Bon Iver y los nuevos tiempos
En esta era en la que las estrellas juegan al despiste, el cuarto disco del m¨²sico es una apuesta segura
Hubo un tiempo en el que los lanzamientos de discos se planificaban con la misma minuciosidad de una primera comuni¨®n. Durante meses se bombardeaba con la fecha, se anunciaba, se mandaban las invitaciones y el d¨ªa se?alado se comulgaba. Algunos siguen haci¨¦ndolo (?Hola, Taylor Swift!), pero ahora se lleva el m¨¦todo Blitzkrieg: un d¨ªa el artista est¨¢ haci¨¦ndose el despistado y al siguiente ha invadido Polonia. Si parpadeas, te lo pierdes.
Eso complica bastante uno de los cl¨¢sicos art¨ªculos de inicio de temporada. En concreto, este que est¨¢n leyendo sobre los discos m¨¢s esperados del oto?o. Se sabe que en los pr¨®ximos meses sacan disco Tinariwen, una de las bandas africanas m¨¢s veteranas y m¨¢gicas; Charli XCX, aspirante al trono del pop de Katy Perry, Kim Gordon (Sonic Youth) en solitario, o eternos como Van Morrison, Iggy Pop y Miles Davis, este ¨²ltimo en la categor¨ªa de ¨¢lbum in¨¦dito de un mito fallecido. Hay bastante expectaci¨®n por c¨®mo ser¨¢ lo pr¨®ximo del exc¨¦ntrico (Sandy) Alex G y el rapero JPEGMAFIA. En la clase media, James Holden, Blood Orange, Devendra Banhart, Lindstrom, Liam Gallagher o Elbow tendr¨¢n nuevos trabajos.
Pero el hecho de que, pongamos, Kanye West pueda editar ma?ana un ¨¢lbum sin avisar hace que en las 24 horas que median entre que se teclea esto y que ustedes lo leen, esta p¨¢gina pierda parte de su sentido. Es como intentar informar de los partidos m¨¢s interesantes de la Liga sin tener el calendario del Bar?a y el ?Real Madrid.
En 2012, despu¨¦s de que estuviera a punto de ser n¨²mero uno y ganar¨¢ dos Grammy, fue parodiado en Saturday Night Live
Este cambio se debe a razones industriales. Cuando el formato dominante era el f¨ªsico hab¨ªa que establecer un calendario con las factor¨ªas para fabricar los discos, con las distribuidoras para que los transportaran, con las tiendas para que les reservaran un espacio. Y, lo m¨¢s importante, anunciar a los fans qu¨¦ d¨ªa ten¨ªan que ir si quer¨ªan ser los primeros en escuchar lo nuevo de su artista favorito. Las compras de los primeros d¨ªas determinaban su situaci¨®n en las listas de ventas, la cantidad de copias que se deb¨ªan reponer y, en resumen, el esfuerzo que la discogr¨¢fica deb¨ªa de emplear en ese ¨¢lbum.
Pero ahora que el grueso de los beneficios est¨¢ en las descargas y el streaming, solo hacen falta unas pocas horas para que un conjunto de canciones, lo que antes se denominaba LP, est¨¦ disponible en plataformas que llegan hasta el ¨²ltimo rinc¨®n del mundo. Las redes sociales anuncian su advenimiento. Los medios, ansiosos de dar a entender que no les han pillado desprevenidos, tambi¨¦n. El trabajo de meses en unas pocas horas.
Ni siquiera las ventas f¨ªsicas justifican el m¨¦todo antiguo. El grueso de los compactos y vinilos se vende a trav¨¦s de gigantes digitales como Amazon que gestionan los pedidos de los clientes y los hacen llegar a su casa cuando est¨¢n disponibles. La espera se mitiga envi¨¢ndoles una descarga digital. Ya muy poca gente va a las tiendas a por novedades.
Pongamos el caso del cuarto disco de Bon Iver, cr¨ªpticamente titulado i,i. Uno de los lanzamientos m¨¢s esperados de este oto?o se adelant¨® en versi¨®n digital a mediados de agosto, tras haber sido anunciado para septiembre. El disco f¨ªsico est¨¢ disponible desde ayer.
i,i es exuberante, aunque menos arriesgado que su predecesor, 22, a Million (2016). Es curioso que Justin Vernon, el hombre detr¨¢s del alias, que comenz¨® como un Walden del indie folk, grabando un disco en una caba?a de caza para conjurar sus demonios art¨ªsticos, amorosos y de salud, haya terminado grabando un ¨¢lbum en el que participan m¨¢s de 60 personas. Su c¨ªrculo m¨¢s cercano y colaboradores como James Blake, Bruce Hornsby o los hermanos Dessner de The National. Deber¨ªa gustar a todos sus fans, algo que no es sencillo porque se dividen en facciones. Est¨¢n los que echan de menos al hombre que grababa al lado de la chimenea y los que le prefieren cuando se dedicaba a innovar con calefacci¨®n. Los que le saludan como el eslab¨®n perdido entre el R&B negro y el folk blanco, y los que creen que se ha convertido en un artista indulgente que se permite caprichos experimentales gracias al dinero que gana. Eso quiz¨¢ sea lo m¨¢s sorprendente de su figura. Uno no sabe muy bien a qui¨¦n se dirige, pero es obvio que llega a mucha gente.
En 2012, justo despu¨¦s de que su segundo disco, titulado Bon Iver, estuviera a punto de ser n¨²mero uno en Estados Unidos y ganara dos Grammy, fue parodiado en Saturday ?Night Live. En el sketch, m¨²sicos famosos iban a visitar al hijo reci¨¦n nacido de Jay Z y Beyonc¨¦. Las parodias de Prince, Brad ?Pitt, Angelina Jolie, Taylor Swift o Nicky Minaj no eran demasiado amables, pero daba la impresi¨®n de que Justin Timberlake, el blanco que se cree Michael Jackson, encontraba un malsano placer en su caracterizaci¨®n como Bon Iver: calvo, vestido con corbata y chaqueta de tweed como un profesor de instituto. La caricatura era tan blanca y tan aburrida que el mismo Bon Iver se quedaba dormido oy¨¦ndose. Parece que toda su carrera posterior estuviera dirigida a acabar con ese clich¨¦. Y lo ha conseguido.
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