¡®Frasier¡¯

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Todos tenemos nuestra sitcom favorita, aquella que, por la raz¨®n que sea, nos toc¨® un poco m¨¢s que otras. Los hay de Friends y los hay de Seinfeld. Y los hay, como yo, de Frasier, el spin-off de Cheers que triunf¨® entre 1993 y 2004. Es seguramente el programa televisivo que m¨¢s feliz me ha hecho o, para ser m¨¢s exactos, el que m¨¢s me ha ayudado en los peores momentos. Por eso admito que leer hace unos d¨ªas en la web de este peri¨®dico la posible vuelta del psiquiatra Frasier Crane me hizo dar un respingo. ?Es posible? ?No mancillar¨¢ ese proyecto el recuerdo de aquella joya televisiva?

En realidad, la noticia hablaba de su protagonista, Kelsey Grammer, y de su infeliz existencia. Una juventud dram¨¢tica, con el asesinato y violaci¨®n de su hermana como preludio a una serie de tragedias familiares; su adicci¨®n a las drogas; su cambiante e insoportable humor; sus fracasos matrimoniales; sus siete hijos... no le falt¨® de nada al pobre. Me di cuenta de que nunca me hab¨ªa parado a pensar ni en su vida ni en la de ninguno de los otros actores de la serie. Para m¨ª Grammer era el doctor Crane, tan absolutamente real que todav¨ªa hoy me cuesta creer que tuviera una existencia m¨¢s all¨¢ de aquel apartamento de Seattle donde ¨¦l y su hermano Niles (una especie de Epi y Blas cultureta) se pasaban las horas discutiendo sobre butacas de los Eames, arte, vinos franceses, whisky de malta y psiquiatras eminentes. Y todo mientras el sector m¨¢s prosaico de la familia (su padre Martin, el perro Eddie y la cuidadora Daphne Moon) intentaba sobrellevar la vida al lado de dos esnobs mani¨¢ticos que en el fondo solo eran un par de adorables perdedores.