Dieta de cine en Manchuria

El mercado espa?ol de distribuci¨®n cinematogr¨¢fica destinado principalmente a las salas de versi¨®n original subtitulada suele tener un rasgo inherente: las pel¨ªculas escogidas por las empresas dedicadas a comprar productos internacionales para colocarlos en nuestros cines de autor mantienen un nivel medio m¨¢s que aceptable; las hay mejores y peores, como en botica, pero aunque a veces se fuercen demasiado las ansias de exotismo y de reivindicaci¨®n social en perjuicio de la calidad, rara vez te encuentras con una pel¨ªcula espantosa. Salvo con una rara excepci¨®n: el extra?o subg¨¦nero del cine culinario. Ah¨ª parece valer todo.

Ocurri¨® hace unos nueve meses con el melodrama de Singapur Una receta familiar, quiz¨¢ lo peor que se haya estrenado en este tipo de cines en los ¨²ltimos a?os, y esta semana con otro melodrama: El cocinero de los ¨²ltimos deseos, del japon¨¦s Y?jir? Takita. Que el ali?o culinario es un ¨¦xito desde hace tiempo en el audiovisual es un hecho; que cualquier pel¨ªcula con la cocina por montera valga para su estreno es otra cosa. Pedestre en su narrativa y en su producci¨®n, con unos sonrojantes cromas para las puestas de sol y ciertas secuencias de exterior, la pel¨ªcula de Takita est¨¢ ambientada en dos tiempos, el contempor¨¢neo y los a?os treinta del siglo XX, entre 1933 y 1937, cuando Manchuria, la regi¨®n china previamente conquistada por Jap¨®n, fue convertida en un estado t¨ªtere independiente con el emperador Puyi como jefe de estado.

El periodo elegido es muy interesante, pero el tono de follet¨ªn familiar con risibles toques de espionaje b¨¦lico y hasta de thriller de intriga es de una atroz inconsistencia, unido a un ritmo m¨¢s all¨¢ de lo moroso y a una vulgar puesta en escena en la que, como bot¨®n de muestra, han debido colocar en montaje dos a?ejas cortinillas: ese recurso que en el cine cl¨¢sico serv¨ªa a veces para marcar el tr¨¢nsito entre secuencias, y que ahora, cuando se utiliza, suele ser debido a que el director no ha calculado bien en la fase de rodaje los pasos entre planos de distintas escenas, y al montador no le queda mejor opci¨®n que colocarle una cortinilla. Takita, que en el a?o 2008 obtuvo por Despedidas uno de los Oscar m¨¢s olvidables a la mejor pel¨ªcula de habla no inglesa, parece en baja forma.

Relato sobre el placer culinario, presente y redundante en sus dos largas horas, al menos contiene una frase que podr¨ªa resumirlo todo: ¡°La cocina sirve para hacer feliz a la gente¡±. La buena cocina. Como el cine. El buen cine.?