Rec¨®polis, el Versalles de la Espa?a vaciada
El rey visigodo Leovigildo levant¨® en 578 un complejo palaciego en un otero de Guadalajara. M¨¢s de un siglo de investigaci¨®n lo devuelven a la vida en una comarca falta de inversiones y que mira hacia el turismo


El problema estribaba en que los historiadores espa?oles de finales del siglo XIX andaban muy flojos en ¨¢rabe. Dominaban principalmente el lat¨ªn y el griego, por lo que casi ninguno beb¨ªa de las fuentes musulmanas. No se consultaban sus escritos, donde daban explicaciones con el m¨¢ximo detalle, hasta que el erudito Juan Catalina Garc¨ªa L¨®pez comenz¨® a hacerse preguntas sobre aquella ¡°Rochafrida del rey Pipino¡± de la que hablaban las Relaciones (una especie de inventario del reino) que hab¨ªa encargado Felipe II.
As¨ª, visitando las poblaciones de la Alcarria que pod¨ªan haber albergado aquella enigm¨¢tica ciudad lleg¨® a un altozano pelado junto al Tajo, donde se top¨® con los restos de Rec¨®polis en 1893, el m¨ªtico complejo palaciego de 33 hect¨¢reas (22 de ellas amuralladas) que orden¨® levantar en el a?o 578 el rey Leovigildo, el m¨¢s importante de los monarcas visigodos. Luego, decenas de investigadores han ido desentra?ando el devenir de una poblaci¨®n palatina, una especie de Versalles visigodo, que dio origen, a su vez, a otra ciudad m¨¢s a escasamente un par de kil¨®metros, la espectacular Zorita de los Canes (Guadalajara), primero ¨¢rabe y m¨¢s tarde cristiana. Un parque arqueol¨®gico visitable permite adentrarse en una de las ¨¦pocas m¨¢s oscuras de la historia espa?ola.
Leovigildo hab¨ªa llegado a la cumbre de su poder. El reino se extend¨ªa por casi toda la Pen¨ªnsula, incluido el sureste de Francia. Como muestra de su inmenso dominio, decidi¨® levantar ex novo?una ciudad, la ¨²nica construida en el Medievo de nueva planta por iniciativa estatal. Y el lugar deber¨ªa ocupar el centro de su reino. La llamar¨ªa Rec¨®polis, en honor a su heredero, Recaredo.
Desde 1992, las excavaciones giran en torno al trabajo del catedr¨¢tico de Arqueolog¨ªa de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares, Lauro Olmo Enciso. Este ha recogido la antorcha de sus antecesores, entre ellos Juan Cabr¨¦, que en los a?os cuarenta del siglo XX desenterr¨® un tesoro de monedas de oro que hab¨ªa sido ocultado cuando se erigi¨® la bas¨ªlica de una ciudad que nunca tuvo obispo para no eclipsar a Leovigildo. Porque Rec¨®polis contaba con palacios ¡ªuno de ellos de 139 metros de longitud y dos alturas¡ª, talleres, viviendas para nobles, tiendas de artesanos con mostradores de cara al p¨²blico, comerciantes, un acueducto, dos kil¨®metros de murallas¡

El paseo por el parque arqueol¨®gico con Olmo resulta un espect¨¢culo en s¨ª mismo. Reconstruye en el aire la altura original de los muros, completa con las manos los ajuares de las viviendas palaciegas que hace siglos desaparecieron y otea desde las incompletas murallas el horizonte donde se levantaron en su tiempo los arrabales del complejo ahora tapados por toneladas de tierra.?¡°Me preguntan por qu¨¦ no desenterramos m¨¢s y la respuesta es sencilla: porque esto no es un parque tem¨¢tico. Debemos entender antes lo ya excavado. Hay trabajo para decenas y decenas de a?os. Excavamos un mes y pasamos 11 en el laboratorio¡±, explica Olmo.
El parque abre todo el a?o, pero en caso de visitarlo en verano resulta imprescindible llevar sombrero y botellas de agua. ¡°Siempre he pensado que los visigodos que erigieron esto deb¨ªan de llevar gafas de sol, porque adem¨¢s revocaron todo de blanco¡±, bromea el experto mientras mira hacia el valle por donde serpentea, completamente azul y entre bosques y campos labrados, el Tajo. Como una postal, pero con pintadas: en el cercano Almonacid, uno de los mayores pueblos de la zona, se lee nada m¨¢s entrar: ¡°Espa?a vaciada¡±. El cierre de la central nuclear y la falta de un turismo activo abocan a la zona al despoblamiento. Zorita no supera en invierno los 40 habitantes.
Rec¨®polis es el s¨ªmbolo de lo que pudo ser y no fue. Ahora, entre verdes vaguadas, carreteras solitarias, un sol abrasador y campos cultivados a tiral¨ªneas, se distinguen las ruinas de la capital palatina del reino, que ahora es un cerro yermo que concentra toneladas de historia y que reclama fondos nacionales, porque la Junta de Castilla-La Mancha y la Universidad de Alcal¨¢ est¨¢n exhaustas por el esfuerzo.

¡°Los ¨¢rabes se llevaron las mejores piedras y piezas escult¨®ricas para construir la cercana Zorita¡±, explica el catedr¨¢tico, que describe lo que sus equipos cient¨ªficos siguen encontrando cada a?o en Rec¨®polis. Y habla de una balanza romana hallada junto a un edificio se?orial pr¨®ximo al gran palacio. ¡°Esto nos indica, por ejemplo, que esta construcci¨®n era donde se pesaban las mercanc¨ªas despu¨¦s de entrar por una de las dos puertas de acceso¡±, incide.
En 711, los musulmanes irrumpen en Espa?a y Rec¨®polis se rinde. La ciudad no fue arrasada. Se transforma ajust¨¢ndola a las necesidades de sus nuevos ocupantes y las mansiones aristocr¨¢ticas se dividen para viviendas del pueblo. Se construye una mezquita. Entre el final del siglo VIII y el principio del IX, el complejo sufre un pavoroso incendio. Los expertos est¨¢n convencidos de que fue intencionado, por lo que Muhammad I inici¨® en 855, aguas arriba del r¨ªo, la construcci¨®n de Zorita: una impresionante alcazaba musulmana para la que se expolian las piedras de Rec¨®polis. La fortificaci¨®n ¨¢rabe cuenta, a nivel del r¨ªo, con una puerta de acceso en la que hoy en d¨ªa son visibles dos columnas de m¨¢rmol que decoraban el palacio visigodo.
En 1124, Zorita es reconquistada por los cristianos, tras diversos tomas y dacas militares con los musulmanes, y comienza su transformaci¨®n medieval. A ella se debe la iglesia prioral rom¨¢nica de San Benito, con capiteles de Rec¨®polis, la torre barbacana o la puerta de Hierro, uno de los dos accesos a la alcazaba. De todas formas, el castillo de Zorita, debido a su mal estado de conservaci¨®n, no es visitable, pero s¨ª puede ser admirado desde su entorno para hacerse una idea de lo que aquella mole p¨¦trea lleg¨® a ser.
El yacimiento cuenta con un centro de interpretaci¨®n bien dotado, con r¨¦plicas de los objetos m¨¢s destacados hallados en Rec¨®polis, desde el tesoro de monedas de oro hasta copias de los capiteles ahora custodiados en el Museo Arqueol¨®gico Nacional. Un v¨ªdeo de presentaci¨®n explica en pocos minutos qu¨¦ signific¨® la desaparecida ciudad palatina.
A los pies de la puerta de acceso de la alcazaba ¨¢rabe, los restos de un puente que Felipe II levant¨® para unir las dos orillas del Tajo. Aunque una tremenda riada lo arras¨® y nunca fue reconstruido, uno de los gigantescos basamentos circulares que lo formaron ha sido convertido en un bello restaurante de piedra, cristal y madera. Con mesas que dan directamente a la corriente azul que se arrastra a sus pies, es la muestra de que los vecinos de Zorita no se rinden. Saben que viven entre dos tesoros: la medina que Muhammad I ide¨® sobre un enorme risco y la ciudad palatina que dise?¨® Leovigildo. Es Rec¨®polis, capital de la Espa?a vaciada.
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