Sara Ramo: ¡°Hasta la fantas¨ªa tiene una instancia pol¨ªtica¡±
La artista hispano-brasile?a presenta sus ¨²ltimos trabajos en Madrid con dos exposiciones que miran a la dificultad de ser mujer y a la necesidad de otros modos de vida
Entrar en el mundo de Sara Ramo (Madrid, 1975) exige un grado alto de agudeza, y no solo a nivel visual. A veces, un olor afianza un secreto. Otras, un ambiente condensa anhelos muy profundos y un sonido dispara la incertidumbre. No hay ah¨ª ventanas, ni puertas, ni siquiera paredes, sino m¨¢s bien un paraje extremo cercano al inconsciente. Un escenario que pone el foco en lo que no se ve y lo que apenas puede explicarse. Una realidad mutante en la que los acontecimientos han roto su relaci¨®n de causalidad y campan a su aire resquicios de memoria. La suya se activa mientras paseamos el madrile?o barrio de Tetu¨¢n donde pas¨® parte de su infancia y donde tiene ahora instalado un peque?o estudio temporal en el que trabaja hasta volver a Brasil, su otro pa¨ªs, donde reside desde hace d¨¦cadas.
¡°Hay cierta violencia latente en los estigmas, ver que pasas de linda a loca, luego a vieja hasta llegar a bruja. Y porque no he puesto puta y muerta...¡±
Esas calles han sido para ella un caldo de cultivo en su manera de ver el mundo sin filtros. ¡°Siendo ni?a invent¨¦ una editorial, L¨¢pices de Colores, donde escrib¨ªa poes¨ªa, y me gustaba mucho el teatro. De peque?a jugaba a eso. Cuando ten¨ªa un poco de espacio en el colegio, organizaba funciones. Recuerdo una obra sobre un vagabundo que viv¨ªa en la calle y estaba enamorado de una estatua. La estatua era yo, vigilante y con un cucurucho lleno de caramelos que al final tiraba al p¨²blico¡±, recuerda.
Los caramelos reaparecieron tiempo despu¨¦s, aunque sin esa inocencia, en la Bienal de Venecia de 2009, el punto de arranque de su carrera internacional. Entonces forr¨® una habitaci¨®n entera con ellos, que se derret¨ªan con el calor. En 2013, para la Bienal de Sharjah construy¨® un jard¨ªn de objetos encontrados en el edificio, y un a?o despu¨¦s, en su primera exposici¨®n en la galer¨ªa Traves¨ªa Cuatro, Los Ayudantes, coloc¨® a 12 seres disfrazados tocando instrumentos en la oscuridad a la luz de las hogueras en torno a las que llevan a cabo sus rituales. Un proyecto que ven¨ªa de uno anterior, La banda de los siete, sobre la agrupaci¨®n y la disgregaci¨®n mediante un grupo de m¨²sicos dando vueltas sobre un muro. Un viaje circular que volvemos a encontrar en las dos exposiciones que coinciden ahora en Madrid: lindalocaviejabruja, en el Museo Reina Sof¨ªa, y La ca¨ªda y otras formas de vida, que abrir¨¢ la pr¨®xima semana en la Sala Alcal¨¢ 31 de Madrid. Un momento fant¨¢stico que se completa adem¨¢s este a?o con su participaci¨®n en las bienales de La Habana y S?o Paulo.
En el Reina Sof¨ªa tambi¨¦n hay golosinas. Salen de una puerta entreabierta, como si fueran mala hierba. Tambi¨¦n hay ropa desordenada y barras de labios que revisten el interior de uno de los armarios de la Sala de Protocolo. El gui?o a Dorothea Tanning, artista que el a?o pasado ocupaba el museo, es ineludible. De una fregona sale una lengua de jab¨®n y de un papel de pared sale una bola de un bicho que parece vivir en el subsuelo del museo. El monstruo se llama estigma. Hasta cuatro aparecen en el t¨ªtulo de la exposici¨®n asociados a la mujer, el tema trasfondo de esta muestra, que la artista se afana en desmontar: ¡°Hay cierta violencia latente en los estigmas, ver que pasas de linda a loca, luego a vieja hasta llegar a bruja. Y porque no he puesto puta y muerta... Esa es la lectura patriarcal y esa lectura debe acabar. Venimos de una educaci¨®n en la que hemos naturalizado la violencia de g¨¦nero, desde ese momento en que te tiraban del sujetador en el instituto a tener que ir juntas al ba?o por miedo, o al exhibicionista o el tortazo en casa por quejarte. Adem¨¢s de ser una idea, el feminismo debe ser un h¨¢bito, una acci¨®n. La de la mujer es una cuesti¨®n de punto ciego hist¨®rico. Hemos sido incapaces de verlo hasta que lo ves y ya no hay vuelta atr¨¢s¡±, explica.
¡°A menudo miro la figura del perdedor, un ser asocial, que vive en los m¨¢rgenes, que para m¨ª tiene mucha fuerza¡±
La ca¨ªda y otras formas de vida son a¨²n m¨¢s literales en su exposici¨®n en la Sala Alcal¨¢ 31 si pensamos en Brasil. Aqu¨ª el monstruo es el efecto Bolsonaro. Sara Ramo sabe que alterando el orden establecido de las cosas consigue otra v¨ªa para producir nuevos esquemas de sensibilidad. Por eso trabaja con elementos de nuestra cotidianidad inmediata para reconfigurarlos hasta convertirlos en presencias que resultan extra?as y ajenas. Lo importante aqu¨ª son los asuntos, la relaci¨®n con los objetos, con los espacios, con lo que somos. Como buena heredera de una tradici¨®n cultural que ha desafiado la concepci¨®n ¨²nicamente utilitaria del mundo, ella mira de cerca la m¨ªstica, la mitolog¨ªa y la magia. Mucha hay tambi¨¦n aqu¨ª, en un espacio donde la artista viste a las columnas, que funcionan como personajes en medio de una escenograf¨ªa. Le digo que parece una reuni¨®n de gente rara tramando algo y asiente: ¡°Mis personajes son extranjeros. Los miramos y sabemos que est¨¢n haciendo algo, pero no alcanzamos a entender muy bien qu¨¦. Incluso cuando aparece la fantas¨ªa hay una instancia pol¨ªtica, hay algo de lo que quiero hablar que tiene que ver con la forma en la que nos relacionamos con el mundo. A menudo miro la figura del perdedor, un ser asocial, al que no le van muy bien las cosas y que vive en los m¨¢rgenes, que para m¨ª tiene mucha fuerza. Habla de los que hemos ca¨ªdo y los que buscamos otras formas de lucha. De una gran masa subterr¨¢nea que se re¨²ne, piensa y que no es f¨¢cil de dominar. Tal vez hayan ganado durante un tiempo, pero lo que hemos empezado no tiene fin¡±.
¡®lindalocaviejabruja¡¯. Programa Fisuras. Museo Reina Sof¨ªa. Madrid. Hasta el 20 de marzo de 2020.
¡®La ca¨ªda y otras formas de vida¡¯. Comisaria: Claudia Rodr¨ªguez-Ponga. Sala Alcal¨¢ 31. Madrid. Del 12 de septiembre al 3 de noviembre.
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