La guerra perdida de Kati Horna
Una historiadora espa?ola localiza en ?msterdam el archivo desaparecido de la fot¨®grafa h¨²ngara, en cajas de madera de la CNT cerradas desde 1939 con m¨¢s de 500 negativos de la contienda
Ni dispersa ni destruida. La memoria perdida de la fot¨®grafa Kati Horna (Budapest, 1912-Ciudad de M¨¦xico, 2000) ha sido descubierta por una investigadora espa?ola en 48 cajas de madera que conten¨ªan los archivos de la Confederaci¨®n Nacional del Trabajo (CNT). El sindicato anarquista los sac¨® de Barcelona en abril de 1939 y tras un largo viaje ¡ªcon paradas en Par¨ªs y en las ciudades inglesas de Harrogate y Oxford¡ª llegaron en 1947 a su destino: el Instituto Internacional de Historia Social (IIHS), en ?msterdam. En las cajas reposan m¨¢s de 500 negativos tomados entre 1937 y 1938 por la fot¨®grafa, que lleg¨® a Espa?a durante la Guerra Civil para ponerse a las ¨®rdenes del servicio de propaganda exterior de los anarquistas y anarcosindicalistas de la CNT y de la Federaci¨®n Anarquista Ib¨¦rica (FAI). Se trata de un hallazgo extraordinario que completa la historia que cuentan los 250 negativos que Horna vendi¨® por dos millones de pesetas en 1983 al Estado espa?ol y que se conservan en el Centro Documental de la Memoria Hist¨®rica de Salamanca.
Esa parte fue salvada por la autora en ¡°una peque?a caja de hojalata¡±, que se llev¨® al exilio con su compa?ero de entonces, el artista Jos¨¦ Horna, quien ser¨ªa arrestado y confinado en un campo de concentraci¨®n en Francia. Una vez liberado, ambos huyeron de la invasi¨®n nazi a M¨¦xico, donde ella desarroll¨® una carrera como fot¨®grafa y artista surrealista. El resto de im¨¢genes se perdi¨®. Hasta ahora.
Sobre el azaroso viaje del conjunto hasta recalar en ?msterdam, Henk Wals, director general del IIHS, explica que los materiales no fueron enviados directamente, porque tem¨ªan que la contienda llegara a Holanda, aunque los Pa¨ªses Bajos declararon su neutralidad al principio de la Segunda Guerra Mundial, lo que no impidi¨® su invasi¨®n por los nazis en 1940. La instituci¨®n fue creada en 1936 para proteger las colecciones de archivos en peligro, ante el surgimiento de reg¨ªmenes autoritarios en Europa. ¡°El catastr¨®fico fin de la Rep¨²blica espa?ola fue precisamente el tipo de situaci¨®n que los fundadores ten¨ªan en mente¡±, comenta Wals.
Las cajas de madera permanecieron cerradas en el IIHS m¨¢s de tres d¨¦cadas, hasta que la muerte de Franco libr¨® de la clandestinidad a la CNT. Entonces se abrieron, se organiz¨® el material, se efectuaron inventarios y se publicaron. Todo qued¨® ordenado salvo el archivo fotogr¨¢fico de las Oficinas de Propaganda Exterior de la CNT-FAI. Fue apartado, a la espera de ser clasificado. As¨ª se mantuvo hasta 2016, cuando la historiadora del Arte Almudena Rubio, investigadora del centro, empez¨® a organizar primero las copias y luego los negativos.
Militancia pol¨ªtica
Todav¨ªa sigue con el inventario fotogr¨¢fico de los fondos de la Guerra Civil: m¨¢s de 6.000 negativos de celuloide y m¨¢s de 200 en placas de cristal en buen estado de conservaci¨®n. Una comparaci¨®n num¨¦rica con otros grandes fondos visuales de referencia de la contienda da una idea de la magnitud del hallazgo: el archivo de la Delegaci¨®n de Propaganda de Madrid, custodiado por el Ministerio de Cultura, cuenta con 3.051 im¨¢genes, mientras que la famosa maleta mexicana, de Robert Capa, Gerda Taro y David Chim Seymour, hallada en 2007, conten¨ªa 4.500 negativos.
En la web del Ministerio de Cultura todav¨ªa puede leerse: ¡°La mayor parte de la serie fotogr¨¢fica realizada por Kati Horna durante la Guerra Civil probablemente est¨¦ dispersa o destruida¡±.
¡°Los nuevos negativos identificados complementan a la colecci¨®n de Salamanca, no se repiten¡±, explica Rubio. ¡°Hasta el momento se la identifica como fot¨®grafa y artista, pero fue contratada por los anarquistas en 1937. No trabaj¨® nunca para la Rep¨²blica. Lo hizo para la CNT-FAI y no se pueden entender sus fotos sin tener en cuenta su militancia pol¨ªtica¡±, subraya.
El hallazgo abre el encuadre de los a?os espa?oles de Horna, considerada hasta el momento como la retratista de retaguardia y de la cotidianidad femenina, cuyo icono es una mujer dando el pecho a su hijo, en la casa de la maternidad de V¨¦lez Rubio (Almer¨ªa). La foto fue la portada del n¨²mero 12 de la revista anarquista Umbral e ilustraba un reportaje titulado La maternidad bajo el signo de la Revoluci¨®n. Almudena Rubio indica que la mujer est¨¢ presente en los negativos de Salamanca, porque esas fotograf¨ªas respond¨ªan a las necesidades editoriales de Umbral, tomadas en centros de refugiados.
Las nuevas im¨¢genes tampoco muestran un especial inter¨¦s por las mujeres. ¡°Retrata constantemente a aldeanos y aldeanas, a ni?os y a ni?as. En mi opini¨®n, Horna iba m¨¢s all¨¢: buscaba la expresi¨®n, el relato¡±, a?ade Rubio, que no era partidaria de ese enfoque feminista incluso antes de su investigaci¨®n. ¡°Los negativos de ?msterdam no nos desvelan a una nueva Horna, aunque s¨ª encontramos series desconocidas hasta ahora, como los funerales de los anarquistas Berneri y Barbieri¡±, destaca.
Los negativos descubiertos recogen su trabajo en Barcelona desde su llegada a los 24 a?os en enero de 1937 hasta su traslado a Valencia en julio. No era una fot¨®grafa profesional aunque hab¨ªa recibido formaci¨®n. Se convirti¨® en la reportera oficial de los anarquistas y de su agencia, Spanish Photo Agency, gracias a la cual public¨® en la revista brit¨¢nica Weekly Illustrated.
Tras siete meses trabajando para las oficinas de propaganda public¨® Espa?a? Un libro de im¨¢genes sobre cuentos y calumnias fascistas: el ¨¢lbum de propaganda antifascista. Recorri¨® con su Rolleiflex los frentes de Arag¨®n, Valencia, X¨¤tiva, Gandia, Silla, V¨¦lez Rubio, Alc¨¢zar de San Juan, Barcelona y Madrid. Retrat¨® a varios dirigentes de la FAI, a la c¨¦lebre anarquista Emma Goldman o a los milicianos de la Divisi¨®n Ascaso cerca del bosque Carrascal.
¡°Su trabajo estaba al servicio de una ideolog¨ªa y cumpl¨ªa con una labor de propaganda que fue cambiando seg¨²n evolucion¨® la guerra. Trabajaba d¨ªa y noche¡±. Sus im¨¢genes tambi¨¦n se emplearon para responder a una campa?a de difamaci¨®n lanzada por Franco contra los antifascistas. ¡°Es una fot¨®grafa militante, no una artista¡±, insiste Rubio.
La nueva Kati Horna mantiene un dramatismo narrativo ¨²nico, sin la inmediatez propia de las fotos de guerra. Frente a las im¨¢genes tomadas por Capa, Taro o Seymour ¡ªen la acci¨®n de la primera l¨ªnea¡ª, Horna persigui¨® la vida paralela que se desarrollaba en las trincheras, en la que la muerte no se narraba en directo. Prefiri¨® la cualidad de lo aut¨¦ntico (unos milicianos afeit¨¢ndose) a la noticia. Buscaba otra relaci¨®n con el hecho retratado, prefer¨ªa implicarse.
M¨¦xico y el surrealismo
Katalin Deutsch (su aut¨¦ntico nombre) no ve¨ªa su c¨¢mara como un obst¨¢culo. Formaba parte de ella. Su vida y sus fotos resultan inseparables. Una mujer unida a su visi¨®n y soberana de un destino que le llev¨® al barrio de la Roma, en Ciudad de M¨¦xico. All¨ª desarroll¨® hasta su muerte una carrera con doble vertiente: como colaboradora de diversas publicaciones, para las que realizaba reportajes gr¨¢ficos y retratos de protagonistas de la escena cultural mexicana, y como creadora surrealista vinculada con artistas como Remedios Varo o Leonora Carrington. Su amigo de esos a?os, el editor Jos¨¦ Luis D¨ªaz, defini¨® as¨ª a aquella hija de un banquero h¨²ngaro: ¡°Arist¨®crata por herencia, anarquista por convicci¨®n, seductora por naturaleza y vagabunda por vocaci¨®n, es una combinaci¨®n que lleva impl¨ªcita la nostalgia de lo perdido y el asombro de lo encontrado¡±.
Junto al trabajo de Horna, Rubio ha identificado tambi¨¦n el de Margaret Michaelis (Dziedzice, Polonia, 1902-Melbourne, Australia, 1985), otra fot¨®grafa jud¨ªa que puso su c¨¢mara ¡°al servicio de la revoluci¨®n social de la CNT-FAI¡±, seg¨²n la conservadora. ¡°El caso de Michaelis es diferente. Su relaci¨®n con la CNT-FAI es una inc¨®gnita. Margaret estaba asentada en Barcelona desde 1933 y ten¨ªa su propio estudio. Era conocida. Formaba parte de los c¨ªrculos anarcosindicalistas y, en mi opini¨®n, confiaron en ella para acompa?ar a la mism¨ªsima Emma Goldman en sus visitas a la retaguardia catalana, Arag¨®n y Valencia durante 1936¡±, apunta la experta, que contin¨²a con la identificaci¨®n de cientos de negativos.
La heredera y custodia de la obra de Kati Horna es su hija, Ana Mar¨ªa Norah Horna y Fern¨¢ndez, quien ha escrito en los cat¨¢logos de las exposiciones dedicadas a la autora en los ¨²ltimos a?os en Ciudad de M¨¦xico, Par¨ªs o Nueva York, como parte de una labor de revalorizaci¨®n de su obra que ha incluido tambi¨¦n la publicaci¨®n de varias monograf¨ªas y una biograf¨ªa ¡ªKati Horna: constelaciones de sentido (Sans Soleil), de Lisa Pelizzon¡ª. EL PA?S trat¨® sin ¨¦xito de ponerse en contacto con la hija de la artista. ¡°La amarga experiencia de la Guerra Civil espa?ola dej¨® una profunda huella en mi madre¡±, se lee en uno de sus textos. ¡°Despu¨¦s de experimentar personalmente la distancia insuperable entre la teor¨ªa y la pr¨¢ctica en tiempos de guerra, mi madre mantuvo una postura profundamente cr¨ªtica hacia todos los tipos de dogmatismo¡±. Otros especialistas consideran que Horna fue fiel a sus ideas hasta el fin de sus d¨ªas.
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