Las actrices que no quer¨ªan ser musas
El Museo Reina Sof¨ªa propone reconsiderar la historia del movimiento feminista en Francia atendiendo a una red de alianzas creativas que surgieron en los a?os setenta y ochenta
![Banquete de los artistas y cient¨ªficos perseguidos, fotograf¨ªa de la pel¨ªcula 'Freak Orlando' (1981), de Ulrike Ottinger.?](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/STGCEEUD2O7AAALPN3E24H4YLQ.jpg?auth=d1c2767643407aa816fc13c2b8ea4ae8becc4af3b2c9d2a7a1081d5a864e7f5d&width=414)
Gracias a la c¨¦lebre El a?o pasado en Marienbad (1961), dirigida por Alain Resnais y escrita por Alain Robbe-Grillet, la actriz francesa Delphine Seyrig (1932-1990) qued¨® encasillada en la imagen de una mujer misteriosa e irreal. De poco sirvi¨® para borrar esa aura de seductora sofisticada que dos a?os despu¨¦s, en 1963, y otra vez bajo las ¨®rdenes de Resnais, la actriz lograra la Copa Volpi del Festival de Venecia por su retrato de una viuda a cargo de un negocio de antig¨¹edades en Muriel. El tiempo de un retorno, pel¨ªcula sobre los fantasmas de la guerra de Argel. La carrera oficial de Seyrig, en gran medida lastrada por el estereotipo de la divina ausente, sigui¨® su curso en el teatro y en el cine mientras una invisible segunda carrera empez¨® a tomar cuerpo alejada de la primera l¨ªnea de la industria y, sobre todo, de la mirada masculina que la dominaba. Ese segundo tiempo es el centro de la exposici¨®n Musas insumisas. Delphine Seyrig y los colectivos de v¨ªdeo feminista en Francia en los 70 y 80, que se inaugura el pr¨®ximo mi¨¦rcoles en el Museo Reina Sof¨ªa, y que pone el acento en la contribuci¨®n a la historia del feminismo y a la del v¨ªdeo m¨¢s militante de una actriz que le plant¨® cara a la representaci¨®n de las mujeres en la pantalla.
Comisariada por la escritora Nata?a Petre?in-Bachelez y la historiadora del arte Giovanna Zapperi, la exposici¨®n explora en la historia del feminismo a trav¨¦s de las pel¨ªculas, entrevistas, documentos, fotograf¨ªas y piezas de arte que surgieron de la alianza entre Seyrig y las mujeres que trabajaron a su lado. En palabras de las comisarias, ¡°una constelaci¨®n¡± que permite romper con la idea de que el feminismo franc¨¦s se limit¨® al ensayo y la escritura. ¡°La feminidad se construye en gran medida con im¨¢genes, gestos y apariencias. Y precisamente por eso es tan importante recuperar estas im¨¢genes que ya planteaban otra feminidad¡±, explican.
![Delphine Seyrig y Ioana Wieder, empu?ando una c¨¢mara, durante una manifestaci¨®n en 1976.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/SHW6GAFFONHPKSFYLMMJYYAAD4.jpg?auth=d4288582462b8b4d93076230ac022c53c07092ce47216172915ecc3cd4f1a2c4&width=414)
Seyrig empez¨® a utilizar una c¨¢mara a mitad de los a?os setenta gracias a la cineasta activista Carole Roussopoulos, que, junto con Jean-Luc Godard, fue una de las primeras personas en tener un Portapak, el sistema de v¨ªdeo que Sony dise?¨® a finales de los sesenta. Con su Portapak en el bolso, Seyrig empezar¨ªa a rodar una serie de piezas que pretend¨ªan replantear el papel de las actrices ante la mirada masculina. Desde el colectivo Las Musas se Divierten, que m¨¢s adelante se llamar¨ªa Las Insumusas, Seyrig document¨® su propia toma de conciencia. En sus palabras, el v¨ªdeo ¡°supuso la posibilidad de hacer cine sin tener que pedir nada a nadie (¡), una revelaci¨®n, un placer enorme, una revancha incomparable contra el hecho de que me convocaran a las seis de la ma?ana para peinarme, maquillarme y rodar, de que estuviera que estar as¨ª o as¨¢¡±.
Una venganza a las imposiciones de un oficio que se resume en uno de sus documentos m¨¢s conocidos, Calladita est¨¢s m¨¢s guapa (1976), donde un coro de mujeres reflexiona sobre su funci¨®n dentro de la industria cinematogr¨¢fica. La pel¨ªcula re¨²ne los testimonios de 24 colegas que Seyrig film¨® en Francia y en Estados Unidos. Entre ellas, Jane Fonda, Maria Schneider, Marie Dubois, Juliet Berto, Anne Wiazemsky, Viva Lors y Ellen Burstyn. Voces que anticipan muchas de las reivindicaciones de movimientos como el Me Too o Time¡¯s Up!
En paralelo y movida por la misma inquietud, Seyrig empieza a colaborar y apoyar a mujeres directoras como Chantal Akerman, Marguerite Duras, Agn¨¨s Varda o Ulrike Ottinger. Adem¨¢s, ambiciona un proyecto: una pel¨ªcula sobre las cartas supuestamente escritas por la exploradora Calamity Jane a su hija. Pero es en 1982 cuando crear¨¢ junto a Carole Roussopoulos y Ioana Wieder el Centro Audiovisual Simone de Beauvoir, un ins¨®lito archivo audiovisual cuya misi¨®n ser¨¢ archivar, difundir y preservar la obra audiovisual del Movimiento de Liberaci¨®n de las Mujeres y recoger las luchas civiles iniciadas la d¨¦cada anterior: el aborto, la guerra de Vietnam, los derechos de las prostitutas, los presos pol¨ªticos, el movimiento antipsiqui¨¢trico, las pol¨ªticas raciales aplicadas a la poblaci¨®n migrante y poscolonial de Francia o el apoyo al Movimiento de las Mujeres Negras. El archivo, cerrado en 1993, reabri¨® sus puertas en 2004 y atesora gran parte del material que ahora se exhibe en Madrid y que antes pas¨® por el Museo de Arte Moderno de Lille.
Con su Portapak en el bolso, ?Delphine Seyrig empez¨® a replantear el papel de las actrices ante la mirada masculina
Marcada por una incapacidad casi innata para tragar con un sistema que la ninguneaba a la vez que la explotaba, Seyrig era fruto de una familia de intelectuales. Nacida en Beirut, su madre era una estudiosa de Rousseau sobrina del ling¨¹ista y semi¨®tico Ferdinand de Saussure. Su padre, un reconocido arque¨®logo, fue director general de Antig¨¹edades en Siria y L¨ªbano. Entre los amigos de sus padres estaban Andr¨¦ Breton, Fernand L¨¦ger o Claude L¨¦vi-Strauss. Casada con el pintor Jack Youngerman, su estilo como actriz era un cruce entre su formaci¨®n en la escena teatral francesa y el m¨¦todo del Actors Studio de Lee Strasberg, en Estados Unidos. Inteligente, guapa y con talento, sin embargo el choque entre su carrera y su militancia feminista no se hizo esperar. Como recuerda Giovanna Zapperi, ¡°se convirti¨® en un problema¡±. ¡°Seyrig participaba en debates televisivos defendiendo el derecho al aborto cuando era ilegal en Francia, durante el rodaje de Casa de mu?ecas [adaptaci¨®n de Joseph Losey de la obra de Ibsen] choc¨® frontalmente con el director y su equipo. Ella y su amiga y colega Jane Fonda intentaron contratar a una mujer guionista porque pensaban que era una adaptaci¨®n profundamente mis¨®gina. Se convirti¨® en una actriz inc¨®moda y los productores empezaron a vetarla. Tambi¨¦n muchos actores, como Yves Montand, que se neg¨® a trabajar con ella¡±.
Hasta su muerte, con 58 a?os, Delphine Seyrig fue de las pocas actrices que tuvieron el coraje de hablar de los problemas de un oficio que prefiere diosas a mujeres.
Musas insumisas. Delphine Seyrig y los colectivos de v¨ªdeo feminista en Francia en los 70 y 80. Museo Reina Sof¨ªa. Madrid. Del 25 de septiembre al 23 de marzo de 2020.
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