastec¨ªa a la f¨¢brica de construcci¨®n de maquinaria de los Urales (Uralmash), uno de los gigantes de la industria pesada y militar de la URSS, y a toda la ciudad social que fue planificada en torno a aquella industria. Cuando el lago desde el que bombeaba se sec¨®, la torre dej¨® de funcionar. Tras la desintegraci¨®n de la URSS y la privatizaci¨®n de Uralmash, la torre fue escenario de varios proyectos fallidos y despu¨¦s se llen¨® de basura y grafitis. En 2013, el grupo Podelniki, formado por j¨®venes arquitectos, se hizo cargo de ella, la limpi¨®, le puso ventanas y puertas y tapon¨® las goteras. En la actualidad, Podelniki organiza distintos eventos culturales en lo alto de la torre (29 metros de altura), que es el edificio dominante en Uralmash. Adem¨¢s, Podelniki recoge donativos para una restauraci¨®n a fondo del edificio.
El constructivismo tambi¨¦n caracteriza entornos urban¨ªsticos en Ekaterimburgo, como el barrio de Ordzhonikidze, donde est¨¢ Uralmash y la ¡°ciudad socialista¡±. All¨ª se encuentra a¨²n la llamada F¨¢brica-Cocina, donde se supon¨ªa err¨®neamente que los obreros comer¨ªan con gusto la comida preparada para ellos. En el barrio existe el antiguo palacio de Cultura de Uralmash, un edificio de escaleras de m¨¢rmol decorado por cuadros del realismo socialista, que acoge a numerosos y activos c¨ªrculos de aficionados, desde ajedrecistas a coros. Su directora, Mar¨ªa Shari¨¢tnikova, asegura que el palacio acabar¨¢ de ser restaurado para el 300? aniversario de la fundaci¨®n de Ekaterimburgo, en 2023. Junto a Uralmash est¨¢ el hotel Madrid (en su origen un alojamiento para t¨¦cnicos extranjeros y luego una residencia obrera), que data de 1938. Junto al hotel (cerrado y en busca de inversor), est¨¢ la plaza del Primer Quinquenio, desde donde Fidel Castro areng¨® a los camaradas en 1963, durante una visita a la URSS.
Para que la Unesco proteja la herencia constructivista local se requiere un enorme trabajo documental y tambi¨¦n un enfoque claro. O bien dar prioridad a la protecci¨®n de objetos aislados, como el estadio Dinamo o la Casa de los Chequistas, o bien apostar por conjuntos m¨¢s globales para salvarlos de la especulaci¨®n urban¨ªstica. En la Casa de los Chequistas, la protecci¨®n est¨¢ dificultada por los cambios registrados en el conjunto, como reformas parciales o alteraci¨®n de las viviendas (en parte para crear cocinas individuales inexistentes en el vanguardista proyecto original). Algunos de estos pisos renovados son ahora fant¨¢sticos apartamentos en el centro de la ciudad.