Malandr¨ªn por Tutatis
Del mismo modo que el viejo Baltar asent¨® su poder en Ourense yendo a todos los entierros, Rajoy lo fue mermando present¨¢ndose en las bodas
La mala suerte de Elisardo Bastiaga le ha llevado a acudir a la boda de una prima segunda que ¨¦l cre¨ªa muerta. Ocurre que a Bastiaga, 50 a?os y 98 followers, su familia le tiene entre tantos algodones que no le informan de las muertes para que no sufra, y as¨ª ha ido por la vida, dejando de ver a gente en la mesa de Nochebuena sin preguntarse por qu¨¦. Cuando descubri¨® la treta familiar tuvo un efecto devastador: cuando pasaba dos meses sin ver a un familiar, lo daba por muerto.
¡ª?Pero una prima segunda?, me susurra en la boda. ?C¨®mo iba a saber que exist¨ªa eso?
La novia apareci¨® vestida de blanco de arriba abajo, como si fuese parte de una secta. Solo le faltaba fumar. El novio ten¨ªa cara de malandr¨ªn, y fue pensar en esa palabra y divisar a lo lejos a Mariano Rajoy entre los invitados. As¨ª que yo llevaba todo agosto lanzando cabos a su alrededor para mantener una conversaci¨®n con ¨¦l y lo ¨²nico que ten¨ªa que hacer para atraerlo era casarme.
Del mismo modo que el viejo Baltar asent¨® su poder en Ourense yendo a todos los entierros, Rajoy lo fue mermando present¨¢ndose en las bodas. La raz¨®n no es ¨¦l, un encanto de invitado, sino que es bailar¨ªn. Los bailarines de boda y verbena, el chacach¨¢ del tren, son estupendos para ganar elecciones (pues los votantes te ven con simpat¨ªa en v¨ªdeos caseros) y para perder el control del partido, pues son los vicesecretarios los que tienen que salir a la pista ¡°a darlo todo¡± con Rajoy.
En la boda tengo que hablar yo, que soy conferenciante de bodas, porque la hermana de la novia se sinti¨® indispuesta (me pareci¨® que por las drogas, que ya hay que ser yonqui para no poder ni hablar antes de la ceremonia) y al salir e improvisar unas palabras pude leer en los labios del novio y la novia: ¡°?T¨² a este le conoces de algo?¡±. ¡°En la puta vida, Germ¨¢n¡±.
Como todas las bodas, hubo luego una grand¨ªsima ceremonia de confusi¨®n que alcanz¨® su cumbre cuando Bastiaga, con la coleta casi sin pelos pero llena de purpurina, le propuso a Rajoy ir al fotomat¨®n con el matasuegras (¡°?esto se sigue llamando as¨ª?, raro¡±, dijo socarr¨®n el expresidente) para luego insistirle en que pidiese la abstenci¨®n de Casado; lo dijo Bastiaga en calidad de ¡°acreditado asesor del PSOE en las negociaciones¡± dijo rebuscando tanto en el bolsillo de la chaqueta su tarjeta imaginaria que casi le planta el orfidal en la mano a Rajoy.
Un guardaespaldas acab¨® dej¨¢ndolo en la puerta del autob¨²s, a donde se subi¨® Bastiaga cuando no eran ni las doce. Se hizo un selfi y lo subi¨® antes de dormirse con un texto que no entendi¨® ni ¨¦l al d¨ªa siguiente, si bien le hizo subir un follower; un follower random que jur¨® y perjur¨® que era el seud¨®nimo de Rajoy en Instagram, como si Rajoy necesitase seud¨®nimos para que la gente no sospeche de ¨¦l.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.