¡®New normal¡¯ en los museos
Se podr¨ªa decir que se ha clausurado el concepto de exposici¨®n permanente y que las muestras son hoy, por definici¨®n, temporales
El otro d¨ªa, irritado por mis protestas durante la visita al actual montaje de las colecciones del museo Stedelijk, un amigo me dijo que parec¨ªa la Marie Kondo de la historia del arte: qu¨¦ man¨ªa con esperar unas salas limpias y unas piezas arm¨®nicas. Eso era normal antes. Ahora reinaba lo new normal, cierta nueva normalidad que hac¨ªa normal lo inveros¨ªmil. As¨ª se expon¨ªa ahora, mezclando grandes maestros con dise?o seriado, desparramando heterotop¨ªas, olvidando los antiguos criterios de calidad. Adem¨¢s, ?no era eso lo que yo llevaba a?os pregonando desde la teor¨ªa de g¨¦nero? ?Terminar con las exclusiones y promover la diversidad, las nuevas normalidades? Los almacenes deb¨ªan ser visitables y las traseras de los cuadros visibles tambi¨¦n. Era urgente desvelarlo todo.
S¨ª, pero no est¨¢bamos en un almac¨¦n, aunque lo pareciera. Era la sala de un museo, argumentaba yo terca pero preocupada, tratando de dilucidar si esa diversidad en efecto defendida por m¨ª desde hac¨ªa treinta a?os ten¨ªa como resultado final aquel experimento nada convincente. Me sent¨ªa antigua y reaccionaria. Resonaba en mi mente la frase de Ortega: no era esto, no era esto.
No es que yo fuera Marie Kondo ¨Crefutaba a mi amigo. Las salas desvelaban m¨¢s bien el paso de la propia Kondo: hab¨ªa sacado cada objeto dispuesta a ponerse a tirar como si no hubiera un ma?ana. No me parec¨ªa justo que los maravillosos cuadros de Mondrian o hasta los exquisitos muebles construidos por los miembros de De St?lse agolparan. Hab¨ªa demasiadas cosas y algunas necesitaban pasar por el taller de restauraci¨®n. Aquello hab¨ªa envejecido de manera desigual. Ten¨ªa el aire de una mala instalaci¨®n de Kader Attia, que siempre hila fino por otro lado.
Y como en un cuento de Borges, mi propia comparaci¨®n con Kader Attia me llevaba de pronto m¨¢s all¨¢ del almac¨¦n y el supuesto fracaso de mis ideas en torno a lo fr¨¢gil del criterio de calidad. La exposici¨®n entera, en su aparente aturdimiento y exceso, dibujaba un medido relato sin relato, cauteloso incluso. En efecto era una instalaci¨®n que, como algunas de Attia, se travest¨ªa de almac¨¦n coleccionista para revisar lo impuesto. Pero la cuesti¨®n segu¨ªa abierta: cuando la exposici¨®n permanente de un museo aborda el anticanon, lo convierte de inmediato a su vez en canon o, como se dir¨ªa ahora, en new normal. Se podr¨ªa decir que se ha clausurado el concepto de exposici¨®n permanente y que las muestras son hoy, por definici¨®n, temporales, instalaciones de los directores o jefes de colecci¨®n que usurpan el papel al comisario-artista, tan popular desde hace a?os. Y aqu¨ª les dejo la pregunta: ?son estas nuevas f¨®rmulas otra manera de establecer el canon? ?No es todo lo que se muestra en el museo canon por estar en el museo, incluso en este momento? Hace poco el ICOM no se pon¨ªa de acuerdo a la hora de definir el museo. Normal.
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