Posesi¨®n y seducci¨®n en ¡®El sirviente¡¯
Eusebio Poncela y Pablo Rivero llevan, en una versi¨®n teatral, al l¨ªmite la relaci¨®n homosexual y de enfrentamiento social de la novela de Robin Maugham, que adapt¨® al cine Joseph Losey
Poder, posesi¨®n y seducci¨®n. Con esos tres elementos, Robin Maugham construy¨® El sirviente, su mejor novela, en 1948, que 15 a?os despu¨¦s se convirti¨® en pel¨ªcula con guion del Nobel Harold Pinter, direcci¨®n de Joseph Losey e interpretaci¨®n de James Fox y Dirk Bogarde. ¡°En nuestro caso tambi¨¦n est¨¢ presente ese tri¨¢ngulo¡±, asegura Pablo Rivero. A ¨¦l le ha tocado encarnar a Tony Williams, un joven arist¨®crata que ha vuelto traumatizado a Londres tras la Segunda Guerra Mundial, y que para que le cuide contrata a Hugo Barret, un experimentado criado que interpreta Eusebio Poncela en la versi¨®n de El sirviente que se estrena el 19 de septiembre en el Teatro Espa?ol, dirigida por Mireia Gabilondo. Se podr¨¢ ver hasta el 13 de octubre.
¡°Se habla de lucha de clases, en la que va impl¨ªcita la lucha de poder, y se triunfa con seducci¨®n, no solo desde el ¨¢mbito sexual, sino tambi¨¦n desde la intenci¨®n de arrastrar a alguien a tu terreno¡±, subraya Rivero. ¡°El objetivo es dinamitar a la otra parte, un cl¨¢sico de nuestros d¨ªas¡±, advierte Poncela. ¡°Es un melodrama entretenido, cierto, pero va m¨¢s all¨¢ porque en ¨¦l subyacen la ambig¨¹edad moral, la envidia y la lucha a muerte entre ambas clases sociales. Y la casa en la que se encierra la acci¨®n sirve como campo de batalla¡±.
Los dos actores ensayan y ultiman pruebas de vestuario y peluquer¨ªa estos d¨ªas. Y cimentan lo que Poncela define como un duelo: ¡°En esta obra no puede haber un actor ganador. Un par es un igual, y eso quiero de Pablo, un actorazo del que sospecho que nunca se han ocupado¡ aunque tiene 38 a?os y d¨¦cadas de profesi¨®n¡±. A su lado, Rivero confiesa: ¡°Eusebio me est¨¢ cuidando muy bien, estoy aprendiendo mucho y me dice que le interesa que estemos a la misma altura, que haya ese duelo¡±. Que se vea en el escenario un choque datado en 1948, cuando el mundo bull¨ªa en un cambio radical. ¡°El ser humano era el doble de vulnerable. Por eso el criado puede hacer lo que hace¡±, advierte Poncela.
Para el veterano de la pareja, su sirviente va m¨¢s all¨¢ del triunfo f¨ªsico: ¡°Mi Barret es un hombre con una misi¨®n: la venganza. No quiere ser invisible, es un artista que va a demostrar su talento¡±. Y cuenta que ambos actores han apostado por ese reto de las ulteriores intenciones: ¡°La novela vive en la ambig¨¹edad absoluta. Si en 1948 Maugham hubiera escrito, como homosexual irredento que era, lo que quer¨ªa, le hubieran metido preso. No pudo hacerlo. As¨ª que entre Pablo y yo hemos inventado un final bastante fuerte, hemos rellenado el hueco que Robin tuvo que dejar vac¨ªo. No creo que Tony sea una marioneta, sino que se descuida, se acomoda y el otro es list¨ªsimo¡±. Entre risas, Rivero apostilla: ¡°No es un mojigato, tiene sus traumas aunque no es d¨¦bil¡±. De traumas sabe el actor de Cu¨¦ntame, que debut¨® en el teatro en 2011 con otro personaje lastrado en su alma en La ca¨ªda de los dioses.
Poncela solo busca retos: ¡°Si no, ?por qu¨¦ me dedicar¨ªa a esto?¡±. Encarn¨® hace dos temporadas en Esto no es la casa de Bernarda Alba a la Bernarda del t¨ªtulo en una versi¨®n con actores masculinos, lo que potenciaba las palabras femeninas creadas por Garc¨ªa Lorca. Y estalla en carcajadas cuando se le pregunta por el 40 aniversario del estreno de Arrebato, de Iv¨¢n Zulueta. ¡°Mira¡±, bromea, ¡°se cumplen 140 a?os de Los gozos y las sombras, 85 de Mart¨ªn Hache¡ He trabajado mucho en esta vida, tengo 71 a?os, y eso que soy perezoso. Muchos artistas se han acercado a m¨ª por Arrebato o por La ley del deseo, por rasgos cercanos a mi personalidad, que creo que ense?¨¦ demasiado en Mart¨ªn Hache¡±. ?Y ha visto Dolor y gloria, siente cercano el personaje que encarna Asier Etxeandia? ¡°No he visto la pel¨ªcula. No me interesa el pasado. Me da pereza, que es la madre de la indiferencia. No porque no crea que Pedro [Almod¨®var] no es un gran artista y se quiera justificar de las gilipolleces que ha hecho, sino, sencillamente, porque no tengo ganas de ver eso¡±.
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