Kati Horna, la hero¨ªna oculta tras la gran fot¨®grafa
Los negativos localizados en Amsterdam rescatan la biograf¨ªa y el compromiso de una mujer que tras escapar de la Guerra Civil y el nazismo reh¨ªzo su vida en M¨¦xico
La fot¨®grafa Kati Horna (Budapest, 1912 - Ciudad de M¨¦xico, 2000) sobrevivi¨® a la mala suerte en una Europa en la que las biograf¨ªas se escrib¨ªan en el ¨²ltimo minuto. Para cuando escap¨® del continente con 27 a?os, camino de M¨¦xico, hab¨ªa estudiado con Bertolt Brecht y en la Bauhaus, abrazado el anarquismo, fotografiado una guerra, liberado a su pareja de un campo de concentraci¨®n y huido de los nazis. El hallazgo en ?msterdam de m¨¢s de 500 negativos de su trabajo en la zona anarquista durante la Guerra Civil espa?ola, perdidos desde el final de la contienda, permite el rescate de una vida plagada de peripecias. A ese esclarecimiento colabora su hija, Ana Mar¨ªa Norah Horna y Fern¨¢ndez, administradora de un archivo de m¨¢s de 19.000 documentos relacionados con la vida y obra de sus padres, que hace memoria en una conversaci¨®n telef¨®nica desde M¨¦xico.
La fot¨®grafa hab¨ªa conocido al pintor y escultor Jos¨¦ Horna en 1938, en la revista anarquista Umbral, y meses despu¨¦s estaba liber¨¢ndolo de un campo de concentraci¨®n de refugiados en los Pirineos, donde hab¨ªa sido confinado tras ser arrestado cuando cruzaba la frontera con Francia. El pasaporte h¨²ngaro de ella jug¨® esta vez a su favor.
Kati y Robert Capa no tuvieron ning¨²n amor¨ªo, hab¨ªa una gran amistad y un punto de vista muy distinto de estar en la vida
Norah Horna y Fern¨¢ndez
Se hizo con material de esqu¨ª para subir a las pistas que hab¨ªa junto al lugar de confinamiento de los republicanos. ¡°La gente le advert¨ªa de que fuera con cuidado, que aquella zona estaba llena de refugiados espa?oles¡±, recuerda desde su casa mexicana Norah Horna, de 68 a?os. Al llegar a su destino, Kati se aloj¨® en un hotel frente al campo y consigui¨® un salvoconducto para ir a visitar a su compa?ero. Vest¨ªa ropa elegante prestada por sus amigos, quienes tambi¨¦n le cedieron para la pantomima a un beb¨¦ y una limusina que les sirvi¨® para escapar disfrazados.
Una vez en Par¨ªs, todo se complic¨® cuando la polic¨ªa descubri¨® a Jos¨¦. Ten¨ªan 15 d¨ªas para desaparecer de la ciudad. El pintor arregl¨® sus papeles para salir con destino a Nueva York, pero esta vez el pasaporte h¨²ngaro impidi¨® a Kati seguir los pasos de ¨¦l. Acudieron juntos a la embajada mexicana, donde ella se hizo pasar por Catalina Fern¨¢ndez, nacida en Martos (Ja¨¦n). Narciso Bassols, el embajador que obr¨® el milagro de la marcha y salvaci¨®n de tantos republicanos espa?oles a M¨¦xico, dio el visto bueno al nuevo pasaporte y a la nueva vida de Kati Horna.
La siguiente parada de su aventura fue la isla neoyorquina de Ellis, lugar emblem¨¢tico de la gran historia de las migraciones del siglo XX, donde los candidatos eran examinados antes de su ingreso en Estados Unidos.
La promesa de Capa
La guerra la humaniz¨®, no la amarg¨®
Norah Horna y Fern¨¢ndez
La pareja lleg¨® con la esperanza de que les ayudara, como hab¨ªa prometido, el fot¨®grafo Robert Capa, que tambi¨¦n fue testigo en la Guerra Civil espa?ola. Norah Horna cuenta que Capa, tambi¨¦n h¨²ngaro, y su madre ten¨ªan amistad desde la infancia. ¡°Hay mucho mito sobre la relaci¨®n entre ambos. Yo creo que no tuvieron ning¨²n amor¨ªo, hab¨ªa una gran amistad y un punto de vista muy distinto de estar en la vida. Mi mam¨¢ contaba que llegaba con Capa al elegante hotel donde resid¨ªa en la guerra de Espa?a y le ped¨ªa fruta para sus compa?eros¡±, cuenta.
De Ellis partieron para Veracruz tras conseguir un poco de dinero para dos billetes de barco. ¡°Llegaron el 31 de octubre de 1939, cumplea?os de mi padre¡±, se?ala Norah. Su vida en M¨¦xico, en la colonia de Roma de la capital, fue apacible y fecunda en lo art¨ªstico. All¨ª conocieron y frecuentaron a personalidades del movimiento surrealista como Remedios Varo o Leonora Carrington. Ella, adem¨¢s, desarroll¨® su trabajo como colaboradora de diversas publicaciones, para las que realizaba reportajes gr¨¢ficos y retratos de protagonistas de la escena cultural mexicana.
¡°Lo hallado en ?msterdam es una parte importante del trabajo de mi mam¨¢, pero solo es una parte¡±, apunta Norah. Tampoco cree en el v¨ªnculo ideol¨®gico que el hallazgo parece reforzar. ¡°Mi madre no fue una militante anarquista¡±, asegura en contra de lo que argumenta la historiadora del arte Almudena Rubio, responsable del descubrimiento en los archivos de la CNT-FAI, el sindicato anarquista que los sac¨® de Barcelona en 1939.
En Alemania fue Katalin Deutsch. En M¨¦xico, Catalina Partos. Por un momento, se hizo pasar por Catalina Fern¨¢ndez, y para la historia de la fotograf¨ªa siempre ser¨¢ Kati Horna. ?Cu¨¢ntos nombres necesit¨® para su mera supervivencia? ¡°Tuve muchos l¨ªos de papeles incluso para enterrarla¡±, recuerda Norah Horna.
Cuando piensa en su madre, piensa en la maestra que dedic¨® m¨¢s de dos d¨¦cadas a ense?ar fotograf¨ªa como la uni¨®n de t¨¦cnica y humanidad. ¡°Con sus im¨¢genes reencuentra sus p¨¦rdidas. Era una mujer europea, pero muy bien hallada en M¨¦xico. No se amarg¨® por la guerra. En Espa?a aprendi¨® los grandes valores: la bondad, la ¨¦tica, la honestidad, la compasi¨®n y el compromiso. La guerra la humaniz¨®, no la amarg¨®¡±.
Babelia
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