Las dos orillas
Roc¨ªo M¨¢rquez y Jorge Drexler llevan a Flamenco on Fire su sentido homenaje a la m¨²sica flamenca y popular de ida y vuelta
Cantes de ida, cantes de vuelta, no sabemos en qu¨¦ medida es la ida o la vuelta. Con este nombre se conocen una serie de cantes flamencos que, se supone, se han ido conformando a lo largo del tiempo en el trasiego colonial entre las dos orillas del Atl¨¢ntico. Valderrama consideraba que eran solo ¡°de vuelta¡±. Da lo mismo, lo importante es que la destilaci¨®n del tiempo ha ido forjando estas perlas: milongas, vidalitas, guajiras...
Ahora, la cantaora onubense Roc¨ªo M¨¢rquez (una de las mejores noticias que nos ha dado el flamenco en los ¨²ltimos a?os) y el cantautor uruguayo Jorge Drexler se han unido para rastrear en esta doble orilla musical bajo el nombre de Aquellos puentes sutiles. El concierto, que se estren¨® el a?o pasado, apenas hab¨ªa programado dos fechas para este, una de ellas ayer, viernes, en esta VI edici¨®n de Flamenco on Fire, en Pamplona, dentro de su secci¨®n de grandes conciertos. Y se present¨® en el auditorio Baluarte de la capital navarra con las entradas agotadas. ¡°Quer¨ªamos que fuese as¨ª, con actuaciones muy espor¨¢dicas, en lugares emblem¨¢ticos como este festival¡±, comenta Roc¨ªo M¨¢rquez a EL PA?S.
No se trata ni mucho menos de una investigaci¨®n musical o acad¨¦mica, sino m¨¢s bien de una "investigaci¨®n" sentimental: dos m¨²sicos que se gustan y admiran se unen e indagan en esa huella que el tiempo ha dejado en forma musical, una doble llama que se retroalimenta, lejana y cercana al mismo tiempo, pero que ellos han sabido resumir en una especie de reuni¨®n de mesa de camilla (en este caso: mesa de cocina).
Drexler, m¨¢s all¨¢ de su ¨¦xito general o en la m¨²sica para cine, es una especie de payador popular, aunque moderno y de cultura m¨¢s libresca que los viejos payadores, trovadores capaces del recitado improvisado. A veces recuerda a Facundo Cabral: ¨¦l dice: "Yo no soy de aqu¨ª, pero t¨² tampoco lo eres", reivindicativo y contra el estigma contempor¨¢neo contra los inmigrantes, y Cabral, m¨¢s libertario, cantaba: ¡°No soy de aqu¨ª, ni soy de all¨¢¡±.
Ambos, Roc¨ªo y Drexler, hacen su parte, su orilla, a veces mezcladas: a los citados palos flamencos se unen otros: ronde?as, buler¨ªas, seguiriyas, m¨¢s las zambras (que no sambas) de la otra orilla. Drexler explica, M¨¢rquez (en su continua evocaci¨®n del Ni?o, es decir, de Marchena, o de Morente), se demora en su alargamiento melism¨¢tico poderoso, se miran, se tocan, se sienten bien.
Es un concierto en tono menor (que no quiere decir peor, sabemos lo que Borges pensaba de la poes¨ªa en tono menor, la que m¨¢s amaba, la que m¨¢s amamos) y, como todo lo que pasa por las manos de Roc¨ªo M¨¢rquez, un manjar delicado, construido con sensibilidad y amor, hecho al calor de esa lumbre de doble llama que son estas m¨²sicas maravillosas. Es posible que el espect¨¢culo no quiera ser m¨¢s, ni menos. Mundos y puentes sutiles.
La jornada de Flamenco on Fire se completaba con la actuaci¨®n de El Farru, dentro del Ciclo Nocturno del festival, en el hotel Tres Reyes. Antonio Fern¨¢ndez Montoya, Farru, pertenece a esa saga impagable de los Farruco, a ese fil¨®n inagotable del mejor baile jondo y gitano. Hermano de Farruquito y del Carpeta, hijo de la Farruca y nieto de Antonio Montoya, Farruco, anoche, con las entradas tambi¨¦n agotadas, bail¨® con una madurez impecable y con su habitual fuerza de otro mundo. Seguiriyas, alegr¨ªas, sole¨¢, buler¨ªas y, al final, se sent¨®, toc¨® la guitarra y hasta cant¨® un bonito tema que dedic¨®, "con humildad", a algunos de los admirados maestros que se encontraban en la sala: Tomatito, Josemi Carmona y Pepe Habichuela.
Flamenco on Fire est¨¢ viviendo su edici¨®n m¨¢s multitudinaria. Este festival puede que tenga l¨ªmites, pero a¨²n no se conocen.
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