Pompa con menos circunstancia
En esta versi¨®n cinematogr¨¢fica, que aunque sea continuaci¨®n del ¨²ltimo cap¨ªtulo de la serie no ser¨¢ dif¨ªcil de seguir por los ne¨®fitos, apenas se incluyen temas de relevancia hist¨®rica
Parafraseando el t¨ªtulo de la famosa marcha orquestal creada por el compositor brit¨¢nico Edward Elgar en 1901, la versi¨®n cinematogr¨¢fica de Downton Abbey ha preferido la pompa regia a la circunstancia hist¨®rica de los mejores momentos de la serie. En ella est¨¢n casi todas sus virtudes, sobre todo las m¨¢s aparentes y lujosas, pero da la impresi¨®n de que se ha perdido la oportunidad de ejecutar un salto verdaderamente f¨ªlmico en lugar de apostar por una suerte de especial navide?o de duraci¨®n extendida con el que celebrar, a?os despu¨¦s, los emocionantes ratos al lado de una larga serie de personajes apasionantes y de enorme calado sentimental.
DOWNTON ABBEY
Direcci¨®n: Michael Engler.
Int¨¦rpretes: Hugh Bonneville, Maggie Smith, Michelle Dockery, Robert James-Collier.
G¨¦nero: drama. Reino Unido, 2019.
Duraci¨®n: 122 minutos.
Estrenada en la televisi¨®n brit¨¢nica el 26 de septiembre de 2010, y culminada cinco a?os y 52 episodios despu¨¦s, Downton Abbey destac¨®, adem¨¢s de por su impresionante labor art¨ªstica en decorados y vestuario, por la rara facilidad de su creador, Julian Fellowes, para relatar las radicalmente opuestas existencias de una veintena larga de personajes a trav¨¦s de peque?os y conmovedores encuentros y desencuentros en los pasillos y salones de una aristocr¨¢tica mansi¨®n. Roles complejos que hu¨ªan del arquetipo, ya fueran los de arriba o los de abajo del escalaf¨®n social, a los que Fellowes a?ad¨ªa la otra gran virtud de la serie: la brillante inclusi¨®n de los acontecimientos hist¨®ricos en el devenir de unos seres humanos pertenecientes a un lugar y a una ¨¦poca determinados, relatada con rigurosidad y pasi¨®n. As¨ª, el drama de la Primera Guerra Mundial, el nacionalismo irland¨¦s, las luchas sociales y los inicios del movimiento sufragista, por citar solo unos cuantos, conviv¨ªan con las pasiones m¨¢s calladas que desbocadas y, lo mejor, el compromiso o la rebeld¨ªa para seguir ocupando el lugar en el mundo que les ven¨ªa dado por imposici¨®n social.
Sin embargo, en esta versi¨®n cinematogr¨¢fica, que aunque sea continuaci¨®n del ¨²ltimo cap¨ªtulo de la serie no ser¨¢ dif¨ªcil de seguir por los ne¨®fitos, apenas se incluyen temas de relevancia hist¨®rica y solo se a?ade un compl¨® del republicanismo irland¨¦s para asesinar el rey Jorge V, mal desarrollado y filmado por Michael Engler, y que se agota a mitad de metraje. Una cojera a la que hay que a?adir alg¨²n desliz en la configuraci¨®n de los personajes, principalmente la de convertir en un buf¨®n al que ¨²nicamente era t¨ªmido lacayo Molesley, y la incorporaci¨®n de un estereotipado chef franc¨¦s reci¨¦n escapado de Ratatouille.
Quedan en cambio, adem¨¢s del habitual entretenimiento, tres peque?as grandes historias: la del ch¨®fer irland¨¦s reconvertido en miembro de la familia, al lado de un nuevo y precioso personaje femenino; las dudas de Lady Mary con el futuro de la casa y el suyo propio; y el de la homosexualidad del gran personaje que siempre fue el mayordomo Thomas, con la inclusi¨®n de los primeros locales de ambiente gay.
Y, para los fan¨¢ticos de la serie, un golpe de efecto final en relaci¨®n a uno de los roles m¨¢s queridos, al que s¨®lo le hubiera faltado que Engler, que ya hab¨ªa dirigido el cap¨ªtulo especial de Navidad de 2015, hubiese aplicado una puesta en escena que engrandeciera el momento en lugar de atenuarlo.
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