Acantilado en blanco y negro
Es y no es circo, es y no es danza. ¡®Falaise¡¯, de la compa?¨ªa Bar¨® d¡¯Evel, vuelve durante 15 d¨ªas al Teatre Lliure, donde triunf¨® este verano, antes de girar por Europa
Me gust¨® mucho Falaise, joya feroz y po¨¦tica de la compa?¨ªa francocatalana Bar¨® d¡¯Evel. Tras su gran triunfo de julio en el Grec, vuelven (15 d¨ªas) al Lliure de Montju?c: no hay que perd¨¦rselo. Hablo con Bla? Mateu y Camille Decourtye, sus codirectores. Les digo que de todos sus espect¨¢culos quiz¨¢s sea el m¨¢s indefinible. Es y no es circo, es y no es danza. No sirven las etiquetas. Vendr¨ªan a juego poes¨ªa, humor, acrobacia, pero tambi¨¦n inquietud. Les gusta el t¨¦rmino ceremonia. ¡°Y reencantamiento. Llevar al espectador por un laberinto interior, por un sue?o l¨²cido¡±, dicen. Hablamos de las dos entregas. Para ellos, L¨¤ (2018), otro gran ¨¦xito, era un poco el n¨²cleo, ¡°el Ad¨¢n y Eva del d¨ªptico¡± (y el cuervo Gus, pienso, el Esp¨ªritu Santo). ¡°Y Falaise (2019) retrata una especie de civilizaci¨®n¡±, dice Camille. Le pregunto: ¡°?Es el fin o el comienzo de un mundo?¡±. Me contestan los dos: ¡°Quiz¨¢s la ca¨ªda de un mundo para hacer nacer otro¡±. ¡°O un mundo que puede saltar en pedazos de un momento a otro¡±. En L¨¤ el espacio era blanco. El hombre, la mujer y el cuervo jugaban a ennegrecerlo. En Falaise (¡°Acantilado¡±) predomina la negritud, pero poco a poco ese universo se va aclarando con pinceladas y brochazos de luz. Trabajar en blanco y negro fue una de las reglas iniciales del d¨ªptico. ¡°Y el sentido del humor¡±, se?ala Camille, ¡°lo ¨²ltimo que puede perderse: para nosotros es la eterna tabla de salvaci¨®n de los humanos¡±.
He so?ado varias veces con el universo de Falaise, quiz¨¢s porque es m¨¢s laber¨ªntico, m¨¢s inaprensible que el de L¨¤, pero al mismo tiempo m¨¢s concreto. El escen¨®grafo Lluch Castells ha colaborado con la banda d¡¯Evel a la hora de alzar en varios planos ese lugar que podr¨ªa combinar un castillo, una f¨¢brica en ruinas, la plaza de un pueblo y, desde luego, un acantilado. Pienso en el mundo surreal y concreto de Dino Buzzati, siempre al borde del abismo. ¡°Con Lluch, que ya hab¨ªa trabajado en L¨¤¡±, dice Blai, ¡°busc¨¢bamos que los personajes dieran saltos en el tiempo y en distintos lugares de la historia¡±. As¨ª, los habitantes del lugar aparecen y desaparecen por agujeros en la pared, ¡°met¨¢foras de nacimientos y muertes¡±, dice Camille. Recorre mi sue?o ese grupo que cae y se levanta, deambula y se pierde, como criaturas beckettianas o payasos desesperados.
Volvieron anoche a mi recuerdo la novia de blanco (No?mi Boissou) para trepar por la torre con el novio (Mart¨ª Soler) y formar una gran imagen: la pareja enyesada que se rompe al abrazarse, como el mundo que se hace pedazos, o as¨ª lo entend¨ª. ?Los personajes podr¨ªan ser hermanos de la troupe de Bestias (2015)? ¡°Hay int¨¦rpretes que ya no est¨¢n. Nuestra hija Tha?s. Y Piero Steiner¡±, dicen. Hay nuevas incorporaciones: ¡°Oriol Pla, con el que descubrimos muchos puntos en com¨²n y din¨¢micas de juego¡±, me cuentan, ¡°y Guillermo Weickert, al que fuimos a buscar para que encarnase esa figura del padre vagabundo, pero con un nivel f¨ªsico tan alto como el suyo¡±. Y los que a¨²n no he mencionado: Claire Lamothe (la bailarina de negro) y Julian Sicard (el acr¨®bata del abrigo blanco). Y los animales casi ang¨¦licos: las 12 palomas que avanzan al ritmo de los humanos, y el caballo blanco Chapakan, a mis ojos heredero de Bonito, que juega y trota y se tiende en torno a Camille, crecida en el mundo de los caballos y los m¨²sicos, del mismo modo que Blai habita en un universo de payasos y acr¨®batas. Estos ocho son virtuosos y parecen valer para todo. En Falaise hay saltos y acrobacias como no hab¨ªa visto en un teatro, que te hacen contener la respiraci¨®n, y m¨²sicas tan diversas como los fragmentos del Stabat Mater de Vivaldi y Pergolesi, que cantan Camille y Blai con instrumentaciones de Joel Bardolet, y el Mercy Seat de Nick Cave (a cargo de Oriol, Camille y Guillermo), o composiciones propias con m¨²sicas de Fred B¨¹hl. Antes he mencionado el trabajo de Castells: tambi¨¦n hay m¨¢s amigos colaboradores en la puesta en escena, como Mar¨ªa Mu?oz y Pep Ramis, de Mal Pelo. Y no hay que olvidar la luz casi on¨ªrica, con reflejos de negro y plata, de Ad¨¨le Grepinet. Hay una cosa que tambi¨¦n quiero recordar (y celebrar) porque tiene, al menos para m¨ª, no poco de sorpresa y mucho de magia: tanto L¨¤ como Falaise acaban con una obra pl¨¢stica que parece haberse creado de la nada. Pero no, la han hecho estos c¨®micos, entre cuyas virtudes est¨¢ tambi¨¦n la b¨²squeda (y el hallazgo) de la esencialidad art¨ªstica. Y mientras nos ponemos en pie para aplaudir a los ocho fant¨¢sticos de Falaise, pienso que Dubuffet quedar¨ªa encantado con este espect¨¢culo.
Tras las funciones del Lliure, la compa?¨ªa girar¨¢ desde octubre hasta finales de mayo por Francia y B¨¦lgica, y del 5 al 7 de junio estar¨¢n en los Teatros del Canal (Madrid), que son coproductores. Y antes ir¨¢n con L¨¤, del 14 al 15 de febrero, al teatro Central de Sevilla.
Falaise. De Camille Decourtye y Blai Mateu. Teatre Lliure Montju?c (Barcelona). Del 25 de septiembre al 13 de octubre.
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