Vestida (de alta costura) para matar
El filme es b¨¢sicamente un 'Nikita' rebajado de estilo o un cap¨ªtulo de 'Alias' alargado hasta la extenuaci¨®n
Anna, supermodelo y superesp¨ªa, se enfrenta a un grupo de esbirros de la KGB en un pasillo incendiado de tonos rojizos. Cada mandoble que propina se convierte en una nueva oportunidad de lucir unos ligueros que hubiesen parecido menos fuera de lugar en una portada del Lui de los setenta. Como declaraci¨®n de principios, la secuencia no puede resultar m¨¢s transparente: el disimulo y el cambio de registro no parecen entrar en la agenda de Luc Besson, cuya respuesta a las acusaciones de violaci¨®n pasa por reiterar su fantas¨ªa er¨®tica de adolescente p¨®stumo en clave claramente menor. Como si quisiera subrayar que sus obsesiones l¨²bricas no tienen por qu¨¦ refrendar unas acusaciones que ¨¦l niega y que todav¨ªa no han pasado por los tribunales.
ANNA
Direcci¨®n: Luc Besson.
Int¨¦rpretes: Sasha Lush, Helen Mirren, Luke Evans, Cillian Murphy.
G¨¦nero: thriller. Francia, 2019.
Duraci¨®n: 119 minutos.
Anna es b¨¢sicamente un Nikita (1990) rebajado de estilo o un cap¨ªtulo de Alias alargado hasta la extenuaci¨®n. Una secuencia como la de la masacre en el restaurante, donde la vajilla se convierte en arma letal, marca un bienvenido pico de electricidad cin¨¦tica y tanto la caracterizaci¨®n de Helen Mirren en clave Edna E Mode del KGB como las estrategias de sosegado flirteo del personaje encarnado por Cillian Murphy ¨Ccasi ecos ralentizados de una screwball comedy- suponen aliviadores desv¨ªos del lugar com¨²n. Mucho menos afortunada es una estructura narrativa con saltos en el tiempo al servicio de puntos de giro que, lejos de ofrecer una convincente arquitectura, parece el tosco atajo de quien prefiere ni plantearse las posibilidades de una reescritura de gui¨®n algo m¨¢s elegante y fluida.
La descripci¨®n del universo del alta costura como un territorio tan hostil como el del doble espionaje abr¨ªa una serie de posibilidades que Besson desestima. Le basta con una secuencia de escarmiento a un fot¨®grafo que, quiz¨¢, a sus ojos funcione como su gesto compensatorio de inconsistente feminismo.
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