Protesta en la ciudad rusa de Yekaterinburg: ?Lecci¨®n o advertencia?
Un proyecto de construcci¨®n de una catedral ortodoxa de estilo arcaico ha enfrentado a una ciudadan¨ªa movilizada con unas autoridades locales y regionales torpes y burocr¨¢ticas
La gesti¨®n pol¨ªtica de corte autoritario que se ha consolidado en las provincias de Rusia bajo el mandato de Vlad¨ªmir Putin en Rusia ha sufrido una derrota en Yekaterinburg, el centro industrial de los Urales de donde proced¨ªa Boris Yeltsin, el primer presidente de la Rusia poscomunista (1991-2000).
En esta ciudad industrial, que es capital del distrito federal de los Urales y la cuarta urbe del pa¨ªs por su poblaci¨®n (cerca de 1.350.000 habitantes), un proyecto de construcci¨®n de una catedral ortodoxa de estilo arcaico ha enfrentado a una ciudadan¨ªa movilizada con unas autoridades locales y regionales torpes y encapsuladas en su propio mundo burocr¨¢tico.
La construcci¨®n de la catedral estaba prevista a la orilla del estanque sobre el rio Iset, cuya dominante arquitect¨®nica es el estilo constructivista, una tendencia de vanguardia surgida en la d¨¦cada de los veinte del pasado siglo.
El futuro templo debe sustituir a otro mucho m¨¢s peque?o (ubicado en otro lugar y volado en la campa?a antirreligiosa organizada por Stalin en los a?os treinta). Se trata del regalo no solicitado que dos oligarcas locales productores de cobre, Andr¨¦i Kozitsin e Igor Altushkin se empe?an en entregar a la ciudad con motivo de los trescientos a?os de su fundaci¨®n en 1723.
Inicialmente la construcci¨®n deb¨ªa ejecutarse sobre una isla artificial en el estanque sobre el r¨ªo Iset, en el centro de la urbe, pero la ciudadan¨ªa se manifest¨® vehementemente en contra y los mandatarios locales descartaron entonces el proyecto de la isla y ofrecieron a los oligarcas un solar en la ribera, junto al teatro dram¨¢tico.
En febrero, por decisi¨®n del consistorio de Yekaterinburg, una superficie con c¨¦sped y ¨¢rboles dej¨® de ser zona de ¡°uso p¨²blico¡± para convertirse en ¡°terreno para uso religioso¡±. En mayo brigadas de trabajadores iniciaron los preparativos para las obras. El conflicto renaci¨® y se encon¨® el lunes 13 de mayo tras la aparici¨®n en la noche anterior de una valla alrededor del solar y de unos fornidos sujetos (procedentes de la escuela de artes marciales mantenida tambi¨¦n por los oligarcas) dispuestos a defenderla por la fuerza. Se inici¨® entonces una escalada de hostilidad entre los guardianes de la obra, ayudados por la polic¨ªa, y los manifestantes.
Durante tres d¨ªas se produjeron forcejeos en torno a la valla, parte de la cual acab¨® en el fondo del estanque; hubo refuerzos de los efectivos policiales, gases lacrim¨®genos, contusiones y detenciones. De diferentes lugares de Rusia llegaron muestras de solidaridad y apoyo a los defensores de la plaza. Por las redes sociales, los sucesos de Yekaterinburg han sido seguidos por los pol¨ªticos, polit¨®logos de todo el pa¨ªs y sobre todo por activistas empe?ados en otras luchas locales, que tienen en com¨²n el ser una reacci¨®n a dirigentes que act¨²an de forma opaca y a espaldas de la ciudadan¨ªa. Muestras de solidaridad llegaron desde Arj¨¢ngelsk, donde el movimiento ciudadano lucha contra un pol¨ªgono para acoger la basura de Mosc¨². En Krasnoyarsk,las autoridades locales desistieron apresuradamente de otro intento de edificar una iglesia sin consultar a la ciudadan¨ªa.
Las reivindicaciones en Yekaterinburg fueron subiendo de tono, hasta pedir la dimisi¨®n del alcalde y del gobernador de la provincia. Pegado a un ¨¢rbol apareci¨® un adelanto de lo que podr¨ªa ser el siguiente nivel: ¡°la comida en la plaza (el lugar en litigio) y la cena en el Kremlin¡±.
La tensi¨®n se redujo el jueves cuando Vlad¨ªmir Putin se pronunci¨® a favor de una consulta a la ciudadan¨ªa. El presidente aconsej¨® di¨¢logo y advirti¨® que la ¡°consulta¡± deb¨ªa efectuarse ¡°si se trata de habitantes de un barrio¡± y no ¡°de activistas que llegaron de Mosc¨² para promocionarse¡±.
Tras la intervenci¨®n de Putin, el alcalde Aleksandr Vysokinskii sali¨® a la plaza a hablar con los ciudadanos a los que antes hab¨ªa ignorado; el gobernador, Yevgueni Kuiv¨¢shev, prometi¨® someter a consulta una propuesta de cinco solares alternativos. Para el s¨¢bado, las verjas en torno a la plaza de la discordia desaparecieron al igual que los controles y registros policiales. En vez de agentes con porras y cascos, el solar se pobl¨® con repartidores de bocadillos y bollos por cuenta del fondo ben¨¦fico ¡°Santa Catalina¡±, propiedad de los oligarcas p¨ªos y aparecieron nutridos contingentes de popes ortodoxos dispuestos a polemizar con los defensores del espacio p¨²blico.
Para el fin de semana, la protesta se hab¨ªa transformado en fiesta. Entre los concentrados reinaba un ambiente de alegr¨ªa, pero tambi¨¦n de desconfianza, porque una consulta popular solo tiene car¨¢cter vinculante si es un ¡°refer¨¦ndum¡± ajustado a la normativa local correspondiente.
¡°La atm¨®sfera de protesta con mucha carga de agresividad ha desaparecido, pero la gente con su presencia indica que va a seguir vigilando la situaci¨®n porque no conf¨ªan en las autoridades que amenazaban y daban ultim¨¢tum hasta que habl¨® Putin y solo entonces se mostraron dispuestas al compromiso¡±, comentaba el doctor en ciencias pol¨ªticas Sergu¨¦i Moshkin.
A la escalada de tensi¨®n contribuy¨® la aparici¨®n de los fornidos tipos de la escuela de artes marciales. Tambi¨¦n contribuy¨® el tono en que las autoridades locales recibieron a principio de la semana pasada a un grupo de activistas seleccionados para un supuesto di¨¢logo cuyo fin, seg¨²n el polit¨®logo, era tratar de identificar a los supuestos organizadores de la protesta. ¡°La actuaci¨®n de las autoridades desde una posici¨®n de fuerza y amenazadora uni¨® m¨¢s a la gente¡±, afirm¨® el polit¨®logo.
Desde Mosc¨², el pol¨ªtico de oposici¨®n Alex¨¦i Navalni difundi¨® un v¨ªdeo con datos sobre la familia del oligarca Altushkin. Navalni informaba de lujosas propiedades inmobiliarias en barrios exclusivos de Londres y posesi¨®n de ciudadan¨ªa brit¨¢nica por parte de Tatiana Alt¨²shkina, la esposa de uno de los dos oligarcas p¨ªos. ¡°No hay nada de delictivo en tener inmuebles y doble ciudadan¨ªa¡±, dijo Alt¨²shkina, quien precis¨® que a la plaza, en defensa de la irritante verja se hab¨ªan desplazado ¡°nuestros deportistas de la academia de artes marciales¡±, un total de ¡°diez¡±. En efecto, no es ilegal tener propiedades inmobiliarias en Londres ni la doble nacionalidad, pero ambas cosas inspiran reticencia en los c¨ªrculos que alardean de patriotismo ruso, religiosidad ortodoxa y ret¨®rica antioccidental, justamente el p¨²blico que apoya los s¨ªmbolos como la construcci¨®n de la catedral de Santa Catalina. El templo proyectado ahora por los oligarcas del cobre recuerda la Iglesia de la Asunci¨®n de Vlad¨ªmir, que data del siglo XII. El anterior proyecto consist¨ªa en una iglesia al estilo del siglo XVI.
La intervenci¨®n de Navalni fue acogida con prevenci¨®n en algunos sectores contrarios a la construcci¨®n de la iglesia, ¡°porque daba a las autoridades la posibilidad de decir que alguien hab¨ªa organizado las protestas desde fuera¡±, se?ala Moshkin. El caso es que ¡°los mandatarios locales est¨¢n realmente convencidas de que hay un organizador desde fuera, y lo buscan, sin poder comprender que la protesta surge aqu¨ª¡±. ¡°Esta acci¨®n ha mostrado que, a pesar de 20 a?os de un severo r¨¦gimen de imitaci¨®n de la democracia, los ciudadanos han mantenido el sentimiento de su propia dignidad, su deseo de libertad y sobre todo su anhelo de que su opini¨®n sea o¨ªda y respetada¡±, se?al¨® el polit¨®logo. ¡°La demostraci¨®n de la capacidad de unirse ha saneado la situaci¨®n en Yekaterinburg donde antes reinaba cierto pesimismo por la situaci¨®n en el pa¨ªs, ahora Yekaterinburg ha mostrado su verdadera cara¡±, sentenci¨® el experto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.